El diablo, el inconsciente y la guerra de Ucrania: cuando la teolog¨ªa reina en el Kremlin
Las cada vez m¨¢s habituales referencias en el discurso oficial ruso al demonio, personificado en el difunto Navalny o en Occidente al completo, son sintom¨¢ticas de una dur¨ªsima represi¨®n que remite al estalinismo y la Inquisici¨®n
A punto de cumplirse este s¨¢bado el sombr¨ªo segundo aniversario de la invasi¨®n rusa de Ucrania, quiz¨¢ sea necesario a?adir a los comentarios geopol¨ªticos otro elemento mucho menos habitual y, desde luego, m¨¢s sorprendente desde una perspectiva secular moderna. Me refiero a las menciones al diablo que hoy abundan en el discurso p¨²blico ruso.
Para empezar, hay que decir que los expertos y los altos funcionarios rusos no son los primeros en la historia reciente que vinculan a los enemigos pol¨ªticos con el diablo. Despu¨¦s de la Revoluci¨®n Isl¨¢mica de 1979 en Ir¨¢n, el ayatol¨¢ Jomeini elabor¨® una compleja satanolog¨ªa, un sistema de clasificaci¨®n de diversos reg¨ªmenes que consideraba hostiles a Ir¨¢n, con arreglo a su grado de encarnaci¨®n del diablo. Si bien este discurso es de esperar de un r¨¦gimen radicalmente teocr¨¢tico como el de Ir¨¢n, tambi¨¦n se ha incorporado al vocabulario de otros sistemas pol¨ªticos autoritarios. Es c¨¦lebre el caso de Hugo Ch¨¢vez, que, en su intervenci¨®n ante la Asamblea General de la ONU en septiembre de 2006, al d¨ªa siguiente de que hablara George W. Bush, proclam¨® que el presidente estadounidense era el diablo.
Desde 2022, los objetivos alegados por Rusia para invadir Ucrania no han dejado de cambiar, siempre dentro de la ambig¨¹edad. Despu¨¦s de los llamamientos iniciales a desmilitarizar y desnazificar el pa¨ªs vecino, el discurso se ha vuelto cada vez m¨¢s religioso: la guerra a la que todav¨ªa est¨¢ prohibido llamar por su nombre en Rusia y para la que se utiliza el eufemismo de ¡°operaci¨®n militar especial¡± es hoy, seg¨²n las m¨¢ximas instancias del Gobierno, una ¡°batalla sagrada¡±. Por absurdo que parezca, hablar de una operaci¨®n militar especial ¡°sagrada¡± expresa bastante bien lo demencial de todo este empe?o que ha provocado la desgracia y la muerte de cientos de miles de personas. Vlad¨ªmir Putin, Dmitri Medv¨¦dev, el patriarca ortodoxo ruso Kirill y, cada vez m¨¢s, los propagandistas de la televisi¨®n rusa ¡ªe incluso algunas canciones¡ª la definen como una lucha contra Sat¨¢n.
Por ejemplo, la agencia oficial de noticias RIA Novosti publica art¨ªculos como el de Kirill Strelnikov titulado ¡°Para vencer a Rusia, Occidente ha reclutado al diablo¡±. En el texto hay poca cosa que corrobore el t¨ªtulo, aparte de una larga cita de un hom¨®nimo del autor, el patriarca Ki?rill, que interpreta la operaci¨®n militar especial como ¡°una lucha metaf¨ªsica¡±. ¡°Debemos recordar¡±, a?ade el patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa, ¡°que nuestra batalla actual no es contra personas de carne y hueso, sino contra los pr¨ªncipes de las tinieblas de este siglo, contra los esp¨ªritus malignos¡±. En otro momento disimula todav¨ªa menos, cuando proclama: ¡°Instruidos por la palabra divina actual, debemos proteger nuestra soberan¨ªa interior de la servidumbre del diablo¡±.
Uno de los principales ide¨®logos del r¨¦gimen de Putin, Aleksandr Dugin, ha intentado vincular a Volod¨ªmir Zelenski con el diablo recurriendo a unas oscuras creencias medievales. Despu¨¦s de recordar que Zelenski fue actor y c¨®mico, Dugin afirm¨®: ¡°En la Edad Media, a los actores se los consideraba ¡®siervos del diablo¡±. ?Y cu¨¢l es su conclusi¨®n? ¡°Hay que acabar con el humor¡±. Aunque a veces se inspira en el jurista y fil¨®sofo pol¨ªtico alem¨¢n del siglo XX Carl Schmitt, Dugin no sigue el an¨¢lisis schmittiano de la teolog¨ªa pol¨ªtica, es decir, la idea de que unas categor¨ªas pol¨ªticas aparentemente seculares, como la soberan¨ªa, tienen su origen en conceptos teol¨®gicos. Lo que ¨¦l quiere hacer es instaurar una pol¨ªtica teol¨®gica muy similar a la del r¨¦gimen iran¨ª, que es estrecho aliado de la Rusia de Putin. Las menciones del diablo forman parte de esa transici¨®n y son un intento de llevar el enfrentamiento pol¨ªtico al extremo mediante la politizaci¨®n directa de las representaciones religiosas. Pero el aspecto m¨¢s interesante de su comentario es la referencia al humor.
En el psicoan¨¢lisis, el humor es una de las mejores v¨ªas de acceso al inconsciente, junto con los sue?os, los lapsus linguae y otras psicopatolog¨ªas de la vida cotidiana. Lo que suele estar reprimido asoma a trav¨¦s de los chistes, sobre todo cuando la represi¨®n no es solo psicol¨®gica, sino tambi¨¦n pol¨ªtica: en los reg¨ªmenes autoritarios y totalitarios, el humor es una de las escasas formas relativamente toleradas de dar salida al descontento acumulado. Con su diatriba contra el humor y los ¡°humoristas¡±, Dugin, en realidad, est¨¢ despotricando contra el inconsciente. En este contexto, parad¨®jicamente, se explica mucho mejor que hable del diablo.
La obra de Freud M¨¢s all¨¢ del principio del placer (1920) indica que el diablo o la ¡°fuerza demoniaca¡± es una personificaci¨®n del propio inconsciente. La lucha contra el diablo es una lucha metaf¨®rica contra los impulsos y deseos inconscientes; es el enfrentamiento entre el ello y el yo. En este sentido, el confuso llamamiento del patriarca Kirill a ¡°proteger nuestra soberan¨ªa interior de la servidumbre del diablo¡± resulta transparente: la ¡°soberan¨ªa interior¡± es el pleno control del yo, el autocontrol, en contraste con la ¡°servidumbre del demonio¡±, que implica cumplir las ¨®rdenes del inconsciente. El diablo es el aspecto de uno mismo que se desprecia, las partes m¨¢s profundas de la propia constituci¨®n ps¨ªquica, que se exterioriza y se proyecta sobre otro al que se denigra. Y esta proyecci¨®n, en el caso cl¨ªnico que constituyen las autoridades rusas, no solo se exterioriza contra el otro ucranio y el otro occidental, sino tambi¨¦n contra personas y grupos enteros dentro de la sociedad rusa; por ejemplo, el reci¨¦n asesinado l¨ªder opositor Alex¨¦i Navalni y las personas LGBTQ+, a quienes se califica como ¡°mensajeros de Satan¨¢s¡±.
Ser¨ªa f¨¢cil minusvalorar la palabrer¨ªa rusa sobre el diablo diciendo que no es m¨¢s que un mero subterfugio, una excusa arbitraria para la invasi¨®n injustificada de Ucrania y la brutal represi¨®n de los opositores pol¨ªticos internos. Pero las constantes referencias al diablo son sintom¨¢ticas de lo que est¨¢ ocurriendo tanto en la pol¨ªtica interior como en la pol¨ªtica exterior rusa: la dur¨ªsima represi¨®n ¡ªmuchas veces relacionada expl¨ªcitamente con la represi¨®n estalinista de los a?os treinta pero que, en realidad, se parece m¨¢s a las hogueras de la Inquisici¨®n¡ª est¨¢ cobrando fuerza por motivos pol¨ªticos, culturales y psicol¨®gicos. Una represi¨®n cuya dureza no podemos subestimar, dado el empe?o en acallar incluso los medios por los que se expresan los elementos reprimidos, como el humor, y que es id¨¦ntica a la lucha contra el inconsciente, contra el deseo y, de paso, contra todo lo relacionado con estas facetas de la vida ps¨ªquica.
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