C¨®mo combatir la irrealidad en una sencilla lecci¨®n
Los huecos temporales en los que no hay informaci¨®n, porque los profesionales se toman su tiempo para tener datos ciertos, se rellenan con basura imaginaria de miles de personas que siempre parecen tener un rato libre
Me llam¨® la atenci¨®n un detalle del tipo que dispar¨® a Donald Trump. Lo ¨²ltimo que hizo en su m¨®vil fue conectarse a una p¨¢gina porno. Har¨ªa sus cosas y, hala, a matar al presidente. Pas¨® de acostarse con alguien en su imaginaci¨®n, pura irrealidad, a irrumpir en la realidad a tiros, no s¨¦ si pensando tambi¨¦n que todo ocurr¨ªa solo en su cabeza. Luego hubo muchas m¨¢s cosas que transcurrieron en la irrealidad, y no es la menor de ellas el hecho de que Trump atribuyera su salvaci¨®n a la mano de Dios. Que por otra parte, si a Dios se le pudiera preguntar, deber¨ªa explicar por qu¨¦ salva a este se?or pero deja que maten a otro, un espectador que era un bombero ejemplar (y el otro, un pir¨®mano de la peor especie).
Pero yo iba m¨¢s bien al c¨²mulo de delirios, conspiraciones y falsedades que se desat¨® al segundo siguiente en las redes sociales, mientras los periodistas intentaban aclarar qu¨¦ hab¨ªa pasado. Los huecos temporales en los que no hay informaci¨®n, impepinablemente, porque los profesionales se toman su tiempo para tener datos ciertos y no meter la pata, se rellenan con la basura imaginaria de miles de personas que siempre parecen tener un rato libre. Entre la poblaci¨®n donde se han diagnosticado situaciones m¨¢s angustiosas de ansiedad y vac¨ªo existencial en verano, visto como tiempo muerto sin nada que hacer, est¨¢ el de los fan¨¢ticos del f¨²tbol. Por ejemplo, los de la Roma, cuyos m¨¢s ac¨¦rrimos seguidores pasan estos d¨ªas t¨®rridos debatiendo el en¨¦simo rumor del mercado de fichajes, o el misterio de por qu¨¦ un jugador se rasc¨® el occipucio en el entrenamiento. Por eso no es de extra?ar lo que ocurri¨® el d¨ªa del atentado de Trump. A las pocas horas, en redes se difundi¨® desde Italia la identidad del asesino: un tal Mark Violets, con foto y todo. Salt¨® enseguida a Estados Unidos, donde otros miles de tarugos sin nada que hacer, y sin moverse de casa, lo rebotaron infinitamente en X y Telegram. Lo difundi¨® el perfil Wall Street Silver, 1,3 millones de seguidores, fan de Trump y sus locuras. Voy al desenlace: un tal Marco Violi, periodista de una web romanista local, se despert¨® por la vibraci¨®n de su tel¨¦fono con los miles de mensajes que le llegaban y hac¨ªan temblar ya las paredes del edificio. Miles de mensajes llam¨¢ndole asesino. No entend¨ªa nada, ni siquiera sab¨ªa lo del atentado, hasta que puso la tele, mir¨® el m¨®vil y comprendi¨® que ¨¦l era Mark Violets, y la broma hab¨ªa partido de unos tifosi que le odian por una de tantas diatribas inanes del club.
Mientras, en el mundo real, lo curioso es que el primero en dar la noticia del atentado fue Gary O¡¯Donoghue, un reportero de la BBC que es ciego. Pero eso da igual porque a veces no puedes fiarte ni de lo que ves y ¨¦l cumpl¨ªa lo esencial: estar en el lugar de los hechos y hacer bien su trabajo. Estaba en el mitin de Butler y no vio nada, claro, pero al contrario de muchos otros no habl¨® sin saber. En medio del caos, fue el primero en encontrar un testigo y entrevistarlo. Le cont¨® que hab¨ªa visto un chico disparar desde un tejado: ¡°Los agentes del servicio secreto le han volado la cabeza, se lo juro, se la han volado¡±. Y entonces el periodista le dijo: ¡°Por favor, moderemos el lenguaje, porque no sabemos qui¨¦n nos est¨¢ escuchando en este momento¡±. Dios le bendiga (si puede dejar un momento la vigilancia de Trump). Y vosotros, vagos prepotentes de las redes, aprended un poco, aprovechad el tiempo. Feliz verano a todos.
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