El ¡®hate sex¡¯ como tendencia pol¨ªtica
No estamos hablando de la ¡°vieja er¨®tica del poder¡±, sino del sometimiento sexual del enemigo
?Qui¨¦n es tu hate sex? Hasta el fin de semana pasado nunca me hab¨ªan hecho esta pregunta. Pero, seg¨²n me explicaron algunas colegas, se trata de una cuesti¨®n habitual en c¨ªrculos de confianza y consiste en elegir a esa persona que odias con la que tendr¨ªas sexo. Lo que me sorprendi¨® es que, entre los ¡°follables odiosos¡± de nuestra pandilla, ganaban los pol¨ªticos por abrumadora mayor¨ªa. De hecho, seg¨²n el observatorio sexual de mis colegas, papi Abascal destacar¨ªa como hate sex de cierto p¨²blico homosexual que, aunque detesta al pol¨ªtico, se acostar¨ªa con ¨¦l sin pensarlo. Isabel D¨ªaz Ayuso estar¨ªa tambi¨¦n en el p¨®dium del hate sex, deseada tanto por hombres como por mujeres que la odian. Y, por supuesto, Pedro S¨¢nchez ser¨ªa otro gran ¡°follable por detestable¡±. L¨®gico, si tenemos en cuenta el odio apasionado que sus enemigos le profesan.
Conviene precisar que no estamos hablando aqu¨ª de la vieja ¡°er¨®tica del poder¡± sino de una emoci¨®n m¨¢s turbia: la del sometimiento sexual del enemigo. Y eso a m¨ª me ha parecido el verdadero term¨®metro del pa¨ªs. Tanto que creo deber¨ªa ser una nueva pregunta en cualquier encuesta del CIS, por cuanto la intenci¨®n de hate sex dir¨ªa m¨¢s de nosotros que la intenci¨®n de voto. Con todo, se trata de un fen¨®meno internacional. As¨ª, en el reportaje El misterio de sentirse sexualmente atra¨ªdo por alguien que no te cae bien, recientemente publicado en este peri¨®dico, una lectora confesaba en la secci¨®n de comentarios lo suyo con Boris Johnson. ¡°Aunque parec¨ªa desali?ado y en realidad lo odio, ?parece ser un hombre con el que f¨¢cilmente podr¨ªa tener otro hijo!¡±.
Pues bien, la primera reflexi¨®n que merece el hate sex pol¨ªtico es lo cerca que est¨¢n el lenguaje de la pasi¨®n amorosa del de la guerra. Y lo asociada que tenemos la violencia a la pasi¨®n y ¨¦sta a la pol¨ªtica. El deseo es as¨ª ¡°conquista¡±, ¡°posesi¨®n¡±, ¡°sometimiento¡±, ¡°rendici¨®n¡±, ¡°dominaci¨®n¡±. Hasta el punto de que, cuando hablamos de seducir, podr¨ªamos estar pensando en reducir.
Porque ?c¨®mo distinguimos el odio del amor? Es muy dif¨ªcil, ya que en sus formas son dos vinculaciones muy estrechas. Quiz¨¢ lo opuesto del amor ser¨ªa la indiferencia, en vez del odio. ?Qu¨¦ quieren decir, por ejemplo, todas esas personas que aseguran que Pedro S¨¢nchez es un ¡°chulo despreciable¡±? ?Acaso no es propio de cierta derecha exhibicionista chulearse de todo lo que tiene? ?Y si en el odio pol¨ªtico hubiera una forma de reconocimiento? Y, de ser as¨ª, ?qu¨¦ dir¨ªa de nosotros nuestro hate sex pol¨ªtico? Y, al mismo tiempo, qu¨¦ dir¨ªa de un pol¨ªtico una buena posici¨®n en el ranking de hate sex. Podr¨ªa ser que el discurso de ciertos pol¨ªticos llegara a los ciudadanos de una forma especialmente agresiva y que, cuando no pueden reducirlos en las urnas, el electorado respondiera con fantas¨ªas de violencia sexual a ciertas formas de violencia pol¨ªtica.
Por mi parte, confieso que he encontrado el ant¨ªdoto para mi hate sex pol¨ªtico: so?arme acariciando tiernamente a esa persona. La imagen me ha quitado las ganas de hate y de sex. Y la comparto con la recomendaci¨®n de que los pol¨ªticos se animen a su vez a mostrarse m¨¢s tiernos con sus oponentes. El hate nunca dio buen sex y menos a¨²n buena pol¨ªtica.
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