Aquellos personajes apasionantes y referentes de lo que significa Europa
Socialdem¨®crata, liberal o conservador, el pr¨®ximo presidente del europarlamento deber¨ªa ser alguien con una personalidad y unas convicciones europe¨ªstas tan fuertes como las de algunas figuras hist¨®ricas
Las elecciones europeas se perciben por muchos ciudadanos como ajenas a su vida cotidiana, producto de una burocracia imponente. Y, sin embargo, tanto la Uni¨®n como el Parlamento europeos son producto de la fuerza, la personalidad y las convicciones de un pu?ado de personas, de distinta procedencia, nacionalidad, formaci¨®n y car¨¢cter. Dos de la m¨¢s decisivas fueron Jean Monnet (1888-1979) y Jacques Delors (1925-2023). Dos personajes muy distintos, pero con algunos rasgos comunes. Por ejemplo, haber recibido una educaci¨®n bastante informal. Monnet, fundamental en la creaci¨®n de la Comunidad Europea, dej¨® los estudios a los 16 a?os, para trabajar junto a su padre, propietario de un negocio de co?ac, con un importante sector de exportaci¨®n, por lo que su joven hijo se dedic¨® muy pronto a viajar. Delors, que transform¨® la Comunidad Econ¨®mica (CEE) en la Uni¨®n Europea, abandon¨® los estudios de Derecho cuando las tropas alemanas ocuparon la Facultad en la que estaba inscrito y entr¨® de aprendiz en el Banco de Francia, donde su padre era ujier, y pronto se matricul¨® en el Centro de Estudios Superiores de la Banca, que simultane¨® con el trabajo y una intensa actividad sindical.
Quiz¨¢ ser¨ªa buena idea que la biograf¨ªa de algunos de los fundadores de la Comunidad Europea fuera lectura obligada para los estudiantes de los 27 pa¨ªses miembros. Son personajes apasionantes, excelentes referentes de lo que significa Europa. Por ejemplo, Robert Schuman (ministro franc¨¦s de Exteriores, nacido en Luxemburgo y considerado alem¨¢n en su infancia), Alcide de Gasperi (italiano, fundador de la Democracia Cristiana, nacido en una zona integrada en el Imperio austroh¨²ngaro) o Walter Hallstein, el primer presidente de la Comisi¨®n Europea (soldado de la Wehrmacht durante la guerra que fue hecho prisionero y trasladado a un campo de internamiento en Estados Unidos).
Unos eran religiosos y otros agn¨®sticos. Y algunos, como Monnet, eran las dos cosas, a su manera. Enamorado de la mujer de uno de sus empleados, italiana, tuvo una hija con ella que la ley entreg¨® al marido ¡°legal¡±. La mujer, Silvia, huy¨® a Mosc¨², donde los buenos contactos de Monnet le consiguieron inmediatamente la nacionalidad sovi¨¦tica y el divorcio y donde contrajeron matrimonio civil. Recuperaron a la ni?a, gracias a una de sus abuelas, y se instalaron en Estados Unidos. Al final de la guerra, regresaron a Francia, ya con una segunda hija, pero no pudieron casarse por la Iglesia hasta que el marido italiano muri¨®. Y entonces decidieron celebrar la boda nada menos que en la catedral de Lourdes. Monnet ten¨ªa 86 a?os y Silvia, 67.
?Qui¨¦n presidir¨¢ el pr¨®ximo Parlamento Europeo? Proceda de la socialdemocracia, sea liberal o conservador, lo importante ser¨ªa que fuera alguien con una personalidad y unas convicciones europe¨ªstas tan fuertes como las de aquellos fundadores o como la de la mujer que presidi¨® el primer Parlamento Europeo elegido por sufragio universal, en 1979, Simone Veil. Una superviviente de Auschwitz, que milit¨® en partidos de centroderecha, pero que dej¨® claro que votar¨ªa siempre a favor de un socialista, si la alternativa era el entonces Frente Nacional, de Jean-Marie Le Pen. No bastar¨¢ con que el nuevo presidente ayude a cerrar el camino a la extrema derecha europea, las circunstancias son tan dif¨ªciles que se precisar¨ªa a alguien capaz de dar un nuevo gran impulso pol¨ªtico a la Uni¨®n.
Las memorias de Jean Monnet acaban casi con un grito: ¡°Continuad, continuad, continuad¡±. La UE est¨¢ a punto de formalizar una nueva ampliaci¨®n, hasta los 35 miembros, y necesita imperiosamente modificar los mecanismos de funcionamiento intergubernamentales, para limitar el actual derecho de veto de todos y cada uno de los miembros. Necesita tambi¨¦n dejar de hablar de los valores europeos y pasar a la acci¨®n, positivarlos, retomando el hilo del proyecto de Constituci¨®n de 2004, fracasado en su d¨ªa, con todo merecimiento por su innecesaria complejidad. Los valores europeos ¡ªdefensa de la democracia, del Estado de derecho, de los derechos humanos y de la justicia social¡ª necesitan urgentemente quedar recogidos en un texto de vocaci¨®n constitucional que los ciudadanos puedan entender y asumir. No porque la extrema derecha est¨¦ aumentando su voto, sino porque los que no son de extrema derecha necesitan escuchar propuestas atractivas y movilizadoras. Europa tiene que recibir un nuevo impulso en su carril pol¨ªtico, y para eso ser¨¢ fundamental el Parlamento Europeo que se elige hoy. Ojal¨¢ haya en sus filas suficientes herederos de Delors, Schuman, Monnet, De Gasperi, Hallstein o Simone Veil.
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