Carla Sim¨®n, la ¡®outsider¡¯ de Alcarr¨¤s que conquist¨® Berl¨ªn
La directora estrena el pr¨®ximo viernes su segundo largo, una cinta conmovedora y di¨¢fana sobre el trabajo del campo. La primera espa?ola en ganar la Berlinale ya hab¨ªa obtenido all¨ª un premio del jurado con ¡®Verano 1993¡ä
En el cine de Carla Sim¨®n (Barcelona, 1986) hay algo del esp¨ªritu termita que celebr¨® el can¨®nico cr¨ªtico Manny Farber. Obra a obra, Sim¨®n, a punto de estrenar Alcarr¨¤s, ha buscado expandir los contornos de su cine, escapar de lo altisonante y lo previsible, avanzando con ¡°su actividad ansiosa, trabajosa y descuidada¡±. La meticulosidad de la cineasta parece contradecir esa idea sobre el espont¨¢neo descuido que le gustaba al cr¨ªtico estadounidense, pero, en verdad, es necesario haber pensado mucho el cine para permitir que lo inesperado lo atraviese, como sucede en las pel¨ªculas de Sim¨®n.
Podr¨ªa decirse que uno de los anhe?los de la realizadora es hacer cine de la vida, porque su biograf¨ªa ha alimentado sus ficciones. Sus trabajos se mueven en las coordenadas de la familia y del duelo. En Verano 1993 (2017) explicaba su experiencia personal de la p¨¦rdida a trav¨¦s de la mirada de una ni?a hu¨¦rfana, y en su segundo largometraje, hist¨®rico Oso de Oro en la pasada Berlinale, se ha inspirado en la rama materna para retratar la ¨²ltima cosecha de una familia de agricultores, obligada a renunciar a las tierras donde cultivan melocotones desde hace d¨¦cadas. Sus cortometrajes tambi¨¦n indagan en los lazos sangu¨ªneos: en Correspondencia (2020), la catalana le cuenta a la chilena Dominga Sotomayor la reciente muerte de su abuela; mientras que Llacunes (2016), que realiz¨® para preparar Verano 1993, tom¨® las cartas de su madre, Neus Pip¨®, fallecida de sida cuando Sim¨®n ten¨ªa seis a?os, para darle forma a su ausencia. Detr¨¢s, no obstante, de la pertinaz aspiraci¨®n a que el cine llegue a ser reflejo de la vida, est¨¢ adem¨¢s el compromiso por mostrar la imagen justa y, sobre todo, un esfuerzo may¨²sculo para lograr que la sustracci¨®n de elementos equivalga a una suma.
Para mantener esa fidelidad con la verosimilitud y el naturalismo, se ha de ser muy disciplinado. Y Sim¨®n lo es. ¡°La frescura, ese punto del error en las tomas, como lo llama Carla, exige mucha planificaci¨®n¡±, apunta Ana Pfaff, montadora de las dos pel¨ªcu?las de la directora. Para Arnau Vilar¨®, coguionista de Alcarr¨¤s, que se estrena el pr¨®ximo viernes, Sim¨®n es muy exhaus?tiva en todos los procesos de la creaci¨®n: guion, localizaci¨®n, rodaje y montaje. Junto a ella comparti¨® dos a?os escribiendo el azaroso destino de los Sol¨¦, pasando dos veranos en la mas¨ªa de los Sim¨®n y en la de los Vilar¨® en Bellv¨ªs (Lleida), rodeados del material con el que forjar¨ªan el filme.
Sim¨®n ten¨ªa muchas ganas de retratar cinematogr¨¢ficamente qu¨¦ significa ser parte de una familia muy grande, como es la suya, donde pasan muchas cosas a la vez. Aunque su familia cultiva melocotones en Alcarr¨¤s (Lleida), la cineasta no creci¨® ah¨ª y sent¨ªa que le faltaba algo si quer¨ªa contar la pel¨ªcula desde su posici¨®n. ¡°Es un lugar que he vivido como una outsider¡±, admite Sim¨®n por videollamada.
Tras la muerte de sus padres, ella se fue a vivir con sus t¨ªos y su prima a Les Planes d¡¯Hostoles, en La Garrocha, como plasm¨® en Verano 1993. En bachillerato, C¨®digo desconocido (2000), de Michael Haneke, hizo que quisiera estudiar cine en vez de periodismo y, al acabar el grado de Comunicaci¨®n Audiovisual, viaj¨® gracias a una beca a la London Film School para formarse como directora. Los cortos Born Positive (2012), Lipstick (2013) y Las peque?as cosas (2015) cimentaron el aprendizaje. Con Verano 1993, logr¨® el Gran Premio del Jurado Generation KPlus de la Berlinale, la Biznaga de Oro en M¨¢laga y el Goya a la mejor direcci¨®n novel.
El ¨¦xito internacional de su ¨®pera prima ayud¨® a que se despreocupara, en cierto modo, de la financiaci¨®n para Alcarr¨¤s. Hab¨ªa otro tipo de complicaciones: una historia con muchos personajes y actores no profesionales cuya presencia ten¨ªa que desprender autenticidad. Por ese motivo Sim¨®n pens¨® en Vilar¨®: pese a que este no hab¨ªa escrito guiones, confi¨® en ¨¦l porque es de un pueblo del Segri¨¤, la misma comarca de Alcarr¨¤s, y su experiencia beneficiar¨ªa a la historia. Esos veranos de escritura fueron tambi¨¦n los ¨²ltimos de fiestas mayores, de observar a los familiares cosechar y de conocer a los vecinos de la regi¨®n, antes de que la pandemia paralizara la producci¨®n.
Con el material en la sala de edici¨®n, Pfaff y Sim¨®n pasaron meses compartiendo jornadas intensas, discutiendo toma a toma c¨®mo equilibrar esa polifon¨ªa, c¨®mo hacer que se deslizaran las im¨¢genes y a la vez generaran tensi¨®n dram¨¢tica. Aspiraban a que el m¨¢ximo del metraje encontrara su lugar en el corte final del filme. Tambi¨¦n, entre bromas, a que fuera una pel¨ªcula ¡°trepidante¡±.
A Sim¨®n no le gusta precipitarse y hace gala de un ¨¢nimo met¨®dico, a pesar de que confiesa que su cabeza es un hervidero de ideas. ¡°No s¨¦ hasta qu¨¦ punto uno puede aprender cuando lo hace todo r¨¢pido o cuando intenta hacer una pel¨ªcula que no sabe hacer¡±, reconoce. Siente, adem¨¢s, que el tiempo era necesario para que Alcarr¨¤s hiciera justicia al lugar, que reflejara el v¨ªnculo de los Sol¨¦ con el campo, que reivindicara esa forma de vida en ese paisaje ¡°sin preciosismos¡±.
La pel¨ªcula es una cr¨®nica ¨¢rida y tierna sobre un mundo rural en extinci¨®n. Fuera de esa conmovedora eleg¨ªa se ha quedado mucho material, sobre todo de los ni?os de la pel¨ªcula jugando. ¡°Ni?os, juego y Carla: ?te lo puedes imaginar!¡±, exclama Pfaff. Sim¨®n, en el segundo trimestre de embarazo, sonr¨ªe con dulzura: ¡°Son mi punto d¨¦bil¡±.
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