Cuando la fallera mayor es una chica trans
Este cambio de narrativa, de vida y de pa¨ªs ha sido posible gracias al esfuerzo pol¨ªtico y social de nombrar con palabras nuevas la realidad trans
Se llama L¨ªa, tiene veinticuatro a?os y acaba de cumplir su sue?o: convertirse en fallera mayor de una comisi¨®n de Valencia. L¨ªa, adem¨¢s de fallera mayor, es una chica trans. Y su sola presencia, cuajada de reconocimiento, rodetes y aderezos, nos demuestra que lo trans ha dejado de ser un fantasma o un problema de conciencia para pasar a ser, simplemente, una parte m¨¢s de lo real. L¨ªa nos recuerda tambi¨¦n que dar la bienvenida a todas las representaciones que nos hacen convivir con la ambig¨¹edad de lo real, nos convierten en un pa¨ªs mejor.
Cuando yo era peque?a (finales de los a?os 80), las personas trans aparec¨ªan en la televisi¨®n, en las pel¨ªculas y en las revistas atravesadas por la narrativa del dolor, la verg¨¹enza y el fracaso. Si una mujer trans sal¨ªa por la tele era porque le hab¨ªan pegado, porque se prostitu¨ªa, porque ten¨ªa SIDA o por las tres cosas juntas. Cuando ten¨ªa diez a?os, cre¨ªa que lo que caracterizaba a una personas trans no era la autodeterminaci¨®n de g¨¦nero sino la desgracia personal. Si me hubieran preguntado entonces si me gustar¨ªa tener una hija o hijo trans, habr¨ªa contestado sin dudarlo que no, que prefer¨ªa que fuera feliz. Y por supuesto, nunca me imagin¨¦ como hombre trans, porque la sola idea era una tab¨² social y una frontera ¨ªntima hasta antes de ayer en nuestro pa¨ªs.
Hoy la familia de L¨ªa est¨¢ orgullosa y sus compa?eros de falla felices. No hay desgracia ni derrota en su relato. L¨ªa no ha superado ninguna tragedia, simplemente ha crecido disfrutando del goce y las dificultades que suponen ser una misma. ¡°Tengo una vida con pocas complicaciones. Con una familia que me apoya, con una falla que me ha visto crecer y que he estado conmigo incondicionalmente¡±, ha explicado. As¨ª, despojado de la vieja narrativa del dolor, lo central de su relato no es que L¨ªa sea trans sino que es fallera. Y este cambio de narrativa, de vida y de pa¨ªs ha sido posible gracias al esfuerzo pol¨ªtico y social de nombrar con palabras nuevas la realidad trans. Gracias a ello tenemos una ley nueva, que tendr¨¢ su posibilidades de mejora como todas las leyes. Pero tenemos tambi¨¦n un pa¨ªs un pa¨ªs nuevo. Desde luego, uno mejor que en el que me toc¨® nacer.
Con todo, representar a las personas trans atendiendo a su car¨¢cter o sus m¨¦ritos antes que a su identidad de g¨¦nero sigue siendo poco frecuente. De hecho no fue hasta 2020 cuando el mundo conoci¨® a June (Hunter Schaffer) en la serie juvenil Euphoria y millennials y boomers entendimos que para la generaci¨®n Z, lo trans hab¨ªa dejado de ser el eje de representaci¨®n de una persona, para convertirse en una caracter¨ªstica entre otras. Pero claro, una cosa es la serie de moda de HBO y otra las fallas de Valencia. O la Semana Santa, los San Fermines, la Feria de Abril y tantos otras espacios conservadores donde la tradici¨®n implica convivir con unas categor¨ªas de g¨¦nero estrechas, normativas y asfixiantes para cualquiera que ponga un pie fuera de la heteronorma. Por eso el ¨¦xito de L¨ªa como fallera mayor es especialmente relevante. Porque su representaci¨®n de la tradici¨®n ampl¨ªa la posibilidad de lo real all¨ª donde los muros de los normativo eran m¨¢s fuertes.
L¨ªa nos demuestra adem¨¢s que vivir con normalidad la diversidad no es ni debe ser monopolio exclusivo de las personas m¨¢s j¨®venes. Las personas mayores tienen miedo de sus fantasmas, como todas las dem¨¢s. Sin embargo, a ninguno de los veteranos y veteranas de su falla les ha supuesto un problema su identidad. Lo ¨²nico que sienten es orgullo y alegr¨ªa. Por el ¨¦xito de L¨ªa y seguramente tambi¨¦n por su propio cambio interno, porque abrir la mente y la conciencia genera individuos m¨¢s felices, comunidades m¨¢s solidarias y horizontes m¨¢s ilusionantes para todos. En este sentido, hay que dar la bienvenida a todas las representaciones que nos hacen convivir con la ambig¨¹edad de lo real porque, de una u otra manera, la ambivalencia de la vida nos alcanzar¨¢ a todos. As¨ª, L¨ªa nos ayuda a entender que hay muchas opciones sobre las cosas, muchas interpretaciones, muchas formas de ser fallera mayor, muchas maneras de relacionarnos con el g¨¦nero y, en definitiva, de ser y estar en el mundo. Y nos invita adem¨¢s a visibilizarlas con orgullo y naturalidad. Porque donde no hay espacio para lo real, es donde crecen fantasmas, miedos y mentiras. Solo queda pues festejar a la fallera mayor que representa a la comisi¨®n Doctor Manuel Candela-Avenida del Puerto. ?Viva L¨ªa y viva Espa?a!
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