Ansiedad, rabia, culpa: as¨ª impacta el cambio clim¨¢tico en nuestras emociones
La crisis ecol¨®gica genera conflictos afectivos que para muchos resultan dif¨ªciles de manejar
El calor aprieta de nuevo en Espa?a. En algunas regiones del pa¨ªs se sobrepasan otra vez los 40 grados y con ellos llegan las ya recurrentes alarmas sanitarias: el cierre de zonas p¨²blicas al tr¨¢nsito de peatones; evitar salir en hora punta, y que las empresas restrinjan las horas que sus empleados pasan al sol. Con cada nueva ola, son muchas las personas que se hacen las mismas preguntas: ?Es normal este calor? ?Y si se vuelve a¨²n peor? ?No da un poco de miedo? En algunas zonas del planeta las temperaturas se han vuelto insoportables. En otras, el calor actual es algo sin precedentes. Los pa¨ªses n¨®rdicos han alcanzado temperaturas de entre 30 y 40 grados, convirtiendo al archipi¨¦lago de Estocolmo en una especie de islas Canarias donde cada cent¨ªmetro cuadrado de c¨¦sped junto al agua se convierte en una cabina de bronceado improvisada. En un pa¨ªs donde el tiempo es tema recurrente de conversaci¨®n, se ha pasado de suplicar que no vuelva a llover en Midsommar o San Juan a preguntar si el calor durar¨¢ otra vez todo el verano.
El cambio clim¨¢tico nos genera una serie de reacciones afectivas que los investigadores denominamos ¡°emociones clim¨¢ticas¡±. Por ejemplo, en climas fr¨ªos como el n¨®rdico los cada vez m¨¢s c¨¢lidos y soleados veranos son sin¨®nimo de felicidad ya que permiten disfrutar de naturaleza, familia y amigos al aire libre con temperaturas agradables y luz solar, un bien fundamental para la salud casi imposible de saborear durante los largos y g¨¦lidos inviernos n¨®rdicos. Al mismo tiempo, ante veranos cada vez m¨¢s c¨¢lidos, muchos sienten que lo correcto ser¨ªa sentir preocupaci¨®n debido a su causa y que actu¨¢semos de forma inmediata ante la crisis.
En nuestro proyecto de investigaci¨®n interdisciplinar Cambio clim¨¢tico y dilemas emocionales (2023-2025), la psic¨®loga e investigadora Kirsti Jylh? y yo combinamos la filosof¨ªa y la psicolog¨ªa para dise?ar herramientas con las que entender las emociones que el cambio clim¨¢tico provoca en nosotros y en los dem¨¢s. El estudio de las emociones clim¨¢ticas surge dentro de la psicolog¨ªa ambiental, centrada en la investigaci¨®n de los efectos psicol¨®gicos provocados por nuestro entorno, incluyendo la naturaleza. La destrucci¨®n y desaparici¨®n de especies animales y paisajes ¨²nicos provoca emociones semejantes a las que experimentamos cuando un familiar o ser querido muere y que los investigadores denominan luto medioambiental, una respuesta emocional a la desaparici¨®n de elementos naturales de gran valor para nuestras vidas sin que podamos hacer nada para remediarlo.
Hasta ahora, la investigaci¨®n de las emociones clim¨¢ticas ha sido principalmente descriptiva: se ha centrado en identificar los tipos de emociones que el cambio clim¨¢tico nos provoca, en qu¨¦ medida nos afectan y qu¨¦ grupos son m¨¢s susceptibles de experimentarlas. Aqu¨ª destaca la investigaci¨®n de campo liderada por Maria Ojala de la Universidad de ?rebro, Suecia, especializada en el estudio del impacto psicol¨®gico del cambio clim¨¢tico en ni?os, j¨®venes y adolescentes, su correlaci¨®n con la ansiedad, el bienestar o la acci¨®n medioambiental, y su rol en procesos educativos.
Sin embargo, la naturaleza multidimensional del cambio clim¨¢tico genera conflictos afectivos que para muchos resultan dif¨ªciles de entender y manejar. Las cada vez m¨¢s frecuentes altas temperaturas dan lugar a una situaci¨®n de perplejidad emocional que nos hace preguntarnos si es correcto salir a disfrutar del sol y del calor ¡°como si nada¡± dado que son resultado directo de un fen¨®meno con consecuencias potencialmente devastadoras para la vida en nuestro planeta, preocupaci¨®n de la que varios medios internacionales se han hecho eco : ¡°?Soy el ¨²nico a quien le aterroriza el calor?¡± (The Guardian, 26 de febrero de 2019); ¡°?Puedes preocuparte por el cambio clim¨¢tico al mismo tiempo que disfrutas de d¨ªas de invierno aberrantemente calurosos¡± (The Washington Post, 2 de marzo de 2017); ¡°Podemos disfrutar, o deber¨ªamos estar avergonzados?¡± (G?teborgs-Posten, 3 de agosto de 2019). La respuesta a dilemas como estos radica en las normas que rigen nuestras emociones.
Financiado por el Consejo Sueco de Investigaci¨®n para el Desarrollo Sostenible y radicado en el Instituto para los Estudios del Futuro de Estocolmo, nuestro proyecto indaga en las normas que rigen nuestras emociones clim¨¢ticas para proporcionar herramientas que ayuden a la gente a entender las reacciones afectivas que la crisis actual provoca en ellos y en los dem¨¢s. La normatividad, el terreno de lo correcto e incorrecto, es un aspecto fundamental de nuestras emociones que nos ayuda a regularlas de acuerdo con la realidad de los hechos a los que ¨¦stas responden y contribuye al bienestar psicol¨®gico. La regulaci¨®n emocional no es algo relegado a la pr¨¢ctica cl¨ªnica, sino que est¨¢ integrada en nuestra pr¨¢ctica social diaria. El ¡°no est¨¦s triste, no es para tanto¡± que se le dice a un ni?o que llora desconsolado porque se le ha ca¨ªdo la piruleta al suelo es un ejemplo.
La mayor¨ªa de las emociones y las reacciones se rigen por normas. Las normas culturales o sociales son un ejemplo. Todo el mundo sabe que la alegr¨ªa desmedida no es la emoci¨®n m¨¢s correcta a sentir o mostrar en un funeral, incluso si el difunto no nos es cercano. Las normas racionales determinan si nuestras emociones y su intensidad se corresponden con la magnitud de aquello que nos provoca, o si estamos reaccionando de forma desmedida. Otra forma de saber si nuestras emociones son apropiadas es pregunt¨¢ndonos si contribuyen a la motivaci¨®n y a la acci¨®n o si nos paralizan, as¨ª como a nuestro bienestar psicol¨®gico y al de quienes nos rodean. Sentir felicidad ante el calor y la luz solar de veranos m¨¢s c¨¢lidos es una reacci¨®n racional con valor psicol¨®gico positivo. Sin embargo, dada su causa, se ha vuelto habitual referirse a estas temperaturas con preocupaci¨®n, y est¨¢ por determinar si dicha felicidad contribuye o paraliza la acci¨®n clim¨¢tica.
El cambio clim¨¢tico no genera las mismas emociones en todos nosotros y las diferencias individuales tambi¨¦n generan conflictos. Estudios recientes se?alan que la ansiedad clim¨¢tica es una emoci¨®n frecuente entre j¨®venes y adolescentes. Sentimos incertidumbre ante la magnitud con la que el cambio clim¨¢tico afectar¨¢ negativamente a nuestras vidas, las de nuestros hijos y las de las generaciones que est¨¢n por venir. Esto, unido a la posibilidad de que los efectos sean devastadores, se traduce en ansiedad y angustia. Pero los peores efectos del cambio clim¨¢tico est¨¢n a¨²n por llegar y afectar¨¢n especialmente a los j¨®venes de hoy y a sus descendientes, por lo que no es de extra?ar que sean m¨¢s proclives a la angustia clim¨¢tica. Las famosas palabras de la activista sueca Greta Thunberg en el Foro Econ¨®mico Mundial de 2019 reflejan este sentir: ¡°No quiero vuestra esperanza. (¡) Quiero que entr¨¦is en p¨¢nico, quiero que sint¨¢is el miedo que yo siento cada d¨ªa. Y despu¨¦s, quiero que actu¨¦is (¡) como si se estuviese quemando vuestra casa, porque lo est¨¢¡±. Ante esta situaci¨®n, varias universidades han integrado departamentos especializados en la atenci¨®n psicol¨®gica al alumnado con ansiedad clim¨¢tica, cada vez m¨¢s abundante.
En respuesta al discurso de Thunberg, Donald Trump sugiri¨® en Twitter que la activista ten¨ªa un ¡°problema de manejo de ira¡± invit¨¢ndola a ¡°relajarse¡±, y Vlad¨ªmir Putin insinu¨® que era una ¡°ni?a¡± que estaba siendo utilizada para intereses de adultos. Es importante entender a qu¨¦ responden las diferencias afectivas entre distintos actores clim¨¢ticos. Algunas de ellas son inevitables ya que estamos predispuestos a sentir de forma diferente, lo que puede influir a la hora de juzgar las emociones clim¨¢ticas de otros. Sin embargo, la cr¨ªtica a las emociones clim¨¢ticas ajenas puede deberse a ciertos intereses. La ret¨®rica de falacias empleada por Trump y Putin se centra exclusivamente en la edad de Thunberg y la forma de su mensaje, ignorando el contenido. No aluden a que la reacci¨®n emocional de Thunberg sea desproporcionada o a que no se corresponda con la crisis actual. Esto sugiere que sus palabras buscan deslegitimar y silenciar el estado emocional de millones de personas que, como Thunberg, se sienten angustiadas ante las inminentes consecuencias del cambio clim¨¢tico y frustradas ante la falta de medidas.
Cada emoci¨®n clim¨¢tica responde a un aspecto concreto del cambio clim¨¢tico. La falta de acci¨®n es uno de los aspectos de la crisis clim¨¢tica que genera mayor reacci¨®n. La inacci¨®n pol¨ªtica nos provoca frustraci¨®n e ira. Los representantes nacionales e internacionales nos han fallado; a pesar de la inminencia de la crisis, los gobiernos siguen presos de intereses corporativos y de votos. Muchos sienten rabia o incluso furia ante el ego¨ªsmo que supone anteponer los intereses privados de unos pocos a los de millones de ciudadanos, presentes y futuros.
La falta de cambio estructural pone al ciudadano de a pie en una situaci¨®n donde sus actos apenas cuentan. Muchos est¨¢n dispuestos a contribuir a mitigar el cambio clim¨¢tico. Cada vez son m¨¢s quienes se sienten motivados a usar el tren o comprarse un coche el¨¦ctrico en lugar de volar, comer menos carne, o instalar energ¨ªa renovable en sus viviendas. Sin embargo, muchos sienten que su esfuerzo es en vano. Por ejemplo, para que la gente escoja ir en tren se deben ofertar buenas conexiones, horarios y precios, tarea dif¨ªcil cuando se compite con sectores subvencionados como el de la aviaci¨®n. Adem¨¢s, un gran n¨²mero de ciudadanos permanecen todav¨ªa ajenos a las opciones sostenibles, lo que imposibilita la acci¨®n colectiva y el cambio de demanda a gran escala. Por esto, la situaci¨®n actual es de lock-in o enquistamiento: quienes quieren contribuir al cambio encuentran pocos incentivos para hacerlo, mientras que quienes no contribuyen saldr¨¢n igualmente beneficiados de la transici¨®n clim¨¢tica. Es por esto por lo que muchos se sienten desmoralizados al ver que sus esfuerzos son en vano e impotentes al no poder aportar su granito de arena y canalizar sus esfuerzos a trav¨¦s del sistema.
El t¨¦rmino sueco flygskam (en espa?ol, ¡°verg¨¹enza por volar¡±) surgi¨® en 2017 para referirse a la actitud de verg¨¹enza o humillaci¨®n por volar, sobre todo cuando se vuela de forma innecesaria, y se populariz¨® durante los a?os siguientes en el debate en torno a c¨®mo viajar de forma sostenible. La elecci¨®n de si tener o no hijos tambi¨¦n se mira desde las lentes del cambio clim¨¢tico. Cada persona que traemos al mundo contribuye de forma significativa a lo largo de su vida al incremento de emisiones, especialmente con el estilo de vida y nivel de consumo de los pa¨ªses de Occidente. Aqu¨ª surge el t¨¦rmino sueco barnskam (en espa?ol, ¡°verg¨¹enza por tener hijos¡±), referido a la actitud de avergonzarse por aumentar la familia sin considerar sus efectos clim¨¢ticos.
La cr¨ªtica a las actitudes ajenas contribuye a modular el comportamiento en sociedad. Incluso si es bien intencionada, la forma en la que criticamos a los dem¨¢s tiene efectos importantes. Cuando hacemos que alguien se sienta avergonzado por algo que ha hecho, sentido o pensado, estamos atacando de forma negativa el n¨²cleo de esa persona o su identidad en general: qui¨¦n es, sus gustos, sus sentimientos, etc¨¦tera. Es por eso por lo que la verg¨¹enza y la humillaci¨®n que a veces le acompa?a no despiertan en nosotros un poder activador o motivador, por lo que provocar estos sentimientos seg¨²n las elecciones clim¨¢ticas de los dem¨¢s es una mala estrategia para fomentar el cambio. Asumiendo que existen motivos para ellas y que se hacen desde el respeto, las cr¨ªticas a los comportamientos o elecciones ajenas son m¨¢s efectivas si despiertan remordimiento o culpa por no haber estado a la altura de la responsabilidad en cierta circunstancia.
El cambio clim¨¢tico es un fen¨®meno multifac¨¦tico que conlleva todav¨ªa inc¨®gnitas. Poco a poco y entre todos tratamos de llegar a nuevas normas que gu¨ªen nuestras acciones y emociones ante la situaci¨®n actual. Mientras tanto, conviene mantener la flexibilidad y la tolerancia para evitar culpas y humillaciones innecesarias, tanto propias como ajenas. Esto contribuye a la cohesi¨®n y la acci¨®n colectiva, piezas fundamentales para resolver la crisis clim¨¢tica. Por lo tanto, no hay nada raro si te alegras del calor al mismo tiempo que te sientes preocupado por el cambio clim¨¢tico, ahora que las temperaturas suben de nuevo.
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