?Por qu¨¦ dedico, a mi edad, tantas horas a la historia de la filosof¨ªa?
J¨¹rgen Habermas, el gran fil¨®sofo y soci¨®logo alem¨¢n, afirma que lo hace para responder a una pregunta ¡°metateor¨¦tica¡±: ?Cu¨¢l puede ser hoy una adecuada comprensi¨®n de la tarea de la filosof¨ªa?
No quisiera pasar por alto un motivo que tambi¨¦n me ha llevado en mi vejez a esta dedicaci¨®n, ociosa y sostenida durante bastante tiempo, a la historia de la filosof¨ªa. Simplemente me ha divertido recuperar la lectura de muchos textos importantes que no hab¨ªa le¨ªdo nunca y volver a leer otros muchos que, en contextos actuales, hab¨ªa consumido ya tan a menudo¡, pero esta vez desde la perspectiva de un catedr¨¢tico de Filosof¨ªa que se ha hecho mayor y que mira hacia atr¨¢s a su propia vida, a salvo de percances en comparaci¨®n con otras. Por primera vez he trabajado y ¡°utilizado¡± las obras no s¨®lo sistem¨¢ticamente, sino que, en muchos casos, las he considerado tambi¨¦n con cierto inter¨¦s biogr¨¢fico por las desafiantes circunstancias vitales de sus autores. Naturalmente, esto no justifica una empresa tan atrevida, en puridad poco seria, en la que era consciente, a cada p¨¢gina, de no poder ya, a mi edad, tener en cuenta bibliotecas de bibliograf¨ªa secundaria.
As¨ª pues, en este renovado recorrido por la historia de la filosof¨ªa occidental, no puede tratarse, en el mejor de los casos, m¨¢s que de hacer plausible una lectura con la mirada puesta, como se suele decir hoy, en una pregunta metateor¨¦tica: ?cu¨¢l puede ser hoy todav¨ªa una adecuada comprensi¨®n de la tarea de la filosof¨ªa?
Originalmente el libro ten¨ªa que titularse Contribuci¨®n a la genealog¨ªa del pensamiento posmetaf¨ªsico. Tambi¨¦n una historia de la filosof¨ªa, siguiendo el hilo conductor del discurso sobre fe y saber. Las dudas de la editorial con respecto a tan barroca extravagancia no me habr¨ªan importunado, pero, antes de concluir el manuscrito, me decid¨ª por la melanc¨®lica versi¨®n abreviada del t¨ªtulo planeado, en alusi¨®n a un famoso ensayo de Johann Gottfried Herder. Pues, tras acabar la Tercera consideraci¨®n intermedia, vi con claridad que s¨®lo iba a poder esbozar a grandes rasgos, en la l¨ªnea de la tradici¨®n de Kant y Hegel, el estadio temprano del pensamiento posmetaf¨ªsico en torno a la mitad del siglo XIX.
La exposici¨®n de las ramificadas cadenas argumentativas que desde entonces se han diferenciado en la tradici¨®n de Hume y Bentham, por una parte, y de Kant, Schelling y Hegel, por otra, sobre todo un renovado recorrido anal¨ªtico por las discusiones desatadas entre estos dos ¡°campos¡± en torno a problemas centrales, habr¨ªa tenido que involucrarme a fondo en los debates de la segunda mitad del siglo XX, o sea, de mi propio tiempo biogr¨¢fico. Como espectador implicado, me llam¨® la atenci¨®n en estas controversias que, en la competencia entre planteamientos, se reflejara una y otra vez la misma diferencia de presupuestos de fondo, ya sea en las teor¨ªas de la verdad, de la racionalidad o del lenguaje, ya en la l¨®gica y metodolog¨ªa de las ciencias sociales, en los abordajes ¨¦ticos, o, sobre todo, en las teor¨ªas de la moral, del derecho y de la pol¨ªtica. Una parte emprende sus an¨¢lisis en las representaciones e intenciones, modos de comportamiento y disposiciones de los sujetos individuales, mientras que la otra parte, en las mismas cuestiones, toma como punto de partida sistemas de s¨ªmbolos y reglas, lenguajes, pr¨¢cticas, formas de vida y tradiciones intersubjetivamente compartidos para, s¨®lo despu¨¦s, mediante los correspondientes tipos de discurso, investigar las necesarias condiciones subjetivas para dominar estas estructuras y adquirir las competencias respectivas. Presentar esta situaci¨®n de competencia hubiera exigido al menos otro libro y mis fuerzas ya no alcanzan para ello. De todos modos, he tratado ya en otro lugar los principales argumentos que, en mi opini¨®n, son decisivos en estas controversias de relevancia paradigm¨¢tica.
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