La demencia financiera
Quince a?os de la muerte de Bear Stearns, el primer banco de Wall Street que desapareci¨® en 2008
Los casos de demencia financiera no suceden de repente. Se desarrollan poco a poco, en la oscuridad de lo cotidiano. Nadie podr¨¢ decir, por ejemplo, que le han sorprendido las tremendas dificultades del gigantesco Credit Suisse tras a?os de p¨¦rdidas, huida de clientes, mala gesti¨®n, etc¨¦tera, que han salpicado las noticias de los medios de comunicaci¨®n. Aunque este banco mirase a los dem¨¢s por encima del hombro y con el ment¨®n levantado. Un caso de mala reputaci¨®n.
Para que en septiembre del a?o 2008 estallase ¡°el trimestre del diablo¡±, en el que todo parec¨ªa posible, desde m¨¢s de un a?o antes se multiplicaron los casos de heterodoxia bancaria, amparados por la falta de regulaci¨®n del sector. Hoy no es, probablemente, un ¡°momento Leh?man Brothers¡±, pero la coyuntura se parece en algo a la de marzo de 2008 ¡ª?justo estos d¨ªas se cumplen 15 a?os¡ª cuando el quinto banco de inversi¨®n de EE UU, Bear Stearns, hubo de ser adquirido por J. P. Morgan Chase. Bear Stearns se dedicaba a la titulaci¨®n y emiti¨® una enorme cantidad de valores respaldados por activos que dejaron de tener valor. Dos fondos de alto riesgo de su propiedad hicieron saltar todas las alarmas: el valor de sus activos (las hipotecas que los respaldaban) se hab¨ªa desplomado un poco antes.
No hay apenas equivalencias entre Bear y Silicon Valley Bank, ni el volumen del problema es el mismo. T¨¦cnicamente son casos muy diferentes. Pero hay que recordar que aquel banco de inversi¨®n global fue el primer establecimiento de Wall Street que cay¨® en 2008. Antes hubo operaciones que a¨²n no determinaban la importancia de lo que se ven¨ªa encima. Por ejemplo, en la vieja Europa, el banco franc¨¦s BNP Paribas anunciaba que no ser¨ªa capaz de tomar dinero de dos de sus fondos, ya que le era imposible valorar sus activos debido a la falta de liquidez en el mercado bancario. En el Reino Unido, el Gobierno nacionalizaba Northern Rock, en quiebra, y en EE UU, Bank of America compraba Countrywide, el l¨ªder hipotecario del sector.
En su Breve historia de la euforia financiera, John Kenneth Galbraith describe c¨®mo a efectos pr¨¢cticos la memoria en asuntos financieros dura, como m¨¢ximo, dos d¨¦cadas; es el tiempo que suele precisarse para que los frutos de un desastre queden borrados y para que alguna de las variantes de la demencia financiera anterior (generalmente m¨¢s sofisticada) rebote a fin de cautivar las mentes de los financieros. En este caso la historia se ha acelerado y no han hecho falta siquiera los 20 a?os. Estos d¨ªas se cumplen los tres lustros de Bear Stearns.
La supervisi¨®n de los bancos centrales parece haber comprendido hoy las lecciones de aquella crisis financiera, que fue una de las componentes principales de la Gran Recesi¨®n. Para que no se repita la historia. En apenas unos d¨ªas, en 2008, Fannie Mae y Freddie Mac, las dos mayores prestamistas de EE UU, eran puestas bajo las tutela del Gobierno de Bush; quebraba Lehman Brothers sin que nadie se quisiese hacer cargo del banco; el mismo d¨ªa, Bank of America compraba Merrill Lynch; a continuaci¨®n, se nacionalizaba AIG, la mayor compa?¨ªa aseguradora mundial, y Washington Mutual, uno de los grandes bancos, se derrumbaba y se vend¨ªan todos sus activos a precio de saldo a J. P. Morgan Chase. El 20 de septiembre de ese a?o, el Gobierno de Bush anunciaba la creaci¨®n de un fondo de 700.000 millones de d¨®lares para comprar activos t¨®xicos de los bancos.
Evitar el efecto espejo y las im¨¢genes del p¨¢nico. En la pedag¨®gica pel¨ªcula Too Big to Fail, titulada incomprensiblemente en Espa?a Malas noticias, el actor William Hurt ¡ªque hace de Henry Paulson, secretario del Tesoro de Bush (pas¨® a ese puesto directamente, de un d¨ªa para otro, desde la alta direcci¨®n de Goldman Sachs)¡ª dice a su mujer: ¡°La gente se est¨¢ preguntando: ¡®?Mi dinero est¨¢ a salvo?¡¯, y comienza a retirar efectivo. Y luego, colas ante los bancos, destrozos en los cajeros y en semanas no hay leche en las tiendas¡±
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