Escenarios gelatinosos
La extrema derecha se presenta con un aura de incorrecci¨®n que atrae a una parte de la juventud
El a?o 2022 abre una etapa pol¨ªtica distinta, caracterizada por la emergencia de una extrema derecha muy potente en el Parlamento; la cantonalizaci¨®n de la C¨¢mara a trav¨¦s de la aparici¨®n de partidos locales; la subsidiaridad de las formaciones pol¨ªticas que emergieron con el apellido de ¡°nueva pol¨ªtica¡±, y quiz¨¢ la concreci¨®n de ese magma experimental en forma de plataforma que puede liderar la actual vicepresidenta Yolanda D¨ªaz. Un escenario gelatinoso que conlleva la desaparici¨®n estructural de los gobiernos monocolor, y una enorme fragilidad de las coaliciones de Gobierno por la mayor fragmentaci¨®n parlamentaria.
De todos estos elementos, el dominante es la presencia poderosa de la extrema derecha en Espa?a, en l¨ªnea con lo que est¨¢ sucediendo en otros pa¨ªses europeos. Un conglomerado de argumentos conforma estos escenarios. Hace unos d¨ªas se present¨® en el Instituto Elcano el estudio Divisiones pol¨ªticas y desigualdades sociales, con una de sus autoras, Clara Mart¨ªnez-Toledano. Este art¨ªculo examina la transformaci¨®n del voto por caracter¨ªsticas socioecon¨®micas (renta, nivel educativo, riqueza, religi¨®n, raza, edad, g¨¦nero¡) de 50 pa¨ªses. Se puede afirmar que en Espa?a la edad de los electores es clave para la determinaci¨®n de su voto, y que en muchos casos aquella divide m¨¢s que la renta o la educaci¨®n: los nuevos partidos, en declive o emergentes, concentran la mayor parte de los votantes de menos de 50 a?os. Algo que est¨¢ sucediendo ¡ªtodav¨ªa m¨¢s en otros pa¨ªses que en Espa?a¡ª es que los ciudadanos mejor educados (que, l¨®gicamente, se corresponden con los de niveles de renta pudientes) se inclinan por los partidos socialdem¨®cratas m¨¢s que por los de la derecha tradicional. Atentos a esta tendencia que supondr¨ªa una cierta esquizofrenia ideol¨®gica.
Acaba de salir un sugerente libro titulado ?La rebeld¨ªa se volvi¨® de derecha? (Clave Intelectual), del historiador argentino Pablo Stefanoni. Analiza el incremento constante de una extrema derecha que pretende cambiar el mundo con combinaciones heterog¨¦neas de nacionalismo radical, posiciones anti Estado, xenofobia, racismo y misoginia, aunque tambi¨¦n con gui?os a la comunidad LGTBI y al ecologismo, con el objeto de disputar estas banderas a la izquierda. Esas derechas alternativas se presentan con un aura de incorrecci¨®n pol¨ªtica y novedad que atrae a una parte de la juventud. El mundo de la posindignaci¨®n se est¨¢ vinculando a este segmento ideol¨®gico que, en algunos casos, se apodera de banderas antisistema y anti statu quo.
La extrema derecha se dice anticomunista en una coyuntura en la que apenas hay comunistas. Entiende que el marxismo perdi¨® la batalla de la econom¨ªa y el comunismo se derrumb¨®, pero gan¨® la batalla de la cultura, lo que se manifiesta en la literatura, el arte, los medios de comunicaci¨®n¡, lo que antes se denominaban aparatos ideol¨®gicos del Estado (el ¡°marxismo cultural¡±). Con esta combinaci¨®n de valores e ideas, muchas veces expuestas sin necesidad de sostenerlas con datos ciertos y contrastados, han de confrontarse la democracia liberal, la derecha tradicional (peligrosamente arrastrada a las posiciones ultras) y las distintas izquierdas, que parecen sufrir una suerte de par¨¢lisis de la imaginaci¨®n. Como escribi¨® Tony Judt, ¡°estamos intuitivamente familiarizados con los problemas de la injusticia, la falta de equidad, la desigualdad y la inmoralidad, s¨®lo que hemos olvidado c¨®mo hablar de ellos¡±.
Si el futuro aparece como una amenaza y no como una oportunidad, lo m¨¢s sensato es defender lo que existe: las instituciones que tenemos, el Estado de bienestar y la democracia, aunque est¨¦ desnaturalizada por el poder del dinero. Se trata de conservar. Las izquierdas se hallan encerradas con frecuencia en una lucha por defender el capitalismo tal como es (malo), frente al capitalismo tal como amenaza en convertirse (peor), lo que las convierte en defensoras del sistema.
Como ha dicho alguien, ¡°todos nos hemos convertido en fukuyamistas¡±. Para reaccionar habr¨ªan de combinar las demandas de reconocimiento (identidad) con las demandas materiales (redistribuci¨®n), para volver a conectar con sus graneros habituales de votos y disput¨¢rselos a una extrema derecha que, se quiera o no, forma parte ya del paisaje de nuestro tiempo.
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