Utop¨ªas de verano
El dilema sobre la prevalencia de las reformas o de los est¨ªmulos est¨¢ presente de modo permanente
En una crisis monumental, ?qu¨¦ se debe aplicar antes, las reformas pendientes para hacer la econom¨ªa m¨¢s eficaz, o las medidas de est¨ªmulo para que la recuperaci¨®n llegue lo antes posible? Este dilema, m¨¢s complejo en la realidad que en su enunciado, est¨¢ presente en Espa?a, en las diferentes sensibilidades que forman parte de un Consejo de Ministros de coalici¨®n. No es precisamente nuevo en el tiempo: por ejemplo, en los a?os treinta del siglo pasado, cuando EE UU combat¨ªa la Gran Depresi¨®n, la discusi¨®n divid¨ªa al presidente Roosevelt y al economista que, con vaivenes, le hab¨ªa aportado una teor¨ªa general para su acci¨®n pol¨ªtica, el brit¨¢nico John Maynard Keynes.
Keynes escribi¨® dos veces a Roosevelt, en 1933 y 1938. En ambas misivas, m¨¢s all¨¢ de un apoyo general, le criticaba el hecho de priorizar las reformas estructurales por encima de los paquetes de reactivaci¨®n del crecimiento, o le insist¨ªa en que el principal objetivo de su pol¨ªtica deb¨ªa ser el est¨ªmulo al consumo de la gente y el bienestar de los ciudadanos a trav¨¦s del gasto p¨²blico. Nada de reactivaciones por arriba, estrictamente macroecon¨®micas (Historia del New Deal, de Andreu Espasa; Catarata).
Espa?a se va de vacaciones habiendo aplicado paquetes de est¨ªmulo contenidos en los Presupuestos Generales del Estado y a punto de recibir el primer hilito de agua de la poderosa manga riega de Bruselas. Pero las principales reformas (mercado de trabajo, pensiones, fiscal) se han dejado madurando para la segunda parte del a?o o para el ejercicio siguiente. En materia laboral, por ejemplo, ni se ha derogado la reforma del a?o 2012, ni se ha subido a¨²n el SMI correspondiente a 2021, que afecta a 1,5 millones de personas, principalmente mujeres y j¨®venes, lo que es inentendible al menos desde el punto de vista pol¨ªtico. Ambas medidas forman parte del acuerdo de gobierno entre los socialistas y Unidas Podemos.
El paquete central en materia laboral en el new deal de Roosevelt fue una Ley de Seguridad Social que facilitaba las pensiones de jubilaci¨®n y el seguro de desempleo. Su principal hacedora fue una mujer, Frances Perkins, secretaria de Trabajo, una de las pocas personas que apoy¨® a Roosevelt desde el principio de su mandato presidencial hasta que muri¨® con las botas puestas (1933-1945), a la que se deben tambi¨¦n los impulsos a favor de un salario m¨ªnimo, contra la explotaci¨®n infantil, la regulaci¨®n de las horas extra o la estandarizaci¨®n de la jornada de 40 horas.
Sin duda bajo la influencia de Perkins (en el apartado laboral tan influyente como Keynes en el econ¨®mico), en enero de 1944 dio Roosevelt su ¨²ltimo discurso sobre el estado de la Uni¨®n (fue elegido presidente en cuatro ocasiones). En ¨¦l plante¨® la necesidad de una segunda Carta de Derechos (Bill of Rights); la primera carta est¨¢ compuesta por las primeras 10 enmiendas de la Constituci¨®n americana, que tratan, en esencia, de poner l¨ªmites al Estado para garantizar derechos y libertades como la de expresi¨®n o un juicio justo. La segunda carta hubiera comprendido el derecho a un trabajo ¨²til y remunerado; a ganar lo suficiente para proporcionar comida o ropa; a una vivienda digna, a atenci¨®n m¨¦dica adecuada o a una buena educaci¨®n; a una protecci¨®n contra los temores econ¨®micos de la vejez, la enfermedad, los accidentes y el desempleo; etc¨¦tera. Todos estos derechos se traduc¨ªan en seguridad.
Fueron una enso?aci¨®n. Tras la muerte de Roosevelt en abril de 1945, sus proyectos para una segunda Carta de Derechos cayeron en el olvido. Alguno de ellos, que tendi¨® a sobrevivir, fue enterrado boca abajo con la llegada de la revoluci¨®n conservadora. Tan solo cuatro a?os despu¨¦s, en 1949, un profesor de Sociolog¨ªa de la London School of Economics, T. H. Marshall, puso en circulaci¨®n el concepto de ¡°ciudadan¨ªa social¡±, que sigue vigente: la ciudadan¨ªa social comprende desde el derecho a la seguridad y a un m¨ªnimo bienestar econ¨®mico hasta el de compartir plenamente la herencia social y vivir la vida de un ser civilizado conforme a los est¨¢ndares predominantes en la sociedad.
Utop¨ªas de verano.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a la newsletter semanal de Ideas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.