Lo que aprendimos en ¡®Matar a un ruise?or¡¯: no se trata de ganar, sino de hacer lo justo
Ideas publica un extracto del nuevo libro de Javier de Lucas, ¡®Nosotros que quisimos tanto a Atticus Finch¡¯, un viaje de las ra¨ªces del supremacismo blanco al ¡®Black Lives Matter¡¯. En este cap¨ªtulo, Harper Lee explica por qu¨¦ el m¨ªtico abogado se aventura a ayudar a un condenado injustamente
Es un lugar com¨²n se?alar que hay una diferencia sobre la percepci¨®n del personaje de Atticus Finch entre quienes s¨®lo han sido espectadores de la pel¨ªcula de [Robert] Mulligan y los que, por el contrario, s¨®lo son lectores de la novela de Lee. A mi juicio, la clave de esa diferencia reside en el hecho de que la versi¨®n cinematogr¨¢fica trata de orientar al espectador, en un ritmo progresivo, hasta al cl¨ªmax que supone el juicio de Tom Robinson [personaje negro acusado de haber violado a una joven blanca disminuida ps¨ªquica]. La pel¨ªcula de Mulligan, aunque muy respetuosa con la novela de Lee (a quien, como he indicado, el guionista Horton Foote admiraba sobremanera), es ¡ªsobre todo, aunque no s¨®lo¡ª una trial movie, en la que desde el comienzo se nos van ofreciendo los datos que sostienen la tensi¨®n propia, la incertidumbre, de este tipo de filmes. En este caso, los que ponen de manifiesto la dificultad de que Tom Robinson logre, gracias a Atticus Finch [su abogado y protagonista del libro y de la pel¨ªcula], un juicio justo y, menos a¨²n, una sentencia justa. Eso no es ¨®bice, con todo, para que, gracias a la adaptaci¨®n de Foote, al trabajo de direcci¨®n de Mulligan y, en particular, a la extraordinaria interpretaci¨®n de Gregory Peck, bien arropado por todos los actores y actrices, consiga reproducir ese ambiente de relato de los a?os de infancia, en este caso de Scout y Jem, los hijos de Atticus, que tienen un estupendo contrapunto en el personaje de Dill [personaje inspirado en Truman Capote, al que Harper Lee conoci¨® en su infancia]
La estructura del libro, en cambio es bastante m¨¢s ambiciosa. Se articula en dos partes bien diferenciadas. En la primera, aunque ya se insin¨²a el motto decisivo que ser¨¢ el juicio de Tom Robinson, ¨¦ste no domina la narraci¨®n, porque la acci¨®n se desarrolla en clave de los recuerdos de Scout, que hacen desfilar el paisaje completo de Maycomb, una galer¨ªa de personajes y acontecimientos que no oculta, sino que deja ver al lector atento el argumento que preocupaba a Lee: la estructura de castas propia de estas sociedades del Sur. En la segunda parte y en particular en los cap¨ªtulos 16 a 21, el juicio de Robinson se convierte en el argumento mayor, aunque no agota la narraci¨®n.
Sin embargo, una y otra tienen en com¨²n que nos preparan ¡ªen diferente grado, eso s¨ª¡ª para que entendamos que vamos a conocer el dilema de la vida de Atticus, como ¨¦l mismo reconoce en una conversaci¨®n con su hermano, que me parece interesante recoger:
¡ª(Atticus) "ya sabes, yo confiaba terminar mi vida sin un caso de esta ¨ªndole, pero John Taylor me se?al¨® con el dedo y dijo: ¡°Usted es el hombre¡±.
¡ª(John) Aparta de m¨ª ese c¨¢liz, ?eh?
¡ªExacto. Pero, ?crees que de otro modo podr¨ªa volver a mirar a la cara a mis hijos? T¨² sabes lo mismo que yo lo que ha de ocurrir, y espero y ruego que Jem y Scout atraviesen la prueba sin amargura y, sobre todo, sin contraer la enfermedad corriente de Maycomb. El motivo de que personas razonables se pongan a delirar como dementes en cuanto surge algo relacionado con un negro, es cosa que no pretendo comprender".
Parece obvio que Atticus es consciente de que, al asumir la defensa de oficio de Tom Robinson, de acuerdo con lo que le pide su amigo, el juez John Taylor, ha cruzado un Rubic¨®n. Atticus sabe que esta decisi¨®n, que a todas luces es una empresa condenada al fracaso, le marcar¨¢ a ¨¦l y a su familia (aunque intente reiteradamente preparar a sus hijos para salvaguardarlos en lo posible de da?os) y acarrear¨¢ importantes consecuencias en sus relaciones con la gente de Maycomb. Pero Atticus decide afrontar ese regalo envenenado (todos tenemos la impresi¨®n de que el juez Taylor entiende que el ¨²nico que puede asumir la empresa desesperada de ayudar a Robinson, es Atticus) como una tarea que no debe rechazar. Por dos razones: porque es un hombre fiel a su conciencia y porque, a mi juicio, como hombre de Derecho, sabe que esa defensa es el sentido mismo de su trabajo, el n¨²cleo de su ¡°c¨®digo deontol¨®gico¡±, que incluso se conoce como ¡°c¨®digo de Atticus¡± y que, como ya he mencionado, es utilizado hoy con frecuencia como ejemplo del c¨®digo deontol¨®gico de los abogados en las Facultades y Escuelas de Derecho y en los Colegios de Abogados.
Lo que me parece que muestra con gran eficacia Matar a un ruise?or ¡ªhasta el punto de que probablemente es lo que m¨¢s suscita nuestra admiraci¨®n por el personaje¡ª es el valor, el coraje de Atticus, que consiste en que sabe que no se trata de ganar, sino de hacer lo justo. A ese respecto, es muy relevante la conversaci¨®n recogida en el mismo cap¨ªtulo 9, en la que Atticus ofrece a su hija Scout, m¨¢s que una lecci¨®n de Derecho, una lecci¨®n de vida:
¡ª (Scout): "?Ganaremos el juicio, Atticus?
¡ª (Atticus) No, cari?o. Pero, simplemente, el hecho de que hayamos perdido cien a?os antes de empezar, no es motivo para que no intentemos vencer.
¡ª Entonces, ?c¨®mo...?
¡ª Ven ac¨¢, dijo Atticus. Yo me acurruqu¨¦ en su regazo y puse la cabeza debajo de su barbilla. ?l me rode¨® con el brazo y me meci¨® dulcemente.
¡ª Esta vez es distinto. Esta vez no luchamos contra los yanquis, luchamos contra nuestros amigos. Pero tenlo presente, por muy mal que se pongan las cosas, siguen siendo nuestros amigos y este es nuestro hogar.
Javier de Lucas es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa del Derecho y Filosof¨ªa Pol¨ªtica en el Instituto de Derechos Humanos de la Universitat de Valencia y senador del PSOE. Este extracto pertenece a su libro ¡®Nosotros, que quisimos tanto a Atticus Finch, de las ra¨ªces del supremacismo al Black Lives Matter¡¯, de la editorial Tirant lo Blanch, que se publica hoy.
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