Bolsonaro ha negado que exista una pandemia. Y ahora Brasil es el segundo pa¨ªs en n¨²mero de casos de coronavirus
El mandatario flirtea con el autoritarismo y sortea intentos de destituci¨®n. Ahora usa la pandemia para apelar a sus fieles
Seguir la pol¨ªtica brasile?a es una mezcla entre subirse a una monta?a rusa y ver una telenovela. Trepidante, el enredo es siempre complejo. Incluso cuando alguien como Jair Messias Bolsonaro, de 65 a?os, pr¨¢cticamente monopoliza el escenario. En estos tiempos de pandemia ha logrado destacar en el mundo como el m¨¢s negacionista entre los l¨ªderes democr¨¢ticos y el ¨²nico que ha echado no a uno, sino a dos ministros de Salud. En vez de dedicar sus esfuerzos a gestionar la crisis del coronavirus, los ha concentrado en sabotear ...
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Seguir la pol¨ªtica brasile?a es una mezcla entre subirse a una monta?a rusa y ver una telenovela. Trepidante, el enredo es siempre complejo. Incluso cuando alguien como Jair Messias Bolsonaro, de 65 a?os, pr¨¢cticamente monopoliza el escenario. En estos tiempos de pandemia ha logrado destacar en el mundo como el m¨¢s negacionista entre los l¨ªderes democr¨¢ticos y el ¨²nico que ha echado no a uno, sino a dos ministros de Salud. En vez de dedicar sus esfuerzos a gestionar la crisis del coronavirus, los ha concentrado en sabotear los intentos de los gobernadores por contenerla y en contentar a sus fans con selfis y saludos. Resultado: la curva de contagios sigue subiendo en el pa¨ªs m¨¢s poblado de Am¨¦rica Latina, nuevo epicentro seg¨²n la OMS. Brasil es el segundo pa¨ªs con m¨¢s casos (y eso que test hace bien pocos) y el tercero con m¨¢s muertos.
Bolsonaro ha politizado la pandemia como pocos mandatarios. Lo dej¨® claro al proclamar: ¡°Los de derechas toman cloroquina; los de izquierdas, tuba¨ªna [un refresco que los hipsters han resucitado]¡±. La polarizaci¨®n que mina Brasil en los ¨²ltimos a?os se ha extendido al coronavirus por obra del presidente, que de paso activa a su base electoral.
Brasil es el segundo pa¨ªs del mundo con m¨¢s casos de coronavirus. La curva de contagios sigue subiendo
La crisis sanitaria preocupa. Pero tambi¨¦n inquietan cada vez m¨¢s los flirteos de Bolsonaro con el autoritarismo. ¡°Es necesario resistir a la destrucci¨®n del orden democr¨¢tico para evitar lo que ocurri¨® en la Rep¨²blica de Weimar cuando Hitler¡±, escribi¨® un juez a sus compa?eros del Tribunal Supremo hace unos d¨ªas en WhatsApp.
El presidente dej¨® claro desde el primer contagio que las recomendaciones sanitarias le parec¨ªan una idiotez, y los medios, unos hist¨¦ricos. Aunque ha moderado el tono a medida que se abren fosas en los cementerios, no ha dejado de alentar actos multitudinarios. Lo que de verdad le quita el sue?o no es el virus, sino que este arrase la econom¨ªa, que parec¨ªa empezar a recuperarse lentamente. Pese a las cr¨ªticas dentro y fuera de su pa¨ªs, nunca ha dejado de insistir en que los negocios reabran. Quiere desvincu?larse a toda costa de la hecatombe econ¨®mica que asoma a la vuelta de la esquina. Los millones de desempleados, un eventual aumento de los delitos o la inestabilidad social¡ Quiere asegurarse de que lo que traiga la pospandemia sea una culpa achacable a otros ¡ªlos gobernadores, los alcaldes¡ª. Evitar como sea que un bichito invisible le arruine una reelecci¨®n, en 2022.
Mientras amenaza con incumplir ¨®rdenes que considera absurdas, se le abren frentes a velocidad de v¨¦rtigo. La dimisi¨®n de un s¨ªmbolo anticorrupci¨®n como el juez Sergio Moro activ¨® varias reacciones en cadena. La investigaci¨®n que el Supremo ha abierto para saber si el presidente interfiri¨® en la polic¨ªa para proteger a sus hijos, el espect¨¢culo de un Consejo de Ministros que parece m¨¢s bien una reuni¨®n conspiranoica y una avalancha de peticiones de impeachment. Bolsonaro est¨¢ d¨¦bil, s¨ª, pero cu¨¢nto es la clave. ¡°Es su momento de mayor debilidad con relaci¨®n al poder institucional. Pero, si miramos fuera del campo democr¨¢tico, no sabr¨ªa decir si est¨¢ m¨¢s d¨¦bil o m¨¢s fuerte¡±, explica Fl¨¢via Bozza Martins, profesora de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad de Paran¨¢. ¡°Siempre tuvimos Gobiernos que con sus aciertos y errores ten¨ªan un pacto con los principios democr¨¢ticos¡±, a?ade.
El ambiente pol¨ªtico est¨¢ muy enrarecido. La erosi¨®n de la democracia avanza con los constantes ataques del mandatario a la separaci¨®n de poderes y a la prensa. Bolsonaro legitima el golpismo que anida en grupos de Whats?App cuando en actos p¨²blicos arenga a seguidores que abogan por una intervenci¨®n militar. Los desmentidos de los ministros militares son casi rutina. La c¨²pula de las Fuerzas Armadas parece inc¨®moda.
En este contexto no sorprende que el rechazo a Bolsonaro bata r¨¦cords. Sus detractores, que antes de la pandemia eran la mitad de los encuestados, ahora son dos tercios. Los bolsonaristas m¨¢s pragm¨¢ticos, los que le votaron con tal de ver al Partido de los Trabajadores lejos del poder, le est¨¢n abandonando por Sergio Moro o porque ven al l¨ªder en una huida hacia delante. Pero ese tercio que todav¨ªa le apoya se mantiene firme. Son los bolsonaristas duros, los que vieron la dimisi¨®n de Moro como una traici¨®n. Los que votaron al capit¨¢n retirado para dar una buena patada en el trasero al sistema. ¡°Son los que se extas¨ªan al verle en el Consejo de Ministros mientras dice decenas de tacos, los que consideran que ese v¨ªdeo muestra el Bolsonaro genuino¡±.
Es un respaldo s¨®lido. Y triplica al apoyo que Dilma Rousseff ten¨ªa cuando cay¨® en un impeachment en 2016.
Aunque haya decenas de peticiones, en este momento las cuentas para un juicio pol¨ªtico como aquel no cuadran. Bien lo sabe la destituida presidenta izquierdista. ¡°Bolsonaro tiene garantizados los votos para impedir un impeachment, esta va a ser una lucha larga¡±, explic¨® Rousseff recientemente a un grupo de corresponsales por videoconferencia. Una destituci¨®n as¨ª requiere lo que la periodista Vera Magalh?es denomina ¡°una alineaci¨®n de los astros: voluntad del Congreso, apoyo popular, una econom¨ªa en ruinas y una justificaci¨®n del delito de responsabilidad¡±. Las ¨²nicas manifestaciones desde que la pandemia puso a medio pa¨ªs en cuarentena son de partidarios de Bolsonaro reclamando que flexibilicen las medidas de seguridad. Todos los datos econ¨®micos son malos, pero no est¨¢n en ca¨ªda libre. Y est¨¢ por ver si sus excesos se materializan en una acusaci¨®n judicial firme.
Porque el impeachment es la v¨ªa pol¨ªtica. Luego est¨¢ la penal, la del Supremo. Aunque a¨²n en fase de investigaci¨®n, es la m¨¢s avanzada. El fiscal general del Estado decidir¨¢ si hay material para juzgarle, pero en cualquier caso necesitar¨ªa autorizaci¨®n del Congreso.
En el horizonte, un factor m¨¢s, el general retirado Hamilton Mour?o. El vicepresidente asumir¨ªa el poder si cae Bolsonaro. Aunque fue elegido al filo del plazo tras las negativas de una mujer y un pastor evang¨¦lico, los de Bolsonaro consideraron que proceder de las Fuerzas Armadas podr¨ªa ser un elemento disuasorio ante la tentaci¨®n de echar al presidente. La polit¨®loga Martins apunta otro factor importante: ¡°Mour?o no es un pol¨ªtico, lo que dificulta su conversaci¨®n con el Congreso¡± para sacar adelante una eventual destituci¨®n. Salvo sorpresa, las elecciones municipales previstas para final de a?o ser¨¢n el mejor term¨®metro para medir las fuerzas de Bolsonaro y sus aliados.