Tuteos por todas partes
Dos valores activan esa expansi¨®n. El igualitarismo, porque no nos gustan las diferencias jer¨¢rquicas, y la cercan¨ªa
Muchas personas sufrieron un gran golpe de realidad cuando alguien las trat¨® por vez primera de usted. Pero con el paso de los a?os empez¨® a sucederles lo contrario: de repente las tuteaba todo el mundo.
Los tratamientos de cortes¨ªa en Espa?a retroceden en los ¨²ltimos decenios. Este fen¨®meno ya lo reflej¨® hace 75 a?os el acad¨¦mico D¨¢maso Alonso en su art¨ªculo La muerte del usted (Abc, 23 de noviembre de 1947), en el que se preguntaba si esa f¨®rmula acabar¨ªa en el mismo caj¨®n que ¡°vuecencia¡±. Tambi¨¦n recordaba, no sin nostalgia, los tiempos en que los estudiantes varones trataban de usted a sus compa?eras de facultad. Y a?ad¨ªa: ¡°la amistad, el t¨², se ganaban, se constru¨ªan lentamente¡±.
Algo antes, en el XIX, al gran cronista Mariano Jos¨¦ de Larra le parec¨ªa alarmante que los hijos tutearan a los padres. A saber qu¨¦ dir¨ªa ahora, cuando su famoso t¨ªtulo Vuelva usted ma?ana ha quedado obsoleto en la Administraci¨®n para dejar paso a un supuestamente m¨¢s agradable ¡°vuelve ma?ana¡±, seg¨²n rese?¨® Mayte Rius en La Vanguardia el 2 de noviembre de 2011. (Eso s¨ª: el adverbio se mantiene).
Hoy en d¨ªa los peri¨®dicos tutean a los lectores, como los anuncios de televisiones y plataformas a los espectadores, y el vendedor al comprador; tambi¨¦n lo hacen los bancos con sus clientes; y el partido con sus militantes (¡°?quieres que Junts siga formando parte del Govern?¡±).
Dos valores activan esa expansi¨®n: Por un lado, el igualitarismo. No nos gustan las diferencias jer¨¢rquicas, pese a que no sabr¨ªamos organizarnos sin ellas, y el t¨² sirve para difuminar ese escalaf¨®n no siempre agradable. Y por otra parte, la cercan¨ªa, que tambi¨¦n ha subido pelda?os en la escala social; y los ha bajado el respeto, quiz¨¢s porque se identifica ahora con la distancia y la diferencia.
En algunos casos se aprecia la buena intenci¨®n del tuteo. Por ejemplo, enfermeras y auxiliares tratan con familiaridad a los ingresados de edad avanzada para que se sientan como en casa. Sin embargo, a veces eso sorprende a quienes lo observan desde fuera, porque tal vez aprecian en ello un cierto tono infantil, una cierta impostura.
Ese factor humano bienintencionado desaparece no obstante en el ¨¢mbito comercial. En muchos anuncios s¨®lo impera el prop¨®sito de simular una cercan¨ªa que ni f¨ªsica ni mentalmente va a existir; y se aplica el tuteo para que el interlocutor baje la guardia y acceda m¨¢s f¨¢cilmente a los intereses del otro.
Podemos diferenciar, por tanto, entre el tuteo natural (en una relaci¨®n estrecha), el tuteo que busca crear un ambiente de cari?o (el de los hospitales) y el tuteo interesado (el del banco con sus sufridores).
?Y d¨®nde queda el ustedeo? Se reserva para las ocasiones en las que el respeto constituye un valor superior a la cercan¨ªa y al igualitarismo. Por ejemplo, las personas cultivadas y las intuitivas saben que con un extra?o se discute mejor de usted que de t¨², porque en esa bronca siempre quedar¨¢ algo de cortes¨ªa.
En algunos pa¨ªses hispanoamericanos, el ¡°usted¡± puede sentirse m¨¢s ¨ªntimo incluso que el tuteo. El cubano Pablo Milan¨¦s canta ¡°de qu¨¦ callada manera se me adentra usted sonriendo¡±. Y Serrat capt¨® muy bien ese uso durante una actuaci¨®n a principios de los ochenta en el teatro Col¨®n de Bogot¨¢, cuando, seg¨²n reflejaba el periodista Daniel Samper en El Tiempo, retoc¨® una conocid¨ªsima letra suya: ¡°Vuela esta canci¨®n, para usted, Luc¨ªa¡¡±. El p¨²blico entendi¨® el gui?o y prorrumpi¨® en una ovaci¨®n. Una ovaci¨®n al usted.
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