?Existe un sexo de derechas y un sexo de izquierdas?
La ideolog¨ªa pol¨ªtica no siempre se traduce en un determinado comportamiento entre las s¨¢banas. De lo que s¨ª se puede hablar es de un puritanismo conservador y otro progresista, que mutan y se adaptan a los nuevos tiempos
?Puede la ideolog¨ªa pol¨ªtica hundir tanto sus ra¨ªces en el pensamiento que llegue a influir en el comportamiento sexual, en el deseo y hasta en las fantas¨ªas de sus militantes? No ser¨ªa de extra?ar en un momento en que todo, hasta las cosas m¨¢s intrascendentes, como los gustos musicales o est¨¦ticos, se juzga bajo el prisma de la actividad de los que gobiernan o aspiran a gobernar. Debemos contar tambi¨¦n con el hecho irrefutable de que para gran parte de la poblaci¨®n la ideolog¨ªa pol¨ªtica es, desgraciadamente, un disfraz, un uniforme de trabajo, un traje que heredaron de sus padres o abuelos y que se siguen poniendo sin saber muy bien por qu¨¦. Una actitud constatable en el hecho de que casi nadie se lee el programa pol¨ªtico del partido al que va a votar o en declaraciones televisivas donde la gente reconoce, sin pudor alguno, que votar¨¢ a X porque es a la formaci¨®n que ha votado toda la vida y no va a cambiar ahora. As¨ª que no hay que descartar que esta ¡®hipocres¨ªa¡¯ o ¡®inconsciencia¡¯ sea solo social y no influya en el ¨¢mbito privado de la sexualidad.
As¨ª, a bote pronto, la mayor¨ªa de la gente apostar¨ªa que los de izquierdas son m¨¢s desinhibidos entre las s¨¢banas. Principalmente, porque la da?ina moral cat¨®lica en torno al sexo les afect¨® menos o porque fueron criados por padres que no se tragaron mucho eso del pecado de la carne.
En 2015, el psic¨®logo y sex¨®logo malague?o Francisco Cabello, junto con sus colegas Marina Cabello y Francisco Javier del R¨ªo, elabor¨® un cuestionario llamado Desea para medir el deseo sexual y realizaron un estudio para el Instituto Andaluz de Sexolog¨ªa y Psicolog¨ªa, encuestando a 22.000 mujeres de habla hispana pertenecientes a 71 pa¨ªses de los cinco continentes. A?os m¨¢s tarde, concretamente en el 2020, los titulares de los peri¨®dicos anunciaban: ¡°Las mujeres de izquierdas quieren m¨¢s sexo que las de centro o derechas¡±, resaltando una de las conclusiones, la m¨¢s sensacionalista, de la muestra. Pero el estudio revelaba otras cosas, como que las mujeres bisexuales y homosexuales ten¨ªan m¨¢s deseo que las heterosexuales, que las ganas aumentan a mayor nivel de estudios, que ser ama de casa no ayuda mucho a encenderse y que las espa?olas eran las que m¨¢s deseo ten¨ªan, si se analizaba la muestra por pa¨ªses.
Francisco Cabello explic¨® a La Vanguardia que las mujeres que se calificaban como poliamorosas ¡°son las que tienen los niveles m¨¢s altos de deseo. Y les siguen, a continuaci¨®n, las que tienen pareja, pero no conviven con ella. Desde el punto de vista er¨®tico, ese ser¨ªa el mejor modelo de convivencia¡±, se?alaba.
Claro que hay estudios para todos los gustos. Hace a?os, la Binghamton University y el portal de citas Match.com llevaron a cabo una encuesta, en Estados Unidos, entre 5.000 solteros de ambos sexos, que revel¨® que los liberales practicaban el sexo m¨¢s a menudo, mientras que los de ideolog¨ªa conservadora ten¨ªan menor cantidad de encuentros pero de mayor calidad. Un 53% de los republicanos reconoc¨ªa tener un orgasmo cada vez que hac¨ªan el amor, mientras que solo el 40% de los dem¨®cratas lo consegu¨ªa.
Los pa¨ªses socialistas siempre presumieron de una mayor libertad sexual y hay bastante literatura al respecto. Por qu¨¦ las mujeres disfrutan m¨¢s del sexo bajo el socialismo, el pol¨¦mico ensayo de Kristen Ghodsee publicado en 2019, hace hincapi¨¦ en las mejoras sociales y laborales para las mujeres de la antigua URSS o pa¨ªses como la RDA: red de guarder¨ªas, comedores gratuitos financiados por el estado, ayudas a las madres solteras. Todo para mantener el derecho a la maternidad, en el momento en que la mujer quisiera ejercerlo, sin que ello no supusiera el final de sus estudios, su vida laboral o familiar. Entonces y siempre, la revoluci¨®n sexual pasaba y pasa por la independencia econ¨®mica, aunque luego comprobamos que la ecuaci¨®n no es tan simple y tiene otras variables.
Sin embargo, la sexualidad comunista ten¨ªa tambi¨¦n sus sombras y exclu¨ªa a todos los que no se amoldaban a su discurso. El endocrin¨®logo Mijail Stern escribi¨® en 1979, en su exilio en Par¨ªs, La vida sexual en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, un compendio de sus experiencias como m¨¦dico en la URSS. En el lado contrario a la liberaci¨®n sexual, el amor libre y las manifestaciones nudistas se situaba una poblaci¨®n a la que ¡°no le queda m¨¢s espacio para la rebeld¨ªa que su parcela sexual¡±, como se apunta en el libro. Sin intimidad en las viviendas, que deb¨ªan ser compartidas por varias familias, y bajo la sombra de las apariciones policiales, que irrump¨ªan en las casas a cualquier hora del d¨ªa y la noche, los espacios para la intimidad eran escasos. Stern esboza una sociedad donde abundaban los exhibicionistas, donde la prostituci¨®n y el sexo eran moneda de cambio para obtener favores (como un puesto de trabajo) y donde los m¨¦dicos recomendaban tener relaciones solo una vez al d¨ªa y con una duraci¨®n no superior al minuto. Un universo donde la homosexualidad se consideraba delito, como se retrata h¨¢bilmente en el libro de Michal Witkowski Lovetown, sobre la vida marginal de dos travestis en un pa¨ªs socialista en los a?os setenta y ochenta. No muy diferente a la que pod¨ªan tener dos figuras similares en la Espa?a de Franco.
¡°En lo sexual, la izquierda y la derecha siempre han sido extremadamente reaccionarias¡±, afirma Mar¨ªa P¨¦rez Conchillo, doctora en psicolog¨ªa y sexolog¨ªa, fundadora del Instituto Espill, en Valencia, y directora adjunta del programa de Salud Sexual de la UNED. ¡°Desgraciadamente, todas las sociedades han regulado siempre la conducta sexual, porque de ella se deriva la natalidad y el tema de los herederos, desde el momento que aparece la plusval¨ªa¡±. La experta no cree que exista un sexo de derechas y otro de izquierdas porque las conductas ¨ªntimas no siempre van acordes con nuestra ideolog¨ªa: ¡°Ya lo dijo el m¨¦dico y sex¨®logo brit¨¢nico Havelock Ellis (1891-1916) en su libro Estudio de la psicolog¨ªa sexual: ¡®No todo el mundo es como usted, ni como sus seres queridos, amigos o vecinos¡±. Para P¨¦rez Conchillo, el puritanismo tiene que ver con la rigidez de pensamiento ¡°y esa rigidez se encuentra en todas las ideolog¨ªas pol¨ªticas, con normas muy tajantes que hay que seguir, sin apertura a la diferencia o a la variabilidad. Y, lo peor de todo, rigidez con uno mismo. No permitirse pensar, hablar u obrar de determinada manera porque no va acorde a mi l¨ªnea de pensamiento¡±, apunta.
¡°La ra¨ªz del puritanismo est¨¢ en la pureza. En la moral cristiana, por ejemplo, se considera que el himen es la frontera que separa la pureza de la impureza en la mujer soltera, mientras que, en el caso de la casada, el baluarte est¨¢ en la honra¡±, se?ala Juan Soto Ivars, escritor, articulista y autor de t¨ªtulos como La casa del ahorcado. C¨®mo el tab¨² asfixia la democracia occidental o Nadie se va a re¨ªr, su ¨²ltima obra. ¡°Pero la izquierda tiene tambi¨¦n su propio concepto de pureza, que se actualiza con el tiempo¡±, asegura. El autor cita como ejemplo la literatura sovi¨¦tica cl¨¢sica que ridiculizaba a la figura del Don Juan porque es el ejemplo del individualista, burgu¨¦s y corrupto, que ha sucumbido a los placeres del cuerpo, ¡°de la misma manera que repudiaba la pornograf¨ªa, los libertinos y a los homosexuales, incapaces de producir nuevos soldados para la causa¡±. Para Soto Ivars ¡°la pureza de la izquierda se ha instaurado a una velocidad de v¨¦rtigo, con una nueva idea de consentimiento que incluye miradas, pensamientos obscenos y con la pol¨ªtica de la cancelaci¨®n, que no es sino una purga para todo aquel que se desv¨ªa de lo correcto, porque los pecados contra la pureza ya no afectan solo a los individuos, sino a la comunidad entera, por eso se adoptan pol¨ªticas colectivas y regulaciones muy espec¨ªficas sobre lo ¨ªntimo¡±, comenta este escritor.
Seg¨²n Soto Ivars, a menudo los censurados se vuelven censores, en cuanto adquieren un poco de poder. ¡°Es el caso del movimiento queer; que, en principio, podr¨ªa parecer de un libertinaje absoluto, pero se ha acorazado en forma de religi¨®n, en la que cualquier disidencia o cuestionamiento (por ejemplo, la problem¨¢tica de las atletas trans) es visto como una herej¨ªa. Esto me recuerda al caso de Juan Calvino. Un hereje que, en el siglo XVI, huye de la Inquisici¨®n, se va a Ginebra, se hace protestante, instaura un gobierno teocr¨¢tico y desp¨®tico y acaba quemando en la hoguera a Miguel Servet¡±.
El puritanismo no siempre nos quema tan r¨¢pidamente. A veces lo hace a fuego lento o en forma de traumas. ¡°Todos recordamos el da?o que hizo la moral conservadora y cristiana en la vida sexual de muchas personas¡±, subraya P¨¦rez Conchillo, ¡°pero la idea de sexualidad actual puede afectar tambi¨¦n. Veo a muchas chicas que tienen sexo sin deseo, simplemente para no ser tachadas de estrechas o porque es lo que hay que hacer. Tener relaciones sexuales no es como tomarse una ca?a. Nuestra conducta sexual tiene sus consecuencias, moviliza emociones, produce cambios... tanto para uno mismo como para los dem¨¢s¡±.
Las redes sociales son el moderno pat¨ªbulo donde se azota al hereje, quintaesencia del puritanismo de nueva generaci¨®n. Trabajamos gratis para ellas y, a cambio, estas nos censuran y apedrean. Soto Ivars recuerda un episodio especialmente surrealista al respecto: ¡°Todos recordamos el caso de la cantante Roc¨ªo Saiz, que fue tapada con una bandera LGTBI por ense?ar los pechos en un concierto en Murcia. Pues bien, en posteriores actuaciones sus fans se desnudaban en sus conciertos o ense?aban partes de su anatom¨ªa para apoyarla y como protesta a esta censura; pero al subir las fotos a las redes sociales pixelaban los pechos o genitales para no correr el riesgo de que sus cuentas fueran canceladas¡±.
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