?Es ¨¦tico no vacunarse?
El anuncio de que Galicia prev¨¦ multas a quien, injustificadamente, no quiera inmunizarse contra la covid-19, abre m¨²ltiples debates ¨¦ticos en torno a la vacunaci¨®n o a los privilegios de los primeros inoculados
¡°Al nacer, nos otorgan una doble ciudadan¨ªa, la del reino de los sanos y la del reino de los enfermos. Y aunque preferimos usar el pasaporte bueno, tarde o temprano cada uno de nosotros se ve obligado a identificarse, al menos por un tiempo, como ciudadano de aquel otro lugar¡±, escribi¨® Susan Sontag en La enfermedad y sus met¨¢foras. Por culpa del nuevo coronavirus, se ha creado un tercer reino: el de los vacunados. Es el territorio al que debemos escapar, huyendo de la pandemia. Pero el acceso a ese pasaporte es lento, complejo y genera muchas desigualdades. Algunos quieren saltarse la cola, unos pocos no quieren ni hacerla. Y se a?ade un problema fundamental: ese reino no ser¨¢ real hasta que la gran mayor¨ªa adquiera su nacionalidad. Necesitamos que todos est¨¦n all¨ª ¡ªla inmunidad de grupo¡ª para que su suelo nos acoja. Pero los dilemas ¨¦ticos que surgen en esta peregrinaci¨®n hacia la tierra prometida son innumerables y ni siquiera la ciencia proporciona una soluci¨®n clara o evidente.
El ¨²ltimo debate que ha surgido, el de obligar a vacunar a quien se niegue, es de los dilemas m¨¢s viejos en el campo de la inmunizaci¨®n. Esta vez lo ha convertido en norma el Parlamento gallego: entre otras infracciones ciudadanas en la lucha contra la pandemia, como las aglomeraciones o salir sin mascarilla, se incluye ¡°la negativa injustificada¡± a vacunarse. La multa oscilar¨ªa entre los 1.000 euros (si se considera infracci¨®n leve en grado m¨ªnimo) y los 60.000 (infracci¨®n grave en grado m¨¢ximo), dependiendo del contexto. ¡°El derecho es un instrumento muy torpe para garantizar la inmunidad de grupo, lo que hace falta es educaci¨®n y formaci¨®n¡±, opina el experto en bio¨¦tica Vicente Bellver, que forma parte del grupo de trabajo de la estrategia de vacunaci¨®n espa?ola. Bellver no comparte ¡°en absoluto¡± este enfoque gallego por dos motivos. Primero, porque estas medidas repercuten solo en los m¨¢s vulnerables: ¡°El que tenga un nivel alto de renta har¨¢ lo que quiera y los m¨¢s vulnerables no tendr¨¢n opci¨®n; es decir, solo los pobres estar¨¢n obligados a vacunarse¡±. No es un concepto tan excepcional: a principios del siglo XX, la epidemia de viruela se combat¨ªa en EE UU vacunando a pobres y negros a punta de pistola si era necesario, para proteger con su inmunidad a los privilegiados que prefer¨ªan no exponerse a los efectos secundarios del pinchazo, que entonces s¨ª entra?aba riesgos serios.
¡°La inmunizaci¨®n se ha convertido en una prueba profunda de nuestra capacidad para cooperar. Hemos creado un planeta que depende de ellas¡±Heidi Larson, Escuela de Londres de Higiene y Medicina Tropical
Adem¨¢s de injusta, la medida no le parece apropiada para incentivar a la poblaci¨®n, que asistir¨ªa a un cambio completo del enfoque de las ¨²ltimas d¨¦cadas. ¡°La vacunaci¨®n no es obligatoria en Espa?a y no se debe recurrir a elementos coactivos; en una sociedad robusta, los ciudadanos hacen cosas que les suponen un esfuerzo sin coacci¨®n, por un sentido de deber c¨ªvico¡±, se?ala este catedr¨¢tico de Filosof¨ªa del Derecho y Filosof¨ªa Pol¨ªtica de la Universitat de Val¨¨ncia. Desde el punto de vista de la comunicaci¨®n, es un tiro en el pie, puesto que la estrategia espa?ola est¨¢ basada en la transparencia, la solidaridad y la confianza. O te convencen los sanitarios, o te obligan los pol¨ªticos; hablamos de dos marcos completamente distintos.
El pilar de la estrategia, adem¨¢s, funciona. En apenas unos meses, la disposici¨®n a vacunarse se ha triplicado entre los espa?oles, seg¨²n un estudio de la Fundaci¨®n Espa?ola para la Ciencia y la Tecnolog¨ªa, dependiente del Ministerio de Ciencia. Los recelos que se vieron en verano ¡ªque sobre todo ten¨ªan que ver con la seguridad y las prisas¡ª cayeron de golpe en cuanto las vacunas se empezaron a pinchar por millones con magn¨ªficos resultados y sin sustos. Por eso sorprende que se incluya ahora esta infracci¨®n en la ley sanitaria gallega, cuando m¨¢s del 80% de los espa?oles se muestran dispuestos, seg¨²n el CIS. La obligatoriedad tiende a ser contraproducente, sobre todo entre quienes dudaban, que arquean la ceja y se preguntan: ¡°Si es tan buena, ?por qu¨¦ me la impones?¡±. De este modo, se confirmar¨ªan algunos de los prejuicios de los m¨¢s conspiranoicos.
Los principales argumentos de quienes recelan en Espa?a de las vacunas son fundamentalmente dos, seg¨²n el estudio Cosmo-Spain del Instituto de Salud Carlos III, impulsado por la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) para saber c¨®mo perciben los ciudadanos de cada pa¨ªs los riesgos de la covid. Y se expresan as¨ª: ¡°Puede tener riesgos para mi salud¡± y ¡°Me falta informaci¨®n para decidir¡±.
La OMS prefiere que no se obligue y la ley sanitaria espa?ola ya contempla la mano dura como ¨²ltimo recurso. Precisamente en Galicia, un juez autoriz¨® la vacunaci¨®n de una anciana incapaz a pesar de que su hija se opon¨ªa. Es decir, el camino principal no contempla imposici¨®n, pero se concede el atajo en condiciones excepcionales.
Frente a esa imagen torpe del reba?o, la escritora Eula Biss propone cambiar la met¨¢fora por ¡°inmunidad de colmena¡±, porque describe mejor el concepto de inteligencia colectiva
Bellver, eso s¨ª, critica la ¡°actitud parasitaria¡± de quien no se vacuna y se va a subir al barco sin pagar un viaje que se costea con el esfuerzo de todos los dem¨¢s. Elvis Garc¨ªa, experto en salud p¨²blica y vacunaci¨®n de la Universidad de Harvard, admite que, en principio, es f¨¢cil pensar que es una medida de salud p¨²blica que deber¨ªa ser obligatoria porque ¡°nos viene bien a todos¡±. A quien se niega, Garc¨ªa le dice: ¡°Te beneficias y no participas, pero los que se deben beneficiar son los que no se pueden vacunar¡±. Se refiere a las personas con una inmunidad fr¨¢gil que no les permite exponerse a ese f¨¢rmaco. Protegerlos es una de las razones para las que se construye, entre todos, la inmunidad de reba?o, como la llaman en el mundo anglosaj¨®n. Frente a esa imagen torpe y asustadiza de las ovejas en reba?o, la escritora Eula Biss propone cambiar la met¨¢fora por ¡°inmunidad de colmena¡±, porque describe mejor el concepto de inteligencia colectiva interdependiente, edificada en cooperaci¨®n por toda la sociedad.
Seamos ovejas o abejas, Garc¨ªa opina que ¡°obligar a alguien a inocularse un elemento biol¨®gico es muy delicado¡±, por lo que apuesta m¨¢s por incentivos o presiones de otro tipo, como cuando los colegios no aceptan a escolares sin la cartilla de vacunas en regla. Pero quiz¨¢ el mayor est¨ªmulo termine siendo el pase verde, como lo llaman en la Uni¨®n Europea, o el pasaporte de vacunaci¨®n, por volver a la met¨¢fora de Sontag. Un plan que tiene el respaldo del Gobierno espa?ol y que permitir¨ªa a los vacunados contar con ventajas como viajar libremente. Bellver no aprueba los certificados vacunales porque podr¨ªan ocasionar muchas desigualdades: ¡°Antes habr¨ªa que garantizar que toda la sociedad ha tenido acceso a la vacuna, que la informaci¨®n del estado de salud sea confidencial y que no se generan l¨®gicas coactivas¡±. Por ejemplo, que una empresa solo emplee a profesionales vacunados y no renueve al resto. En un estudio realizado en 19 pa¨ªses de cuatro continentes se observ¨® que el escenario que m¨¢s recelo provoca hacia las vacunas de la covid es el de que las compa?¨ªas obliguen a sus empleados a inmunizarse. ¡°Me genera mucho miedo que por primera vez se establezca un criterio de salud para dar privilegio a unas personas frente a otras¡±, advierte Bellver. Y matiza: ¡°Creo que no compensa, pero no hay nada que sea categ¨®rico en este campo¡±.
¡°El derecho es un instrumento muy torpe para garantizar la inmunidad de grupo, lo que hace falta es educaci¨®n y formaci¨®n¡±Vicente Bellver, experto en bio¨¦tica
Para la investigadora Matilde Ca?elles, del Instituto de Filosof¨ªa del CSIC, este pasaporte suscita muchas dudas incluso desde el punto de vista t¨¦cnico. ¡°Se plantea el debate como si fuera de blanco o negro y estamos en un territorio de grises¡±, indica. ¡°Todav¨ªa no sabemos si la persona que se vacune va a contagiar, si previene la infecci¨®n sintom¨¢tica y asintom¨¢tica, si esto va a ser as¨ª con todas las vacunas y con todas las variantes nuevas. Es extremadamente complicado¡±, resume la bi¨®loga. Este mismo recelo lo ha expresado incluso Angela Merkel, junto con las posibles reticencias que genera institucionalizar esta discriminaci¨®n. Ca?elles, que tras una carrera como inmun¨®loga ahora se dedica a la filosof¨ªa de la ciencia, plantea el conflicto que podr¨ªa suponer un escenario en el que haya personas vacunadas con f¨¢rmacos con distintas ventajas y privilegios, pero ninguna de ellas haya elegido lo que se les inocul¨®. Lo que origina otro problema m¨¢s: la percepci¨®n de que hay un men¨² de distintas vacunas, unas mejores que otras, en el que apetece elegir. ¡°Es un error que hay que atajar¡±, avisa Garc¨ªa. ¡°A la gente le tiene que quedar claro que todas son muy buenas, pero porque todos nos vamos a vacunar y nos protegeremos entre todos. A mis amigos les digo: ponte la que te den, que ser¨¢ la apropiada¡±. Hay que incidir en la mentalidad de grupo: estamos achicando agua en un bote que se inunda y da igual si tu cubo es un poco m¨¢s grande o m¨¢s peque?o que el de los dem¨¢s; si todos los tripulantes tienen un cubo y achican el agua, no habr¨¢ naufragio. El problema al que nos estamos enfrentando es atajar la pandemia, insiste Ca?elles, y eso solo se consigue entre todos. No solo dentro de Espa?a o en los pa¨ªses ricos que acaparan la producci¨®n de vacunas, sino tambi¨¦n con la mente puesta en las naciones con menos recursos.
En plena pandemia, la experta en recelos hacia las vacunas Heidi Larson, de la Escuela de Londres de Higiene y Medicina Tropical, public¨® su libro Stuck, que est¨¢ lleno de claves para entender el fen¨®meno. En ¨¦l deja una reflexi¨®n que supone el pilar sobre el que se sostienen todos estos debates: ¡°La inmunizaci¨®n se ha convertido en una prueba profunda de nuestra capacidad para cooperar. (¡) La calidad de vida de la que la mayor¨ªa de nosotros disfrutamos hoy depende de las vacunas. En muchos sentidos, es uno de los mayores experimentos sociales mundiales de colectivismo y cooperaci¨®n en los tiempos modernos¡±. Y a?ade, a modo de advertencia: ¡°Hemos creado un planeta que depende de ellas¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.