La aznaridad
Cual enorme beb¨¦ sonriente, Mariano Rajoy parece haber salido de las entra?as de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y ha sido ratificado por la direcci¨®n del PP por una votaci¨®n que de haberse tratado de comunistas se hubiera calificado a la b¨²lgara. S¨®lo un voto en blanco. Por los mentideros de Madrid circul¨® insistentemente el rumor de que Rato no fue investido por culpa de Acebes y no de Rajoy. Org¨¢nicamente, el cerebro de Aznar conectado con su dedo se?alaba a Acebes porque al parecer era el menos carism¨¢tico de los posibles herederos, y ya sabemos cu¨¢nto detesta Aznar los carismas. Adem¨¢s, Acebes tiene o se le ha puesto una cara de ministro del Interior que parece de dise?o y utiliza con respecto al asunto vasco el mismo pi?¨®n que su jefe. Cuando Aznar mostr¨® preferencias por Acebes ante los presuntos delfines, Rato le contest¨® que no, que ¨¦se no..., no he estado yo esperando todos estos a?os para que ahora ocupe el puesto un reci¨¦n llegado.
Muy mal sentaron estas palabras al se?or presidente y, con harto pesar de su coraz¨®n, entre Rato y Acebes eligi¨® a Rajoy, que siempre estaba all¨ª, cayeran chapapotes, cayeran misiles inteligentes. Hasta aqu¨ª, la historia susurrada de lo ocurrido que, me consta, circula por las Cortes, y hay conjeturas sobre la tristeza repentina de Rato, a pesar de que acaba de pasar con muy buena nota la peripecia de leer su tesis doctoral sobre Econom¨ªa. Es algo extra?o que un ministro de Econom¨ªa lea la tesis doctoral precisamente de Econom¨ªa desde el cargo de responsable de la econom¨ªa nacional, pero es norma que todos los sabios de Espa?a han sido algo heterodoxos, incluso alumnos retardados o tardones.
El extra?o tri¨¢ngulo
Contra el rumor del extra?o tri¨¢ngulo formado por Acebes, Aznar y Rato, la evidencia de que el jefe de Gobierno ha dejado al ministro de Econom¨ªa en la vicepresidencia segunda del Gobierno deber¨ªa servir como prueba de confianza, aunque presente tarde la tesis de doctorado. Al fin y al cabo, el Che Guevara fue el jefe de la econom¨ªa cubana y probablemente s¨®lo se hab¨ªa le¨ªdo el Manual de Econom¨ªa Pol¨ªtica de la Academia de Ciencias de la URSS o los escritos de Sweezey y Baran sobre tan arduas materias. Que la tristeza de Rato, anta?o, al parecer, la alegr¨ªa de la huerta, s¨®lo le dure hasta comprobar si Rajoy gana o no las elecciones de 2004. Si las gana, Rato podr¨¢ dedicarse a la econom¨ªa privada y forrarse. Si Rajoy pierde, todav¨ªa el triste vicepresidente podr¨ªa ser jefe de Gobierno en 2008. Si la decisi¨®n no depende de los atributos org¨¢nicos de Aznar. Rajoy ya ha asegurado que va a seguir en todo la pol¨ªtica de su antecesor, y esta afirmaci¨®n puede ser inquietante o simplemente ret¨®rica. Si se trata s¨®lo de quedar bien con su padrino, bienvenida sea la declaraci¨®n agradecida que transmite la latencia de un buen coraz¨®n. Ahora bien, si realmente Rajoy quiere continuar enmara?ando todav¨ªa m¨¢s la cuesti¨®n vasca y enviando m¨¢s soldados espa?oles a Irak como ratificaci¨®n de la pol¨ªtica internacional de Eje Atl¨¢ntico, entonces habr¨ªa que pensar que el nuevo candidato del PP a la jefatura del Gobierno en 2004 nace atado y bien atado. M¨¢s atado y bien atado que el pr¨ªncipe Juan Carlos cuando fue profetizado rey no por su padre o por el pueblo espa?ol, sino por Franco, Franco, Franco.
Afortunadamente, Juan Carlos se desat¨® en cuanto pudo, y es posible que Rajoy haga lo mismo y, seg¨²n el resultado de las elecciones, marque distancias con el padrino y con todas las comadronas que hayan contribuido a un alumbramiento inesperado. Aunque desde que Aznar anunci¨® que no se presentar¨ªa a una tercera elecci¨®n, Rato, Rajoy y Mayor Oreja formaron el tr¨ªo de delfines presentidos, casi todo el mundo daba m¨¢s posibilidades a Rato y a Mayor Oreja que a Rajoy, porque el primero hab¨ªa conducido la pol¨ªtica econ¨®mica con menos trastornos de lo previsible y el segundo hab¨ªa conseguido cartel de excelente ministro anti-ETA sin necesidad de recurrir al GAL, aunque sin que Espa?a saliera de las listas de Amnist¨ªa Internacional como pa¨ªs donde se sigue practicando la tortura. Mayor Oreja cont¨® adem¨¢s con el respaldo objetivo de un sector de la inteligencia progresista, conmovida por las brutalidades de ETA y su recurso a la matanza indiscriminada, a la relativa argelinizaci¨®n de su pol¨ªtica de zulos y asesinatos. Pero Mayor Oreja fue un ministro del Interior con m¨¢s talento medi¨¢tico que eficacia gestora, y ha quedado atado y bien atado a la empecinada pol¨ªtica no anti-ETA, sino anti-PNV, en la que ha fracasado estrepitosamente. En las ¨²ltimas elecciones auton¨®micas vascas, a las que concurr¨ªa como aspirante a lehendakari, no le vot¨® nadie en su pueblo, y al llegar tarde a una votaci¨®n decisiva en el Parlamento de Vitoria qued¨® casi en cueros el pobre hombre, sorprendido por el reflector de la evidencia.
Rajoy tiene como primer objetivo ganar las elecciones de 2004, y a pesar de su reconocida habilidad y capacidad todoterreno, el periodo es excesivamente largo y dif¨ªcil. Ante todo va a compartir liderazgo con Aznar, y le va a ser imposible marcar cualquier diferencia con su l¨ªnea pol¨ªtica. Los problemas derivados de la pol¨ªtica vasca del PP y de la pertenencia al Eje Atl¨¢ntico los ha creado Aznar, pero los hereda Rajoy al menos hasta que gane o pierda las elecciones de 2004. En el caso de ganarlas, su autoridad ser¨¢ ratificada y podr¨¢ ejercerla incluso en el interior del PP, pero de no ganarlas es pol¨ªtico muerto y tendr¨¢ alrededor a Rato, Arenas, Zaplana y Ruiz-Gallard¨®n en condiciones de abreviarle la carrera pol¨ªtica. Rajoy ha sido elegido para ganar las elecciones generales, no para cambiar pol¨ªtica alguna, aunque s¨ª es posible que alivie las tensiones creadas por el entrecejo f¨ªsico y espiritual de su padrino. Aznar se estaba convirtiendo en una pesadilla ling¨¹¨ªstica. Todo su sistema de se?ales se ha desvinculado de la moderaci¨®n y no hay nadie a su alrededor en condiciones de arreglarle el chip, no digo ya de cambi¨¢rselo.
La demostrada endeblez de la direcci¨®n coral del PP, sometida al caudillaje absoluto de Aznar el absolutista, es otro factor que limita el ejercicio de la singularidad de Mariano Rajoy, al que ya le rodean de una supuesta guardia pretoriana de marianistas. De momento, Aznar es su ¨²nica luz y su ¨²nica sombra. Durante meses, los dos parecer¨¢n las hermanas Andrews o Pili y Mili intentando cantar sincronizadamente y llegar ilesos a la convocatoria electoral a trav¨¦s de un desfiladero lleno de chapapotes, trenes de velocidad fallida, iraqu¨ªes independentistas, vascos independentistas y adem¨¢s la se?ora Palacio en pleno fren¨¦tico desconcierto, que se le nota hasta en la sintaxis, es decir, en la relaci¨®n entre pensamiento, respiraci¨®n y sintaxis, seg¨²n establec¨ªa muy sabiamente mi profesor, el poeta Jos¨¦ Mar¨ªa Valverde. Hemos de ver qu¨¦ imagen escoge Rajoy para compensar la de gato panza arriba adoptada por Aznar durante su bienio negro. Gatuno es el se?or Rajoy, pero evoca sobre todo al gato astuto de movimientos silenciosos que no tiene un miau malo para nadie. Incluso cuando Rajoy se pone agresivo, trata de no perder el sentido del humor, y, por tanto, prepar¨¦monos a que el show de este nuevo D¨²o Din¨¢mico, Aznar y Rajoy, asuma la dial¨¦ctica entre el bueno y el malo, el guapo y el feo, el listo y el tonto, clave en la historia de los mejores duetos, desde el formado por Abbott y Costello hasta el integrado por Ortega y Gasset. En cualquier caso, el PP se la jugaba en las elecciones de 2003 aunque contara con el alivio de la prohibici¨®n de usar el No a la Guerra, como un no al PP instalado en las puertas o dentro de los colegios electorales. Prohibici¨®n no cumplida [...].
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