Agentes inmovilizan, vecinos protestan
La gram¨¢tica es como el solfeo: su cumplimiento garantiza la armon¨ªa, y contravenirla produce discordancias
Cada lengua atesora una personalidad que la hace diferente. Por eso hablamos del ¡°genio del idioma¡±, un ser imaginario que gobierna los hilos de las palabras y la gram¨¢tica, y que con el tiempo ha ido contagi¨¢ndoles sus man¨ªas y sus gustos, que acepta unas combinaciones fon¨¦ticas pero rechaza otras, que conforma una morfolog¨ªa y una sintaxis capaces de permitirnos reconocer a menudo qu¨¦ lengua estamos oyendo aunque no sepamos entenderla.
En realidad, el genio de cada idioma se configur¨® durante siglos con las preferencias de quienes lo hablaron: millones de personas que sin darse cuenta aunaron sus rasgos hasta convertirlos en norma.
El genio del espa?ol gestion¨® la herencia de su lengua madre (el lat¨ªn y, en menor medida, el griego) y de su lengua abuela (el indoeuropeo). Pero admiti¨® la colaboraci¨®n razonable de otros idiomas en contacto, propici¨® la evoluci¨®n interna, adopt¨® la ley del m¨ªnimo esfuerzo y consinti¨® cierta arbitrariedad. No obstante, ese genio ha mostrado desde ni?o una querencia especial hacia los art¨ªculos y los determinantes en general. Le gusta su presencia, pese a que los periodistas deportivos insistan en lo contrario (¡°centra Carvajal con pierna derecha¡±, ¡°Ter Stegen en porter¨ªa¡±, ¡°Correa pisa ¨¢rea¡±). Aunque en la radio digan tambi¨¦n a cada rato ¡°el resto de espa?oles¡±, ¡°la mayor¨ªa de ciudadanos¡±, ¡°el 60% de encuestados¡±, millones de personas siguen la norma (es decir, lo normal) o la regla (es decir, lo regular) de incluir en esas expresiones partitivas un determinante: ¡°El resto de los invitados¡±, ¡°la mayor¨ªa de mis amigos¡±, ¡°el 60% de los clientes¡±. (Curiosamente, el dialecto period¨ªstico s¨ª mantiene los art¨ªculos en el singular: no se oye ¡°el resto de ciudadan¨ªa¡± o ¡°la mayor¨ªa de electorado¡±).
Otro habitual uso informativo que se aparta de los designios del genio respecto a los art¨ªculos consiste en construir grupos nominales escuetos (apartados 15.12a y 15.13c de la Nueva gram¨¢tica), generalmente en titulares y pies de foto: ¡°Cient¨ªficos descubren un f¨¢rmaco¡¡±, ¡°Agentes inmovilizan a un manifestante¡±, ¡°Vecinos protestan por las obras¡±. En tales casos, la gente percibe una desafinaci¨®n. Quiz¨¢s ignore por qu¨¦, pero la percibe, as¨ª como el p¨²blico que oye a un orfe¨®n puede captar un fallo sin identificar exactamente qui¨¦n de sus integrantes se desacord¨®. La gram¨¢tica es como el solfeo: su cumplimiento garantiza la armon¨ªa, y contravenirla produce discordancias; palabra que no por casualidad vale tanto para la sintaxis como para la m¨²sica.
Las construcciones de sujeto ¨²nico formado por un nombre com¨²n (m¨¢s habituales a¨²n en el periodismo hispanoamericano) necesitan, para resultarles m¨¢s gratas al lector y al genio de la lengua, alg¨²n tipo de determinaci¨®n, delimitaci¨®n o cuantificaci¨®n: ¡°Cient¨ªficos espa?oles descubren¡¡±, ¡°Unos cient¨ªficos¡±, ¡°Cient¨ªficos del CSIC¡±, ¡°Doce cient¨ªficos¡±¡; porque as¨ª lo reclama la partitura del idioma espa?ol.
Esos determinantes resultan imprescindibles en unos casos, pero no en otros. As¨ª, diremos ¡°unas vacas invadieron la carretera¡± y no ¡°vacas invadieron la carretera¡±; pero s¨ª podemos escribir ¡°se dedica a cuidar vacas¡± (sin art¨ªculo), porque esa norma no rige para los complementos que reflejan algo general.
Entender todo eso requiere algo muy simple, algo que, aunque ajeno a ciertos periodistas, se halla al alcance de la mayor¨ªa de los hablantes: o¨ªdo ling¨¹¨ªstico. Se adquiere escuchando, y no exige estudiar gram¨¢tica, igual que no se precisa estudiar m¨²sica para notar en cada cumplea?os que tu cu?ado desafina.
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