Simona Levi, activista: ¡°Los partidos son empresas privadas que mantenemos entre todos¡±
La estratega tecnopol¨ªtica y directora teatral italoespa?ola, una de las art¨ªfices de las condenas en el ¡®Caso Bankia¡¯, critica en su nuevo libro c¨®mo las grandes corporaciones han copado nuestro uso cotidiano de internet y defiende alternativas comunitarias
En casa de Simona Levi (Tur¨ªn, 58 a?os) se respiraba activismo: por all¨ª se dejaban caer parientes como el escritor Primo Levi, superviviente del Holocausto, o el tambi¨¦n escritor y antifascista Carlo Levi. Se conoc¨ªa de primera mano la persecuci¨®n del fascismo italiano. As¨ª que Simona, ya a los 14 a?os, sujetaba la pancarta en manifestaciones por el derecho al aborto. ¡°Es que no entiendo c¨®mo podr¨ªa no ser activista¡±, dice. Es una forma de vida.
Estudiante revoltosa, su camino vir¨® hacia la direcci¨®n teatral, donde tambi¨¦n ha practicado lo pol¨ªtico, actuando, dirigiendo, programando, montando festivales. Fundadora del colectivo Xnet, fue sonada su participaci¨®n, como miembro tambi¨¦n del colectivo 15MpaRato, en el inicio del caso Bankia, poniendo la querella que llev¨® a la condena del exministro Rodrigo Rato y muchos otros, y sacando a la luz los correos electr¨®nicos de Miguel Blesa, expresidente de Caja Madrid.
Entre su obra escrita est¨¢n #FakeYou. Fake news y desinformaci¨®n (Rayo Verde, 2019), sobre la manipulaci¨®n informativa; Votar y cobrar (junto con Sergio Salgado, en Capit¨¢n Swing en 2017), sobre el caso Bankia, o Digitalizaci¨®n democr¨¢tica. Soberan¨ªa digital para las personas (Rayo Verde), que se publica este 2 de septiembre y ahonda en c¨®mo los espacios digitales cotidianos han sido copados por las grandes empresas.
Nos encontramos en el restaurante NuBel del Museo Reina Sof¨ªa de Madrid, donde se presenta apasionada y conservando solo un leve acento italiano: tiene nacionalidad espa?ola y lleva mucho tiempo en Barcelona. ¡°Renegu¨¦ de Italia hace 40 a?os¡±, dice. ¡°Italia no se puede recuperar, es un pa¨ªs perdido, no hay nada que hacer¡±.
Pregunta. ?Qu¨¦ es eso de ser activista?
Respuesta. Ser activista es tomar partido y hacer acciones concretas para conseguir una transformaci¨®n. En el caso Bankia no solo defend¨ªamos que hab¨ªa que auditar las cuentas de los bancos rescatados, sino que las auditamos, hasta conseguir la condena de m¨¢s de 65 pol¨ªticos y banqueros. Seguimos pensando que los grandes problemas de nuestra era se deben a la estructura de los partidos pol¨ªticos.
P. ?Por qu¨¦?
R. Porque son como empresas privadas que mantenemos entre todos. Tienen que mantener a sus c¨²pulas y colocar a sus bases. Muchas veces los pol¨ªticos ni siquiera tienen las competencias para gestionar lo que gestionan. Y somos su moneda de cambio. En 2012 montamos un partido, el Partido X, para mostrar que se deb¨ªa plantear de forma diferente: no en torno al personalismo, sino a la sociedad civil. Los partidos como correa de transmisi¨®n del trabajo real de la sociedad. As¨ª que, para m¨ª, el activismo tiene que ver con poner en pr¨¢ctica las ideas de transformaci¨®n.
P. Le influy¨® la cultura hacker.
R. Vengo de una cultura, por mi familia, del activismo de antes: reunirse en un punto, asambleas interminables, frecuentemente copadas por los machos alfa, mucho esfuerzo y pocos resultados¡ Muy sacrificado. Pero en internet se pueden formar peque?os grupos y ponerse a hacer cosas. Los hackers lo llaman do¨ªsmo [del verbo to do, hacer, en ingles]. Es la manera en la que podemos cambiar las cosas: en la ideolog¨ªa nos cuesta ponernos de acuerdo. Pero no es tan dif¨ªcil ponerse de acuerdo en lo que hay que hacer.
P. A veces los problemas parecen muy grandes, inabordables, quiz¨¢s eso desanime a la gente respecto al activismo.
R. Tengo que confesar que en ocasiones la magnitud del desastre me puede. Pero creo que la soluci¨®n a los problemas es sencilla, es el ¨¢mbito pol¨ªtico el que la hace complicada. Como dec¨ªa, el problema son los partidos, con sus disc¨ªpulos fan¨¢ticos y mentores muy ricos que crean tapones. No existe un gran plan mundial de reptilianos ni cosas conspiranoicas. Al final, se trata de gente buscando su cuota de poder.
P. ?Ha hecho internet un mundo mejor?
R. Yo soy fan de internet. El problema son las GAFAM [Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft] y sus algoritmos adictivos. Internet nace como una herramienta de libertad y de comunicaci¨®n entre personas: es una herramienta maravillosa, es una pena que nuestras instituciones no est¨¦n a la altura y dejen que la red sea ocupada por latifundios privados.
P. Al comienzo se vio como un espacio de emancipaci¨®n, se coordin¨® el movimiento antiglobalizaci¨®n, era la esperanza de los anarquistas, el 15M¡ Ahora no parece lo mismo.
R. Pas¨® con la imprenta de Gutenberg. Supuso un momento de libertad, en Venecia se imprim¨ªa de todo, pero esa desintermediaci¨®n se deshace cuando vuelve al control de unas pocas autoridades y editoriales con poder. En internet tambi¨¦n se ha acabado la desintermediaci¨®n inicial y se ha vuelto a los intermediarios: las multinacionales.
P. Por no hablar de las fake news, los trolls de ultraderecha¡
R. La Red ha sido copada por los poderes anteriores, que tienen dinero para invertir en propaganda. Esto modula la opini¨®n p¨²blica. Desde la compra de X por Elon Musk esto ha empeorado. Hay una soluci¨®n para las fake news: separar libertad de expresi¨®n de negocio. Porque esa propaganda que cambia las cosas est¨¢ siempre relacionada con una inversi¨®n.
P. ?C¨®mo?
R. Un informe reciente del Center for Countering Digital Hate dice que las 10 cuentas que m¨¢s desinformaci¨®n difunden en X han generado 19 millones de euros en publicidad. Hay un negocio en torno a la desin?formaci¨®n y eso hay que regularlo desde esta ¨®ptica: regular esa industria que tiene granjas de trolls con trabajadores precarios llevando 20 cuentas falsas y a la que se acoplan los partidos pol¨ªticos. No se puede legislar lo que es mentira o no, porque se recorta la libertad de expresi¨®n, pero s¨ª que se puede ver cu¨¢nto dinero se invierte y se cobra por que un mensaje se difunda. En ese caso hay que demostrar que la informaci¨®n est¨¢ verificada.
P. Usted propone una digitalizaci¨®n m¨¢s democr¨¢tica.
R. Para las instituciones, la digitalizaci¨®n ha sucedido como un fen¨®meno meteorol¨®gico. Cuando abrieron los ojos, los latifundistas digitales ya estaban all¨ª. Y no solo lo han permitido, lo han facilitado. Antes de las multinacionales hab¨ªa mucho software libre, por ejemplo, en el sector de la educaci¨®n, ahora cautivo de las herramientas de las corporaciones. Tampoco tenemos soberan¨ªa, trabajamos en nubes que no son nuestras, porque la nube como tal no existe, es el ordenador de otras personas. Entregamos nuestras cosas al ordenador de Google y no tenemos control sobre ellas. Necesitamos un c¨®digo abierto para todas las actividades cotidianas, mantenido p¨²blicamente, que pueda competir con los privados.
P. ?Eso significa que sea mantenido por el Estado?
R. No exactamente. Puedo poner el ejemplo del correo electr¨®nico: si el Estado invierte su dinero en un sistema privado, lo est¨¢ regalando a las empresas. Pero puede invertir en un esfuerzo comunitario en el que participe todo el mundo. Cualquiera podr¨ªa acceder al c¨®digo y mejorarlo. Y las comunicaciones podr¨ªan ser de un usuario a otro, sin pasar por los servidores de una gran empresa. Que un e-mail tenga que pasar por un servidor central es un anacronismo.
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