Soluciones intermedias creativas
El subconsciente busca desesperado una salida al desprop¨®sito general, la angustia nace de que algunos pol¨ªticos no obedecen a una l¨®gica reconocible, solo se entienden desde la perspectiva del suicidio colectivo
A mucha gente le pasa lo mismo. Durante el d¨ªa tienes la cabeza ocupada pero luego, por la noche, te desvelas angustiado con un sentimiento de intemperie: que el mundo va mal. Con tantos pa¨ªses, y comunidades aut¨®nomas, en manos de gente tan poco de fiar. Llamas a amigos y se nota la moral por los suelos. Yo ya escucho telepredicadores ecuatorianos por la radio. Cada vez que vas por el pan vuelves a casa anunciando el positivo de un vecino. Hay d¨ªas que no puedes m¨¢s, y ni siquiera ha cambiado la hora de invierno, queda much¨ªsimo por delante.
Pero cuando al fin me duermo tengo sue?os de este tipo: un d¨ªa encuentran en un s¨®tano de la Puerta del Sol a 1000 rastreadores que estaban all¨ª encerrados desde junio, porque el funcionario que los contrat¨® les dijo que esperaran un momento y al salir lo atropell¨® un cami¨®n y nadie sab¨ªa de sus gestiones y ah¨ª se quedaron olvidados. ?Y me inunda la alegr¨ªa porque entonces todo cobra sentido! ?Claro, ahora se explica todo! ?No pod¨ªa ser tan absurdo! Los rastreadores saldr¨ªan al exterior e ir¨ªamos todos a su encuentro por las calles como en un musical. Otras veces el sue?o cambia y en unas catacumbas adyacentes aparecen diez toneladas de test, o resulta que 700 m¨¦dicos de atenci¨®n primaria que iban a Madrid de refuerzo, cayeron en una sima y han resistido con latas de sardinas a la espera de un rescate. En otro sue?o hay un fiest¨®n en la oficina de Fernando Sim¨®n, que por lo visto son cuatro gatos, para celebrar la desescalada y tienen tal resaca que dejan de mirar los datos hasta finales de septiembre, que es cuando descubren los que ya hab¨ªa en agosto. En otro, Salvador Illa copia mal el m¨®vil de D¨ªaz Ayuso y una se?ora de Cuenca lleva tres meses recibiendo mensajes en los que el ministro le dice qu¨¦ demonios est¨¢ haciendo. Ah, me despierto mucho mejor y el consuelo dura unos segundos, los mejores del d¨ªa, en que al menos tengo una explicaci¨®n a c¨®mo hemos llegado hasta aqu¨ª. Luego solo pienso en salir de aqu¨ª, y so?¨¦ que un tribunal prohib¨ªa las restricciones y nos pod¨ªamos ir todos de puente, y mira t¨² qu¨¦ suerte, eso s¨ª se hizo realidad, al menos una ma?ana.
El subconsciente busca desesperado una salida al desprop¨®sito general ¨C"soluciones intermedias creativas", las llamar¨ªa D¨ªaz Ayuso-, porque la angustia nace de que el comportamiento de algunos pol¨ªticos no obedece a una l¨®gica reconocible, solo se entiende desde la perspectiva del suicidio colectivo. La ciencia no tiene explicaci¨®n para ello. Para el coronavirus ya casi s¨ª, pero para ellos no. Un amigo pens¨® ingenuamente al principio de la pandemia, cuando a¨²n intent¨¢bamos verle algo bueno, que el populismo se hab¨ªa acabado. Que ante un virus iba a abrirse paso la ciencia, la raz¨®n, los expertos. Incre¨ªblemente, hemos vuelto a liarla. Hay tal exceso de datos, que cada uno usa como le da la gana, que el resultado es igual a cero, se anulan mutuamente. Y en este carajal vencen los pol¨ªticos nefastos, se especializan en el ruido porque les beneficia: pasa la idea de que todos son como ellos. Aclararse, formarse una opini¨®n, atribuir responsabilidades, es un trabajo arduo. Mucha gente ya se ha rendido: todos los pol¨ªticos son iguales, dicen. Pues no, no todos son iguales, hay una escala de la inutilidad, con referencias s¨®lidas como Trump en la parte alta de la tabla. Envidio a los catalanes, que se han quitado de encima a Torra, y a ¨¦l le ha salido de miedo, se va de m¨¢rtir y cobrando una pasta. Lo m¨¢s dif¨ªcil es dar una salida a estos personajes absurdos, que ni sus propios partidos saben c¨®mo resolver. Busquemos una soluci¨®n intermedia creativa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.