Alessandro Baricco: ¡°Los j¨®venes nos pasar¨¢n la cuenta de esta crisis¡±
El escritor italiano, autor del superventas ¡®Seda¡¯, publica un libro autofinanciado de reflexiones sobre la pandemia. Lo ide¨® para que sea le¨ªdo en el m¨®vil
Alessandro Baricco (Tur¨ªn, 63 a?os) estaba hace un a?o y tres meses en un s¨®tano de Par¨ªs escuchando a una banda con unos amigos. Desde aquel lugar peque?o y lleno de humo se despidi¨® de la vida normal. A su regreso a Tur¨ªn se encontr¨® con un pa¨ªs confinado, una cuarentena obligatoria y el inicio de algo monstruoso cuya magnitud comprendi¨® cuando cerr¨® la escuela de escritura que dirige (Holden). Vinieron semanas de aburrimiento, varado por primera vez en la misma casa con una mujer a la que no hac¨ªa tanto que hab¨ªa conocido. ¡°La pandemia es un acelerador, y algo que quiz¨¢ me hubiera llevado tres a?os sucedi¨® en pocos meses¡±, bromea el autor de Seda en un hotel del centro de Roma. Sin demasiadas ganas de nada, entendi¨® que deb¨ªa contar lo que suced¨ªa a trav¨¦s de un formato distinto. Al fin y al cabo, el mundo tampoco volver¨ªa a ser ya igual. Y as¨ª sali¨® Lo que est¨¢bamos buscando (Anagrama, 2021). Un librito sobre la pandemia que primero se construy¨® como ensayo fragmentado para m¨®viles, y con el que vaticina la muerte del ensayo tradicional.
Pregunta. ?C¨®mo pens¨® este libro?
Respuesta. Lo medit¨¦ mucho, no quer¨ªa contar banalidades. Cargu¨¦ todas las ideas y luego lo escrib¨ª en una semana. Lo importante era encontrar la forma. Y era bastante extra?o, iba a ser gratis, con movimientos laterales. Se pod¨ªa leer desordenado y tambi¨¦n escucharlo le¨ªdo por m¨ª. Esa era la mitad del proyecto. Ahora ha salido el libro f¨ªsico, que es la parte m¨¢s simple. Lo otro fue distinto: lo escrib¨ª y en una semana hab¨ªa 100.000 personas en Italia que hab¨ªan entrado. Lo pagu¨¦ yo, cost¨® 2.000 euros. Quer¨ªa dar a conocer estas ideas lo antes posible. Que se pudiera leer de pie, mientras esperas¡ Casi dir¨ªa mientras haces otra cosa. La edad media del lector era de 25 a 30 a?os. Pero no lo le¨ªa nadie de m¨¢s de 50, as¨ª que sacamos el libro f¨ªsico.
P. Dice en el libro que la pandemia debe concebirse como un mito.
R. Pensar en resolverla con n¨²meros o con el relato m¨¦dico es una locura. Lo mismo que gestionarla con el sentido com¨²n de los pol¨ªticos. Es algo m¨¢s complejo, un evento que hemos permitido que sucediera y quiz¨¢s, incluso, esperado o provocado colectivamente. Simplemente, no tom¨¢ndolo en serio, no defendi¨¦ndonos.
P. En el mito hay una ense?anza moral. ?Nos merec¨ªamos esto?
R. Hay un punto de disponibilidad al accidente. Hemos elegido tirar todos los muros y hemos querido el riesgo: pod¨ªa ser un virus o cualquier otra cosa. Cuando haces viajar a un n¨²mero enorme de humanos por el mundo es obvio que puede haber problemas de salud. Hemos ido directos a esto, quiz¨¢ para tener una excusa para cambiar muchas cosas. Un pu?etazo para transformar el mundo.
P. Usted cita a Jung, quien asegur¨® que pod¨ªa prever la llegada de Hitler al poder a trav¨¦s de los sue?os de sus pacientes en los meses precedentes. ?Cree de verdad que esto era algo previsible a trav¨¦s del inconsciente?
R. Creo que inconscientemente una parte de nosotros buscaba ese accidente que le digo. Y cuando no llegaba, se lo inventaba: la inmigraci¨®n, el terrorismo isl¨¢mico, fen¨®menos presentes, asuntos que ven¨ªan muy amplificados por una sed de emergencia, por un hambre de trauma. Es una tendencia inconsciente colectiva.
P. El mundo se vuelve cada vez m¨¢s dif¨ªcil de entender para los no especialistas. Se supon¨ªa que esta pandemia iba a suponer el regreso de los expertos y nos iba a librar de los populismos.
R. El populismo no sabemos c¨®mo acabar¨¢. Pero esta pandemia ha sido la ¨²ltima funci¨®n solemne y gloriosa del especialista. El saber m¨¦dico sale de esta pandemia muy redimensionado; hemos entendido que los n¨²meros cuentan relativamente. Con la vacuna, la ciencia ha dado indicaciones durante toda la pandemia que nos parecer¨¢n delirantes en unos a?os. N¨²meros que se revelar¨¢n falsos. Hay sitios del mundo donde no se pueden contar los muertos. As¨ª que colectivamente se saldr¨¢ pensando que la ciencia puede ser ¨²til, pero que no basta para superar los l¨ªmites y los sufrimientos.
P. ?No se habr¨¢ vuelto negacionista?
R. No, no. El negacionismo es una forma de rabia infantil. Incluso comprensible, pero no compartible. Es ingenuo e in¨²til. La alternativa no es el veredicto de la ciencia, sino una comprensi¨®n de la realidad llevada a cabo, en parte, con la comprensi¨®n de la ciencia. Pero completada con una capacidad de sentir la parte irracional del mundo y construir un relato para recoger todos los indicadores de la realidad.
P. La ciencia ha dado hasta ahora todas las respuestas...
R. La ciencia m¨¦dica ha calculado en modo impreciso las consecuencias m¨¦dicas del virus: enfermos, contagiados, muertos. Pero no puede contar el sufrimiento, el malestar, la soledad, la depresi¨®n, el cansancio, el envejecimiento¡ No tiene un solo ¨ªndice que mida todo eso. Y no se puede tomar una decisi¨®n sensata teniendo solo en cuenta lo que afecta a nuestro cuerpo y no a nuestro ¨¢nimo. Pero lo hemos hecho.
P. ?Le parece oportuno comparar la pandemia con una guerra?
R. No es lo mismo, claro. Pero es ¨²til. Un punto claro es que cuando todo esto se difumine en una cotidianidad normal, la gente querr¨¢ ser recompensada, como despu¨¦s de la guerra: he combatido, lo he superado, ahora quiero un premio. Esto pasaba entonces y pasar¨¢ ahora. Cuando sales de una guerra y vas a comprar la leche y es la misma que antes es muy decepcionante. Has atravesado toda esta tragedia y esperas que la leche tenga algo nuevo. Esa irracional ansia de vida tendr¨¢ un impacto sobre todas las cosas.
P. ?En qui¨¦n tendr¨¢ m¨¢s efectos?
R. En los j¨®venes. De los 50 en adelante el impulso es volver a poner las cosas en la mesa tal y como estaban antes del terremoto. Pero los j¨®venes tendr¨¢n el instinto de ese mundo distinto. Est¨¢n muy nerviosos. Hay un resentimiento que crece porque han sido los grandes sacrificados. Ten¨ªan un riesgo de mortalidad nulo y les han robado un a?o y medio de vida. El objetivo principal de un chico de 14 a?os es liberarse de su familia. Pero, en cambio, han sido obligados a encerrarse con ellos en casa. La proporci¨®n entre riesgo y sufrimiento ha sido muy alta. As¨ª que nos pasar¨¢n la cuenta, y es justo que sea as¨ª.
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