DANA: depresi¨®n aislada en niveles altos
Es imposible no entender de una vez que la vida de uno es la vida de todos
Depresi¨®n. Me refiero a ese malestar ¨ªntimo y cotidiano, a la consciencia de que habitamos un mundo que produce dolor de forma sistem¨¢tica mientras nos esforzamos en divertirnos o en poner foco en alguna tarea productiva. Aislada. No somos pocos los que nos sentimos desolados ante la idea de morir en un mundo que agoniza entre guerras y genocidio pero s¨ª nos sentimos profundamente solos e impotentes. En niveles altos. Sucede que la depresi¨®n se ha convertido en el estado del alma de las llamadas sociedades del bienestar. En las esquinas del mundo donde miramos vemos desastres naturales, campos de concentraci¨®n para personas migrantes y hasta las bombas sobre hospitales infantiles con horror, pero tambi¨¦n con distancia, incluso con el alivio de sabernos lejos del espanto. Pero la DANA est¨¢ aqu¨ª y las vidas arrancadas est¨¢n demasiado cerca. Es imposible no entender de una vez que la vida de uno es la vida de todos.
Es imposible no sentir, viendo las im¨¢genes de estos d¨ªas y de todos los d¨ªas, que somos parte de una cultura fracasada y profundamente equivocada. Hasta que no se nos meta en la cabeza, no con el horror de la tragedia presente pegada al cuerpo sino en todo momento, que la vida de uno es la vida de todos, no hay nada que hacer. Esta cat¨¢strofe no es excepcional sino absolutamente cotidiana: en los cayucos, en Ucrania, en Gaza¡ Todo forma parte de la misma DANA. Sin embargo, eso que llamamos solidaridad solo parece urgente cuando tenemos el agua al cuello y el cuerpo congelado. Como si vivi¨¦ramos en un tipo de sociedad que no es capaz de entender que cada uno de nosotros es todos. Que en democracia todo el mundo tiene derecho a vivir su vida, y que la vida no es tal cosa sin soportes comunitarios, sin servicios de emergencia, sin espacio p¨²blico, sin aire limpio, sin una sociedad decidida a protegernos a todos. En vez de eso, tenemos a Trump diciendo que las personas migrantes se comen a las mascotas en EE UU y a N¨²?ez Feij¨®o viajando a Valencia para hacer uso pol¨ªtico de la desgracia en defensa de sus propios intereses. Esa forma tan extendida y ¡°democr¨¢tica¡± de hacer pol¨ªtica sobre el dolor ajeno y en beneficio del propio inter¨¦s tambi¨¦n es DANA.
Pero ?qu¨¦ son y en qu¨¦ consisten exactamente los propios intereses cuando pisamos sobre un planeta que se recalienta hasta la asfixia? ?Qu¨¦ es el propio inter¨¦s cuando tenemos cientos (miles) de ni?os no acompa?ados durmiendo literalmente hacinados en centros de menores de Canarias? Creo que el propio inter¨¦s es tambi¨¦n DANA y un reflejo de nuestra falta absoluta de solidaridad. Una clase de solidaridad que es imposible en un tipo de cultura pol¨ªtica que no entiende que cada uno es todos y que se esfuerza en convencernos cada d¨ªa de que cada uno es uno.
Por supuesto que todos nos sentimos solidarios y acongojados estos d¨ªas. Pero creo que la empat¨ªa se ha convertido en una forma de disfrazar el miedo y de pensar que podr¨ªa pasarme a m¨ª, cuando la empat¨ªa deber¨ªa ser una forma de entender y de sentir que de hecho los intereses de los otros son, objetivamente hablando y todos los d¨ªas, tambi¨¦n los nuestros. La empat¨ªa de la que hablo no es capaz de evitar la tragedia pero s¨ª de exigir un mundo que deje de una vez de provocarla.
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