La ¨²nica cola que me gusta es la de votar
Todos nos creemos muy especiales, libres e individualistas, pero en realidad nos movemos en masa por ra¨ªles
Yo creo que a Sigmund Freud hoy le dar¨ªa algo si tuviera que formular su famosa tesis sobre el principio de placer y el principio de realidad, dado que la realidad es algo cada vez m¨¢s resbaladizo. Yo soy un cu?ado de libro en esto y mis conocimientos no van mucho m¨¢s all¨¢, pero era algo as¨ª: el impulso de satisfacci¨®n inmediata se contrapone al choque m¨¢s reflexivo con la realidad, que obliga a posponer el placer y a buscar una forma distinta y m¨¢s equilibrada de llegar a ¨¦l. Ahora bien, si no chocas con la realidad, porque te la fabricas o te la fabrican a tu medida y te da la raz¨®n todo el rato creo que este esquema se va a la porra.
En este entorno tan maleable es muy curioso lo que est¨¢ ocurriendo en nuestra relaci¨®n con las reglas y las obligaciones. No se me vayan a la amnist¨ªa y cosas tan serias, hablo de situaciones de andar por casa. Me ha pasado bastante ¨²ltimamente observar c¨®mo leyes, normativas, protocolos se convierten en argumento irrebatible para eludir la propia responsabilidad. Ejemplo normal¨ªsimo: el otro d¨ªa un conductor de autob¨²s fue incapaz de esperar 30 segundos a un se?or mayor que caminaba despacio hacia la parada porque ¨¦l ten¨ªa que salir a su hora y lo dem¨¢s le daba todo igual. Era cosa de verse su seguridad en que las normas le disculpaban de toda posibilidad de humanidad. Creo que el espa?ol se esconde cada vez m¨¢s en las reglas y esto es algo que antes no pasaba. Para renunciar a su propia iniciativa, esto es, con un desinter¨¦s por el otro y sus problemas. Porque no son asunto suyo y adem¨¢s las reglas le salvan. No quiere l¨ªos. Dimite de pensar por s¨ª mismo, o m¨¢s bien, solo piensa en s¨ª mismo.
Se combina parad¨®jica, pero perfectamente, con ese ¨¦nfasis en la libertad, en que nadie me puede impedir hacer lo que quiera. Por ejemplo, llevado al extremo, puedo llegar a pensar por qu¨¦ demonios el Estado tiene que quitarme el dinero de mi n¨®mina o mis beneficios, que es m¨ªo, que lo he ganado yo, y a saber d¨®nde va, a pagar a vagos y sinverg¨¹enzas. Es as¨ª como se ve a los dem¨¢s, potenciales maleantes y aprovechados de los que defenderse. La idea de comunidad se diluye, m¨¢s bien se refuerzan grupos de inter¨¦s. M¨¢s que chocar con la realidad, chocamos unos contra otros, entre la codicia y la supervivencia. El denominador com¨²n de todo esto tan aparentemente contradictorio es la indiferencia hacia el otro. Refugiarse en las reglas cuando me permiten desinteresarme del otro, y renegar de ellas cuando me obligan a interesarme por su suerte.
Pero luego, redondeando la paradoja, lo cierto es que te topas con un borreguismo creciente. Todos nos creemos muy especiales, libres e individualistas, pero en realidad nos movemos en masa por ra¨ªles. ?No ven cada vez m¨¢s colas en todas partes? A la gente ya no le cuesta nada hacerlas. Antes, ibas a un restaurante, ve¨ªas m¨¢s de tres personas esperando en la puerta y te ibas. Ahora los que llegan se unen mansamente a la fila y demuestran una paciencia sorprendente, sobre todo si tienen la convicci¨®n de que merece la pena porque es un sitio de moda o es algo que hay que hacer, que no te puedes perder. Casi obligado, vamos.
Quiz¨¢ pensar¨¢n que todo esto no tiene nada que ver con las elecciones europeas, pero la urna es puro principio de realidad, donde uno decide por s¨ª solo qu¨¦ quiere para todos, tiene que pensarlo bien, y yo no tendr¨¦ problema en hacer cola para votar, una de las pocas colas que me gustan.
Ap¨²ntate aqu¨ª a la newsletter semanal de Ideas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.