Volver
Miras atr¨¢s y al menos en el arranque de la pandemia era todo nuevo. Ahora ya sabemos lo que hay, y repetirlo es peor
A un ni?o que conozco le han preguntado si le apetece volver al cole y ha contestado: ¡°Un poquito no, y mucho tampoco¡±. Y eso sin saber c¨®mo est¨¢ el mundo, ni si al final vuelve, que a lo mejor ni eso. Si volver siempre cuesta, lo de este a?o, que no sabemos siquiera si volvemos de verdad a alg¨²n sitio, salvo otra vez a casa, es para registrarlo en el Guinness. Y m¨¢s si vuelves a Madrid. Al ver el panorama viene a la cabeza una frase de Julio Camba: ¡°?Hay a?os en los que no est¨¢ uno para nada!¡±. Madrid ni est¨¢, ni se la espera, no sabemos qu¨¦ va a ser de ella. La ciudad empieza a rugir y moverse como si no pasara nada y nadie sabe c¨®mo comportarse, cu¨¢l es el plan, cu¨¢ndo nos volver¨¢n a mandar a los ni?os a casa. Coges el metro con aprensi¨®n y los carteles sobre la epidemia ya lo dicen todo. La primera medida recomendada es la mascarilla y la segunda es zen total: ¡°Evita las horas punta¡±. Ellos mismos lo admiten, no hay nada que hacer. Un metro que no se puede coger en hora punta es como una tele que solo puedes usar para apoyar ceniceros, o una novia con la que solo tomas caf¨¦s. Es que para eso ni construyes un metro.
Pero quiz¨¢ evitar la hora punta nos lleve a un mundo mejor, esas utop¨ªas con las que hemos fantaseado. Somos muchos los que esperamos con ilusi¨®n que nuestra franja de entrar a trabajar sea las doce de la ma?ana y salir a las cinco de la tarde. Ensue?o solo superado por el de nuestros hijos, que esperan lo mismo del colegio. Es seguro que empresas y escuelas ya est¨¢n en ello, aunque no nos lo hayan dicho, es una sorpresa, como todo. Pero mientras algunos gozaremos de esta nueva normalidad se crear¨¢ una nueva clase social: los condenados a la hora punta, esa gente que no puede evitarla, pobres, tendr¨¢n que fastidiarse. Se pueden repartir en las bocas de metro boletos para la rifa del coronavirus.
Si ya nos ponemos apocal¨ªpticos y pensamos, una remota hip¨®tesis de trabajo, que no solo debemos evitar el metro, sino que nadie va a cambiar los horarios, entraremos en una nueva era dorada de los atascos, esos atascos de Madrid que todos a?oramos tanto, empezando por nuestra presidenta de la Comunidad. Porque coger una bici es impensable, y menos con los ni?os, te juegas la vida. Es raro, porque llevamos seis meses hablando de esto, pero es que la ¨²ltima vez que el alcalde vio una bici debi¨® de ser en E.T., y debe de creer que vuelan y lo de los carriles bici es ficci¨®n. Entre unos amigos estamos pensando comprarnos un dirigible y lanzar a los ni?os al patio del colegio en paraca¨ªdas (que deben recoger y doblar para el d¨ªa siguiente, de otro modo no salen las cuentas).
Volvemos a Madrid como hacia una emboscada, un t¨²nel o un temible encuentro de antiguos alumnos. Estamos para que nos encierren, nadie se hace muchas ilusiones. Miras atr¨¢s y al menos en el arranque de la pandemia era todo nuevo. Ahora ya sabemos lo que hay, y repetirlo es peor. Volver a trabajar sin pasar por la oficina, directamente a casa, es muy raro. El trabajo es algo cada vez m¨¢s abstracto. Le quitas el lugar, los compa?eros, la cafeter¨ªa, los cotilleos y ?qu¨¦ te queda? Solo trabajo, y eso si lo tienes. Para muchos ha sido un trauma no poder ir a la oficina tras el 8-2 para re¨ªrse de sus colegas del Bar?a. Luego ves a S¨¢nchez y Casado en La Moncloa, pasar una hora dentro, qui¨¦n sabe si cada uno mirando su m¨®vil, hojeando una revista, haciendo tiempo para salir. Y piensas, como Paul Newman en Harper, investigador privado, que tienen un modo de empezar las conversaciones que les ponen t¨¦rmino.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.