Los inmigrantes haitianos no comen mascotas. Es la comunidad internacional la que ¡°come haitianos¡±
Los traficantes de armas estadounidenses inundan el pa¨ªs con pistolas y rifles autom¨¢ticos con los que se asesinan a miles de personas
No hay ninguna denuncia ni prueba de que los inmigrantes haitianos en Ohio se hayan comido a ninguna mascota de sus vecinos blancos, un bulo difundido por el candidato presidencial Donald Trump y apoyado por toda la red de medios que se encargan de empujar la campa?a del expresidente. Donde es posible que no queden mascotas es en el propio Hait¨ª. Seg¨²n el ¨²ltimo informe del Programa Mundial de Alimentos: ¡°5,4 millones de personas luchan por alimentarse a s¨ª mismas y a sus familias todos los d¨ªas, lo que representa una de las proporciones m¨¢s altas de personas en situaci¨®n de inseguridad alimentaria aguda en cualquier crisis mundial¡±. De ellas, dos millones se enfrentan a escasez extrema de alimentos, desnutrici¨®n y enfermedades.
Hait¨ª est¨¢ sumido en el caos, sometido a la violencia de pandillas armadas que han provocado en lo que va de a?o 4.789 homicidios y 2.490 secuestros. Dado que en la isla no existe ninguna f¨¢brica de armas ni de munici¨®n, todo el armamento de que disponen esas pandillas llega desde Estados Unidos, y muy espec¨ªficamente, desde Florida. Por m¨¢s que las organizaciones internacionales piden a Estados Unidos que impida ese tr¨¢fico, parece que nada se hace, al menos con la suficiente eficacia. As¨ª, pues, los inmigrantes haitianos en Estados Unidos no se comen las mascotas de sus vecinos, pero algunos traficantes de armas estadounidenses inundan Hait¨ª con miles de pistolas y rifles autom¨¢ticos con los que no se mata a mascotas sino a personas, miles.
Las relaciones de Estados Unidos con Hait¨ª han sido siempre desgraciadas. En 2010, el expresidente estadounidense Bill Clinton hizo algo ins¨®lito: pidi¨® perd¨®n por haber obligado a Hait¨ª a reducir los aranceles a la importaci¨®n de arroz norteamericano, que llegaba subvencionado por Washington y que destruy¨® la producci¨®n nacional. ¡°Quiz¨¢s fue bueno para algunos de mis productores de arroz en Arkansas, pero no funcion¨®. Fue un error¡±. Lo fue. Hait¨ª perdi¨® la capacidad de producir uno de los cultivos m¨¢s importantes para la alimentaci¨®n de su poblaci¨®n. Solo porque el presidente de Estados Unidos quer¨ªa ayudar a los productores de Arkansas a deshacerse de sus excedentes. ¡°Debo convivir con las consecuencias de lo que hice¡±, dijo, compungido, Bill Clinton, pero quienes vivieron con las consecuencias fueron esos millones de haitianos a los que hundi¨® en la miseria. Ese mismo Clinton hab¨ªa ayudado a reponer en el cargo de presidente democr¨¢tico de Hait¨ª a Jean-Bertrand Aristide, el pol¨ªtico y sacerdote salesiano expulsado del poder por un golpe militar. Clinton conoc¨ªa bien el pa¨ªs. Pas¨® all¨ª parte de su luna de miel, cuando en 1975 se cas¨® con Hillary Rodham (entonces, gobernaba el hijo del dictador, Jean-Claude Duvalier). Pero nada impidi¨® que destruyera su capacidad agr¨ªcola de un plumazo.
Todo fue muy mal con Estados Unidos muy pronto. En 1914, Washington envi¨® una ca?onera con marines para, pura y simplemente, robar el oro del Banco Nacional de la Rep¨²blica de Hait¨ª. Ocho marines entraron en la sede del banco, robaron oro por valor de medio mill¨®n de d¨®lares de la ¨¦poca y se volvieron a Estados Unidos, donde depositaron los lingotes en el National City Bank. El Banco Nacional de Hait¨ª era propiedad de accionistas norteamericanos, as¨ª que cuando necesitaron el dinero recurrieron, sin m¨¢s, a la ca?onera. Las relaciones de Hait¨ª con Francia tampoco fueron mejores. Como cuenta la BBC, ¡°hace 220 a?os, Hait¨ª se convirti¨® en la primera naci¨®n independiente de Am¨¦rica Latina, la rep¨²blica negra m¨¢s antigua del mundo y la segunda rep¨²blica m¨¢s antigua del hemisferio occidental despu¨¦s de Estados Unidos. Todo esto se logr¨® tras la ¨²nica revuelta de esclavos exitosa en la historia humana¡±. Sin embargo, para que se reconociera su independencia, Hait¨ª tuvo que pagar 150 millones de francos (unos 21.000 millones de hoy) a Francia en concepto de indemnizaci¨®n por las propiedades ?y los esclavos! que hab¨ªan perdido los franceses. Un caso ¨²nico en el que el colonizado no recibe indemnizaci¨®n, sino al contrario. Se podr¨ªa pensar que la ONU o la comunidad internacional reparar¨ªan tanto desatino. Pero Duvalier padre, el sangriento dictador, se mantuvo en el poder 14 a?os, hasta su muerte en 1971, sin que nadie le incomodara, todos encantados con su r¨¦gimen de terror frente al comunismo caribe?o. Tras el terremoto de 2010, la ONU intent¨® ayudar a recomponer el pa¨ªs, pero con muy mal pie: los cascos azules llevaron consigo una feroz epidemia de c¨®lera y fueron acusados de violaciones y abusos.
As¨ª que, si se mira hacia atr¨¢s, no han sido los haitianos los que se han comido las mascotas de nadie, sino todos los dem¨¢s quienes se han comido sus recursos.
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