Una iniciativa a¨²n fuera de circulaci¨®n
Se propone un trueque: deuda del BCE a cambio de inversiones para la reconstrucci¨®n
Cerca de un centenar de economistas, entre los que se encuentran Thomas Piketty (El capital en el siglo XXI) y Steve Keen (La econom¨ªa desenmascarada), desarrolla en estos momentos los detalles de una iniciativa heterodoxa, con un doble objetivo: aumentar las inversiones para la recuperaci¨®n de las econom¨ªas nacionales europeas tras el brutal impacto del coronavirus; y, al tiempo, reducir...
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Cerca de un centenar de economistas, entre los que se encuentran Thomas Piketty (El capital en el siglo XXI) y Steve Keen (La econom¨ªa desenmascarada), desarrolla en estos momentos los detalles de una iniciativa heterodoxa, con un doble objetivo: aumentar las inversiones para la recuperaci¨®n de las econom¨ªas nacionales europeas tras el brutal impacto del coronavirus; y, al tiempo, reducir la deuda p¨²blica de ellas en una cuarta parte de su monto total. ?C¨®mo? Mediante un contrato entre los pa¨ªses del euro y el Banco Central Europeo (BCE) por el que ¨¦ste se compromete a borrar de su balance las deudas p¨²blicas que ha comprado (o a transformarlas en deuda perpetua, sin intereses) a cambio de que los Estados en cuesti¨®n se comprometan a invertir por valor del mismo importe para sus proyectos de transici¨®n ecol¨®gica.
El BCE posee aproximadamente el 25% de la deuda p¨²blica europea. Se podr¨ªa decir que nos debemos a nosotros mismos ese mismo porcentaje. Para pagarla, habr¨ªa que pedir m¨¢s cr¨¦ditos en un bucle infinito, aumentar los impuestos o recortar el gasto p¨²blico. Todas, soluciones dolorosas en cualquier circunstancia, m¨¢xime en estos tiempos (a pesar de los bajos tipos de inter¨¦s). Con la propuesta citada, el BCE podr¨ªa ofrecer a la eurozona medios adicionales para la reconstrucci¨®n, pero tambi¨¦n para aliviar los da?os sociales, econ¨®micos y culturales que ha tra¨ªdo la abrumadora crisis sanitaria.
Los economistas en cuesti¨®n son conscientes de que su iniciativa sele de los m¨¦todos tradicionales de actuaci¨®n del BCE, pero recuerdan que tambi¨¦n estaba fuera de lo usual la expansi¨®n cuantitativa (quantitative easing) que puso en funcionamiento Mario Draghi ¡ªaumentar la oferta de dinero mediante la compra de deuda p¨²blica y privada¡ª y sin embargo ha acabado formando parte de la normalidad y salvando las econom¨ªas de numerosos pa¨ªses. Se tratar¨ªa por tanto de un problema de voluntad pol¨ªtica, no de dificultades t¨¦cnicas. La actual es una situaci¨®n tan excepcional como lo fueron, por ejemplo, la Conferencia de Londres en 1933, en la que representantes de 66 pa¨ªses estuvieron reunidos m¨¢s de un mes con el objeto de coordinar las pol¨ªticas precisas para sacar al mundo de la Gran Depresi¨®n (fracasaron), o la conferencia de 1953, tambi¨¦n en Londres, para perdonar dos terceras partes de la deuda de la Rep¨²blica Federal de Alemania (se consigui¨®).
Es conveniente que las respuestas relacionadas con la deuda de todos los ciudadanos formen parte tambi¨¦n del debate p¨²blico. Su cuant¨ªa (hasta qu¨¦ porcentaje nos endeudamos) y financiaci¨®n (cu¨¢nto nos cuesta pagar esa deuda y qui¨¦n va a pagarla) son un barril de p¨®lvora rodeado de los incendios sanitario, econ¨®mico y ecol¨®gico. La deuda p¨²blica global asciende a unos 70 billones de euros, con un nivel porcentual solo comparable al que se lleg¨® en la Segunda Guerra Mundial. En buena medida, como ya se ha mencionado con respecto a Europa, es deuda adquirida por los respectivos bancos centrales, lo que ayuda a algunos pa¨ªses a no perder del todo sus niveles de vida previos a la pandemia y a la Gran Recesi¨®n. Muchos Estados superan ahora una deuda p¨²blica mayor del 100% de su PIB, lo que significa, por ejemplo, que violentar¨ªan los principios del Tratado de Maastricht que dieron lugar a la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria, y al euro (la excepci¨®n, por poco, ser¨ªa Alemania).
Con ese dinero, Gobiernos de todo signo pol¨ªtico han financiado los planes de est¨ªmulo (en una cuant¨ªa de alrededor de 10 billones de euros), el mantenimiento de los Estados de bienestar donde exist¨ªan y muchas de las necesidades de protecci¨®n a los ciudadanos con riesgo de quedarse atr¨¢s. Ya no queda rastro de la antigua pol¨ªtica de austeridad y la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, la b¨²lgara Kristalina Georgieva, todav¨ªa declaraba, una vez m¨¢s, por si alguien no la hab¨ªa escuchado: ¡°Ya dije en marzo ¡®por favor, gasten¡¯. Gasten lo que puedan y despu¨¦s gasten un poco m¨¢s. Abogu¨¦, y sigo abogando, por pol¨ªticas monetarias acomodaticias y pol¨ªticas fiscales que protejan a la econom¨ªa del colapso¡±. Heterodoxia pura.