Demasiados jueces en este tribunal
El Tribunal Constitucional est¨¢ tomado cada vez m¨¢s por jueces, ocho de once, y ex?miembros del Tribunal Supremo
La elecci¨®n de los nuevos miembros del Tribunal Constitucional, as¨ª como de su presidente y vicepresidenta, es una buena noticia en cuanto que pone fin, casi, a una grave anomal¨ªa: la permanencia en los cargos de aquellos cuyo mandato ya hab¨ªa caducado. El ¡°casi¡± se debe a que a¨²n falta que el Senado elija a un duod¨¦cimo magistrado, algo que al parecer no suceder¨¢ mientras que siga en pie una anomal¨ªa a¨²n m¨¢s descarada: la renovaci¨®n del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que veta el Partido Popular pese a que su mandato caduc¨®, incre¨ªblemente, hace m¨¢s de cuatro a?os.
Al menos se ha resuelto parte de lo m¨¢s urgente. Quiz¨¢ sea un buen momento para llamar la atenci¨®n sobre otros problemas que aquejan al Tribunal Constitucional y que no son resultado de la agitaci¨®n de los ¨²ltimos meses, sino que vienen de lejos. Por ejemplo, el hecho de que el Constitucional est¨¦ tomado cada vez m¨¢s por jueces y exmiembros del Tribunal Supremo: de los once miembros actuales, ocho proceden de la carrera judicial y solo tres son catedr¨¢ticos. De los ocho miembros que proceden de la judicatura, cuatro han sido miembros del Tribunal Supremo. Da la impresi¨®n de que algunos jueces creen que el culmen de su carrera ya no es acceder a esa magistratura, sino que existe a¨²n un paso m¨¢s que dar para completar el recorrido: pasar al Constitucional. Es una p¨¦sima idea, porque el TC no tiene nada que ver con la judicatura y porque, bien al contrario, ha tenido hist¨®ricamente serias diferencias con el Supremo.
El primer Tribunal Constitucional, en 1980, tuvo un presidente que era catedr¨¢tico de Derecho Constitucional (y adem¨¢s, un sabio en la materia), Manuel Garc¨ªa-Pelayo, y un vicepresidente que proced¨ªa del Supremo, Joaqu¨ªn Arozamena, pero en su conjunto, nueve de sus miembros llegaron desde la Universidad, y solo tres, desde la judicatura. De los once presidentes que ha tenido el TC hasta hoy, nueve han sido catedr¨¢ticos, y solo dos, jueces. De los once vicepresidentes, seis catedr¨¢ticos y cinco jueces. Por primera vez, presidente y vicepresidenta proceden de la carrera judicial (C¨¢ndido Conde-Pumpido fue miembro del Supremo antes que fiscal general, e Inmaculada Montalb¨¢n, presidenta de Sala en el Tribunal Superior de Andaluc¨ªa).
El Tribunal Constitucional se cre¨® precisamente como un ¨®rgano ad hoc, situado fuera del Poder Judicial cuya mayor¨ªa siempre conservadora facilitaba determinadas posiciones pol¨ªticas. Como explic¨® el recordado Pablo P¨¦rez Tremps, catedr¨¢tico y miembro del Constitucional entre 2004 y 2013, el empe?o del Tribunal Constitucional en hacer efectiva su supremac¨ªa normativa, con creciente malestar del Supremo, ¡°result¨® decisivo para modificar la actuaci¨®n de los jueces y tribunales ordinarios que, poco a poco, y no sin dificultades, fueron asumiendo esa nueva concepci¨®n de la Constituci¨®n y los valores y principios contenidos en ella¡±. La anulaci¨®n de decisiones judiciales cuando resultaban contrarias a los derechos fundamentales permiti¨® que se produjera una especie de ¡°pedagog¨ªa constitucional¡± entre los jueces.
El Tribunal Constitucional naci¨® con voluntad de reflejar una pluralidad amplia, inclusiva, un punto de conexi¨®n con la realidad social y pol¨ªtica del pa¨ªs. Sus argumentos, como int¨¦rprete m¨¢ximo de la Constituci¨®n, tuvieron siempre un lado filos¨®fico, sociol¨®gico y moral. Llenar el Tribunal Constitucional de jueces es, en cierta manera, hacerle perder su papel, porque la aplicaci¨®n de la ley no ha sido nunca su cometido. El cumplimiento y la interpretaci¨®n de la Constituci¨®n exigen, seguramente, muchos m¨¢s conocimientos que el entendimiento de las leyes.
Con ocasi¨®n de la decisi¨®n del Constitucional de anular una sentencia del Supremo y declarar firme la anterior de la Audiencia, hecho que motiv¨® un fort¨ªsimo malestar judicial en 1994, Francisco Rubio Llorente escribi¨® que algunos part¨ªan de un supuesto err¨®neo: ¡°El que en Espa?a hay dos Tribunales Supremos. Uno, el que as¨ª se llama, para la interpretaci¨®n de las leyes; otro, que no se llama Supremo, sino Constitucional, solo para lo que tiene que ver con la Constituci¨®n¡±. El art¨ªculo se titulaba Supremo no hay m¨¢s que uno, pero no es el verdadero. El Constitucional no es la voz de la ley y seguramente no necesita tantos jueces.
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