Ailton Krenak, el pensador ind¨ªgena que mira al cielo
El intelectual brasile?o culpa a la civilizaci¨®n occidental del colapso clim¨¢tico y la pandemia
Cuando a Ailton Krenak le preguntaron sobre la pandemia, al l¨ªder ind¨ªgena le sorprendi¨® la sorpresa del mundo: ¡°Considerar que una tragedia como esta anuncia algo nuevo revela hasta qu¨¦ punto est¨¢bamos perdidos¡±. Para la mayor¨ªa de los intelectuales europeos, tanto las cat¨¢strofes en curso como el fracaso de las democracias occidentales expresan una crisis de la civilizaci¨®n que, para ser superada, exigir¨ªa m¨¢s civilizaci¨®n. Para Krenak es exactamente lo opuesto. Tanto la emergencia clim¨¢tica y la covid-19 como el ascenso de d¨¦spotas electos como Jair Bolsonaro y Donald Trump expresan el apogeo de una civilizaci¨®n que considera b¨¢rbaros a quienes no encajan en sus restringidos l¨ªmites y subhumanidades a todos los que se han negado a mercantilizar su relaci¨®n con el mundo. Utilizando los t¨¦rminos de los colonizadores, la civilizaci¨®n es la barbarie.
Krenak es el nombre del pueblo de Ailton. Significa ¡°cabeza de la tierra¡±. Desde los primeros contactos, las autoridades blancas justificaron la necesidad de exterminar a los Krenak por considerarlos ¡°irreductibles a la civilizaci¨®n¡±. Siglos despu¨¦s, en 1987, el irreductible Ailton Krenak se convirti¨® en un icono de la lucha por los derechos ind¨ªgenas en Brasil. Tras 21 a?os de dictadura militar, pronunci¨® un discurso en la Asamblea Constituyente con el rostro tr¨¢gicamente pintado de negro: ¡°Los pueblos ind¨ªgenas han regado con sangre cada uno de los ocho millones de kil¨®metros cuadrados de Brasil¡±. Pero su voz nunca se hab¨ªa escuchado tanto como ahora. Su libro, publicado en 2019, tiene el sugerente nombre de Ideas para posponer el fin del mundo. Con la irrupci¨®n de la covid-19, la urgencia del t¨ªtulo cobra nuevos sentidos y Krenak, de 66 a?os, se ha convertido en una referencia m¨¢s all¨¢ del peque?o grupo de personas que se levantan y se acuestan preocupadas por la crisis clim¨¢tica. La edici¨®n en ingl¨¦s se lanzar¨¢ este a?o y hay otras traducciones en curso.
Los pueblos originarios entienden de fin del mundo. Para quienes recibieron la ¡°visita¡± de los europeos, como ironiza Krenak, el mundo termin¨® en el siglo XVI. Se calcula que el 95% de los ind¨ªgenas fueron exterminados por virus y bacterias que cruzaron el oc¨¦ano a bordo de los cuerpos de los invasores. Lo que los colonos y las ¨¦lites locales no sospecharon es que los ind¨ªgenas seguir¨ªan existiendo y resistiendo 500 a?os despu¨¦s a todos los apocalipsis que vinieron a continuaci¨®n. Con la pandemia, los no ind¨ªgenas finalmente han entendido que quienes pueden ense?arles a vivir despu¨¦s del fin del mundo son precisamente quienes cuelgan de sus bordes. Cada vez es m¨¢s evidente que no se puede salir del abismo con el mismo pensamiento de tradici¨®n occidental que lo ha excavado.
En 1987 denunci¨® ante los diputados la masacre de los ind¨ªgenas de Brasil, con el rostro pintado de negro
En su aldea, Ailton Krenak y su pueblo experimentaban su m¨¢s reciente fin del mundo cuando irrumpi¨® la pandemia. En noviembre de 2015, una presa de la compa?¨ªa minera Samarco, controlada por las multinacionales Vale y BHP Billiton, se rompi¨® y envenen¨® el r¨ªo Doce con 45 millones de metros c¨²bicos de desechos t¨®xicos. Un ingeniero le pregunt¨® al l¨ªder ind¨ªgena c¨®mo recuperar el r¨ªo que ba?a su aldea. ?l respondi¨® que para que Watu ¡ªque ese pueblo considera su abuelo¡ª saliera del coma ser¨ªa necesario detener las actividades humanas. El ingeniero contest¨® que el mundo no pod¨ªa parar. Cuatro a?os despu¨¦s, el virus ha parado el mundo.
La humanidad, seg¨²n Krenak, ¡°suprime la diversidad, niega la pluralidad de formas de vida, de existencia y de costumbres, ofrece a todos el mismo men¨², los mismos trajes y, si puede, la misma lengua¡±. La abstracci¨®n de la civilizaci¨®n se cre¨® para robar la alegr¨ªa de vivir. Se estableci¨® una idea de naturaleza propicia para el consumo. Todos los que no pertenecen al selecto club de la humanidad pueden ser fracturados, aplastados y comidos. Los pueblos que se agarraron a la Tierra, como los ind¨ªgenas, se consideraron sub?humanidades. Para ellos, referirse a la naturaleza como otra cosa, un exterior, es una ignorancia que produce brutalidades. No hay nada que no sea naturaleza, ¡°esta multitud de formas de la que somos parte¡±.
El pensamiento que rechaza la centralidad del ser humano suele verse como curiosidad, folklore o incluso excentricidad. Ind¨ªgenas de diferentes pueblos han afirmado, mucho antes que los cient¨ªficos, que el cielo podr¨ªa caerse si los blancos contin¨²an devorando el planeta. Es una forma po¨¦tica de expresar un conocimiento milenario sofisticado, tejido a partir de una experiencia diferente de estar en el mundo, con el mundo. El pensamiento hegem¨®nico considera m¨¢s avanzado entender el r¨ªo y la selva como ¡°recursos naturales¡±, mercanc¨ªas, que mantener una compleja red de relaciones e intercambios con todo lo que est¨¢ vivo, lo cual dice mucho de c¨®mo se ha llegado al estado actual de cat¨¢strofe. Los ind¨ªgenas fueron los primeros en advertir del colapso clim¨¢tico, pero no se los escuch¨®.
Lo que determinar¨¢ el futuro pospand¨¦mico ser¨¢ cu¨¢nto podr¨¢n escuchar realmente los que cr¨ªan a sus hijos para que sean consumidores de r¨ªos y selvas a los que los cr¨ªan para que llamen a la selva madre y al r¨ªo abuelo. De momento, el cielo est¨¢ cada vez m¨¢s bajo. Ailton Krenak ense?a a empujarlo y a seguir respirando.
Traducci¨®n de Meritxell Almarza.
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