Los hombres m¨¢s ricos de la galaxia quieren llevar el capitalismo al espacio
Autores de ciencia ficci¨®n como Isaac Asimov o Robert Heinlein han inspirado a Jeff Bezos o Elon Musk que, disfrazados de hombres fuertes, fantasean con salvar la humanidad
La canica azul. As¨ª se llam¨® a la primera foto completa de la Tierra tomada desde la nave Apolo 17 en 1972. Por fin, la humanidad pod¨ªa contemplarse a s¨ª misma desde el espacio como un cuerpo com¨²n. Una postal inocente en comparaci¨®n con la que nos ofrec¨ªa hace tres meses el multimillonario Jared Isaacman, comandante de la misi¨®n Polaris Dawn de SpaceX, con la qu...
La canica azul. As¨ª se llam¨® a la primera foto completa de la Tierra tomada desde la nave Apolo 17 en 1972. Por fin, la humanidad pod¨ªa contemplarse a s¨ª misma desde el espacio como un cuerpo com¨²n. Una postal inocente en comparaci¨®n con la que nos ofrec¨ªa hace tres meses el multimillonario Jared Isaacman, comandante de la misi¨®n Polaris Dawn de SpaceX, con la que Elon Musk quiere acelerar su conquista espacial. Su selfi con un planeta en llamas de fondo representa todo un cambio de paradigma que ha analizado el escritor argentino Michel Nieva en su ensayo Ciencia ficci¨®n capitalista. C¨®mo los multimillonarios nos salvar¨¢n del fin del mundo (Anagrama, 2024).
El autor parte de redefinir la famosa frase atribuida a Fredric Jameson que populariz¨® Mark Fisher: ¡°Es m¨¢s f¨¢cil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo¡±. Y en este caso, apunta Nieva, quienes lo proyectan son esos emprendedores de Silicon Valley que se han apropiado de la ret¨®rica de la ciencia ficci¨®n dura (la que tiene base m¨¢s cient¨ªfica) para convencernos de que solo ellos pueden socorrer a la humanidad. ¡°Les importa m¨¢s la narrativa ¨¦pica de un discurso ut¨®pico que su realismo¡±, dice Nieva por videoconferencia desde Nueva York. ¡°Bajo este disfraz de machos fuertes y ¨²nicos salvadores posibles, empresarios como Richard Branson, Jeff Bezos o Elon Musk han comercializado el espacio. Camuflando su codicia especulativa ante la amenaza urgente del cambio clim¨¢tico, enarbolan planes ambientalistas para rescatar a esta sociedad llev¨¢ndola a otros planetas y, con ello, perpetuar los mecanismos de la especu?laci¨®n financiera. Estamos ante la edad de oro de la ciencia ficci¨®n capitalista¡±.
El turista espacial originario, el ingeniero y empresario Dennis Tito, pag¨® 20 millones de d¨®lares en 2001 por esta particular tarjeta de embarque a Eric Anderson, cofundador de Space Adventures, la compa?¨ªa comercial gal¨¢ctica inaugural. Branson, con Virgin Galactic, mand¨® en 2023 a sus tres primeros turistas a orbitar durante unos minutos a 80 kil¨®metros de la superficie terrestre por 200.000 d¨®lares cada uno. Tras el ¨¦xito, el precio subi¨® a 400.000 d¨®lares por un viaje de 90 minutos, seg¨²n Business Insider. Bezos no ha p¨²blicado su lista de precios con Blue Origin; SpaceX, tampoco, pero con su cohete Falcon 9 quiere embarcar a civiles (l¨¦ase, millonarios) en trayectos de 72 horas a m¨¢s de 500 kil¨®metros de altitud. El investigador Tim Fernholz, autor de Rocket Billionaires: Elon Musk, Jeff Bezos and the New Space Race, explica por videoconferencia desde Oakland que ¡°las tarifas son tan opacas porque hoy sigue siendo muy caro mandar un cohete al espacio, aunque con los reutilizables se ha dado un gran paso para abaratarlo. El lanzamiento hace unos d¨ªas del Starship de SpaceX, el m¨¢s preparado para llevarnos a la Luna, cost¨® 40 millones de d¨®lares. Haz cuentas de qu¨¦ deber¨ªa pagar cada tripulante civil para hacerlo rentable¡±.
¡°La escenificaci¨®n promocional de esta carrera en ocasiones es grotesca, ya sea Bezos con sombrero de cowboy posando ante un desproporcionado cohete con forma f¨¢lica o Musk celebrando la victoria electoral junto a Trump con su camiseta de Occupy Mars [que se mofa de Occupy Wall Street]¡±, dice Nieva. El hombre m¨¢s rico del mundo, que don¨® casi 200 millones de d¨®lares a la campa?a del presidente y ya es uno de sus cargos de confianza, proclama que va a participar en la primera expedici¨®n a Marte ¡ªpara 2029, dice¡ª y morir all¨ª, si es preciso. Fernholz lo duda: ¡°Podemos empezar a ver bases lunares en unos 10 a?os, pero faltan d¨¦cadas para llegar a Marte¡±. El fil¨®sofo Yuk Hui, analista de las derivas tecnol¨®gicas de las megacorporaciones, dice por correo electr¨®nico: ¡°Los grandes gestos de estos emprendedores son una campa?a empresarial de transformaci¨®n de otros planetas en lugares habitables con la que evitar preocuparse por la destrucci¨®n de la Tierra, a la que ellos mismos contribuyen en gran medida¡±.
Estos empresarios ¡°perpet¨²an los mecanismos de la especulaci¨®n financiera¡±, dice el ensayista Michel Nieva
En la apropiaci¨®n del capitalismo tecnol¨®gico del lenguaje de la ciencia ficci¨®n, una est¨¦tica hiperfuturista (y, por tanto, capitalizable) lo es todo. Jos¨¦ Fern¨¢ndez, dise?ador de vestuario en pel¨ªculas de superh¨¦roes y de los cascos de Daft Punk, ha concebido la est¨¦tica de SpaceX. Y Jeff Bezos fich¨® en el dise?o de su rama astron¨¢utica al escritor Neal Stephenson, or¨¢culo para Silicon Valley con su libro Snow Crash (1992), dice Nieva. Todo vale en la carrera por acelerar el futuro neoliberal anunciado por la ciencia ficci¨®n.
Siempre fue as¨ª. Cuando Galileo Galilei mir¨® por un telescopio por primera vez a Marte, en 1610, ya imagin¨® ciudades all¨ª. Julio Verne apunt¨® en su art¨ªculo de 1903 El fin de las guerras navales que el autor de ciencia ficci¨®n ¡°escribe en papel lo que otros esculpir¨¢n en acero¡±. No en vano, el primer submarino de propulsi¨®n at¨®mica, encargado por el ej¨¦rcito estadounidense en 1954, que super¨® las 20.000 leguas que aventur¨® Verne, se llam¨® tambi¨¦n Nautilus. Los grandes ide¨®logos de la ciencia ficci¨®n dura provienen del ¨¢mbito cient¨ªfico: Isaac Asimov (de formaci¨®n, qu¨ªmico), Arthur C. Clarke (f¨ªsico y matem¨¢tico), Hal Clement (astr¨®nomo) o Robert Heinlin (ingeniero aeron¨¢utico).
Los lazos de muchos de ellos se estrechan con gobiernos, militares y, en la actualidad, megacorporaciones. Han servido de ide¨®logos, asesores o, directamente, asalariados. Wernher von Braun, el ingeniero nazi que lleg¨® a ser uno de los fundadores de la NASA, le daba a leer a Kennedy libros de Arthur C. Clarke para convencerle en el desarrollo de una agencia aeron¨¢utica. Clarke acab¨® colaborando con la NASA en la puesta en ¨®rbita del primer sat¨¦lite comercial en 1963. Paul Allen, cofundador de Microsoft junto a Bill Gates, era devoto de Robert Heinlein, uno de los escritores que ciment¨® la imagen del viril emprendedor intergal¨¢ctico. De cr¨ªo, Allen ley¨® Rocket Ship Galileo, novelita de juventud de Heinlein sobre unos chavales que conciben con su t¨ªo cient¨ªfico una firma de viajes lunares que aliment¨® a su yo adulto, el que cre¨® Teledesic, primera empresa de internet satelital. Fue adem¨¢s pionero en proyectar viajes low cost al espacio.
El propio Stanley Robinson se burla de Musk y dice que ¡°Marte es irrelevante si no somos capaces de conservar la Tierra¡±
Jeff Bezos, fan de Douglas Adams, quiere bautizar The Heart of Gold a su primer cohete a Marte, en homenaje a la nave hom¨®nima que aparece en Gu¨ªa del autoestopista gal¨¢ctico. Musk tiene como motores fundamentales para colonizar el planeta rojo la Trilog¨ªa marciana, de Kim Stanley Robinson ¡ªreivindicado tambi¨¦n por Obama, por cierto¡ª, y al h¨¦roe filantr¨®pico de Fundaci¨®n (1951), de Asimov, que predice el irremediable declive de su imperio y opta por fundar colonias intergal¨¢cticas. El propio Stanley Robinson considera que ¡°Marte es irrelevante si no somos capaces de conservar la Tierra¡±, y se burlaba as¨ª en Bloomberg de los delirios que ha desatado su obra: ¡°El plan de Musk es una especie de clich¨¦ de la ciencia ficci¨®n de los a?os veinte del ni?o que construye un cohete a la Luna en el patio trasero de su casa¡±.
La pel¨ªcula resultante pinta menos na¨ªf. Seg¨²n Nieva, la ciencia ficci¨®n habilita al capitalismo de las m¨¢s extraordinarias fantas¨ªas. ¡°Terraformaci¨®n y colonizaci¨®n de otros planetas, miner¨ªa extraterrestre, expectativa de vida de 1.000 a?os, turismo intergal¨¢ctico, inteligencia artificial que automatiza el trabajo asalariado. Mercanc¨ªas futuristas que emancipar¨¢n al humano de los l¨ªmites planetarios y de sus propios l¨ªmites biol¨®gicos, pero que solo disfrutar¨¢ el 1% millonario de la poblaci¨®n¡±. Y completa Yuk Hui: ¡°No ser¨¦ yo quien reniegue de la ciencia ficci¨®n. Me encanta. Pero en la ¨²ltima d¨¦cada hemos hecho de ella una herramienta indispensable para comprender hacia d¨®nde nos dirigimos. Me inquieta. M¨¢s all¨¢ de que los multimillonarios fomenten eso para sustentar su discurso, delata la debilidad de las discusiones intelectuales que mantenemos para resolver los problemas m¨¢s pr¨®ximos y reales. ?Qu¨¦ tipo de futuro es el deseable para la humanidad como comunidad? La respuesta solo la podemos encontrar si mantenemos los pies en la tierra¡±.