Ciencia ficci¨®n gaucha-punk: un viajazo dist¨®pico que rinde cuentas con la tradici¨®n argentina
Tras ser elegido por ¡®Granta¡¯ como uno de los 25 narradores j¨®venes en espa?ol a seguir hoy, Michel Nieva presenta ¡®La infancia del mundo¡¯, un artefacto literario trans que pasa por el Caribe Pampeano del siglo XXIII y las Amazonias de J¨²piter para llevarnos al mism¨ªsimo origen geol¨®gico de la Tierra
Gaucho: mestizo trashumante que hizo todo por Argentina en la revoluci¨®n independentista de principios del siglo XIX y al que la patria pag¨® con el exterminio y las grandes glosas de la literatura gauchesca. Ciberpunk: neologismo de finales del siglo XX para imaginar distop¨ªas posindustriales e hipertecnificadas donde las megacorporaciones sobreexplotan todos los recursos, empezando por lo poco que queda de lo humano. ¡®Ciencia ficci¨®n gaucha-punk¡¯: t¨¦rmino resultante de introducir los dos anteriores en un acelerador de part¨ªculas que se sirve del futuro para rendir cuentas con el pasado de Argentina.
El advenimiento de este subg¨¦nero se lo debemos a Michel Nieva (Buenos Aires, 1988). Su primer libro, ?Sue?an los gauchoides con ?and¨²es el¨¦ctricos?, publicado por una editorial underground, lleg¨® a manos del jurado de la revista Granta. Rodrigo Fres¨¢n, uno de sus miembros, apoy¨® particularmente sus historias pobladas por androides proletarios que reniegan de su programaci¨®n, robots borgesoides violados por sus patrones y hasta un expresidente Sarmiento zombi sediento de sangre y sexo. Lo incluyeron en la lista de los 25 mejores narradores j¨®venes en espa?ol de 2021 y le solicitaron un cuento in¨¦dito, El ni?o dengue, que acabar¨ªa sirviendo de cap¨ªtulo de arranque para la novela que hoy presenta, La infancia del mundo (Anagrama).
Ya en las citas que abren el libro, invoca la prosa sin filtros (y cargada de mala leche) de Aurora Venturini y el horror c¨®smico de Lovecraft. Dos de sus gu¨ªas para construir un relato dist¨®pico que viaja de un Caribe Pampeano sepultado por el agua en el siglo XXIII hasta r¨¦plicas de la Amazonia construidas en J¨²piter gracias a la especulaci¨®n virofinanciera de las megacorporaciones que han reventado la Tierra. En su acelerado tripi, se apoya sin complejos en Kafka (con un ni?o mosquito dengue que va mutando) y las par¨¢bolas ecocatastrofistas de Octavia E. Butler, en la visi¨®n simult¨¢nea del universo de El Aleph y los chapuceros complots interestelares de Philip K. Dick, en los preceptos est¨¦ticos de H. R. Giger y el horror corporal de Junji Ito, en los admin¨ªculos masturbatorios de nueva carne a lo Cronenberg y la ret¨®rica alienante de la realidad virtual. Michel Nieva ha facturado un breve pero ambicioso artefacto literario trans: trans g¨¦neros, trans especies, trans dimensional, trans temporal, trans material, para llevarnos de vuelta al mism¨ªsimo origen geol¨®gico (esa infancia) del mundo.
?Y c¨®mo se traduce todo esto en la ciencia ficci¨®n gaucha-punk? Lo explica ¨¦l mismo v¨ªa Zoom desde Nueva York, donde prepara su doctorado e imparte clases de literatura. ¡°En secundaria yo estaba enganchado a las revistas pulp de ciencia ficci¨®n. Nos obligaron a leer el Facundo de Sarmiento, que narra la fundaci¨®n del estado argentino, y a m¨ª me aburr¨ªa infinito. Por eso en el trabajo pr¨¢ctico lo resum¨ª como si fuera una novela dist¨®pica en un futuro en que hab¨ªa desaparecido la humanidad y La Pampa era un desierto posapocal¨ªptico. Me gan¨¦ un suspenso, obvio. Pero sirvi¨® de germen para mi reflexi¨®n literaria¡±. La etiqueta surgi¨® medio en broma: ¡°Parte de hacer una relectura en clave sci-fi de la tradici¨®n argentina. Borges dec¨ªa de que un autor inventa a sus precursores. Para m¨ª, Sarmiento cre¨® el ciberpunk en Argentina, porque imagin¨® esa geograf¨ªa ¨¢rida como un lugar deshumanizado, tratando a los gauchos e ind¨ªgenas como no-humanos. La ciencia ficci¨®n gaucha-punk me permite pensar esa violencia pol¨ªtica contra cuerpos y territorios en Latinoam¨¦rica, especular con lo que pas¨® y puede pasar para reflexionar tambi¨¦n sobre el presente¡±.
Y para esa reflexi¨®n, dice, la novela realista ya no llega. ¡°La pandemia me encontr¨® escribiendo sobre bacterias y algo que sonaba irreal, se convirti¨® en lo cotidiano. De pronto, el realismo no alcanzaba para narrar este tiempo. Hay cambios hist¨®ricos o medioambientales que legitiman g¨¦neros como la ciencia ficci¨®n¡±. Y cita para refrendarlo al cr¨ªtico indio Amitav Ghosh y su ensayo The great derangement (El gran desarreglo, 2016), donde relaciona las circunstancias culturales, hist¨®ricas y pol¨ªticas del cambio clim¨¢tico con el colonialismo. ¡°Ghosh asocia la literatura a una teor¨ªa geol¨®gica. La novela realista, que vivi¨® su era dorada en el siglo XIX, serv¨ªa de gran teatro de las pasiones humanas, del yo y la familia, comprendiendo la realidad como una escenograf¨ªa inmutable. Ese g¨¦nero se constituy¨® en Europa al mismo tiempo que surg¨ªan los grandes emprendimientos coloniales que suscitan el cambio clim¨¢tico, como la extracci¨®n del carb¨®n. Ante las consecuentes grandes cat¨¢strofes planetarias, ese tel¨®n de fondo deja de funcionar. Nos enfrentamos a un nuevo contexto geol¨®gico. Y en la narrativa, la ciencia ficci¨®n s¨ª tiene las herramientas para contarlo¡±.
Ciencia ficci¨®n y colonialismo siempre han ido de la mano. ?Qu¨¦ es, si no, una invasi¨®n marciana o la conquista de otros mundos? Quiz¨¢s, por eso, esta categor¨ªa narrativa ha vivido su particular decolonizaci¨®n tambi¨¦n ¨Cah¨ª est¨¢n el imparable influjo del afrofuturismo o el techno-orientalismo¨C. Como recogi¨® John Rieder en su ensayo Colonialism and the emergence of sciencie fiction (Colonialismo y surgimiento de la ciencia ficci¨®n, 2008), ¡°el g¨¦nero tom¨® forma en los pa¨ªses m¨¢s involucrados en proyectos imperialistas, como Francia e Inglaterra, para ganar despu¨¦s popularidad en pa¨ªses que se fueron sumando a ese af¨¢n, como EE UU, Alemania y Rusia¡±. A eso hay que sumarle una visi¨®n euroc¨¦ntrica a la que Nieva planta cara. ¡°El cr¨ªtico cultural Harold Bloom dec¨ªa que Shakespeare es el creador de todo lo que entendemos por humano y sus pasiones, y que toda la literatura que viene despu¨¦s es una repetici¨®n, una modulaci¨®n de estos t¨®picos que inventa Shakespeare. Si tenemos en cuenta tambi¨¦n la idea que estableci¨® el Renacimiento, a ra¨ªz de la conquista de Am¨¦rica, de legitimar la deshumanizaci¨®n y exterminio sistem¨¢tico de grandes poblaciones, ?qu¨¦ pasa con todo eso que se consider¨® no-humano? ?En qu¨¦ lugar queda en la Historia? ?Por qu¨¦ no hablar de una Historia paralela? Una vez m¨¢s, desde la ciencia ficci¨®n podemos darle respuesta¡±. Y cita a una serie de compa?eros exploradores de esa otra realidad latinoamericana desde el vocabulario ciberpunk: los dominicanos Rita Indiana y Odilius Vlak, el cubano Erick J. Mota o el colombiano Luis Carlos Barrag¨¢n.
Si en el siglo XIX la ciencia ficci¨®n ayud¨® a imaginar el futuro y en el siglo XX, a entender el presente, ?cu¨¢l deber¨ªa ser su tarea en el siglo XXI? ¡°Vivimos una ¨¦poca en la que, m¨¢s que nunca, el capitalismo se apropia del lenguaje de la ciencia ficci¨®n para estilizar y vender su mercanc¨ªa. Ah¨ª tenemos a Mark Zuckerberg recreando el metaverso de la novela Snow crash (1992), de Neal Stephenson; o a Elon Musk, tomando las ideas de la trilog¨ªa marciana de Kim Stanley Robinson para llevarnos a otro planeta y contratando a un dise?ador de vestuario de Hollywood [Jos¨¦ Fern¨¢ndez, responsable del look de superh¨¦roes como Batman y Black Panther o los cascos de Daft Punk] para crear los uniformes de SpaceX. Cuando el mainstream capitalista se apropia del discurso de la ciencia ficci¨®n, es el momento de que la ciencia ficci¨®n tome una postura pol¨ªtica cr¨ªtica¡±. Su pr¨®ximo ensayo, Ciencia ficci¨®n capitalista, responde precisamente al realismo capitalista. Mientras nos llega, como anunciaban Slavoj Zizek y Mark Fisher, seguiremos imaginando el fin del mundo antes que el fin del capitalismo.
La infancia del mundo
Anagrama, 2023
162 p¨¢ginas. 17.90 euros.
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