Yuk Hui, fil¨®sofo de la t¨¦cnica: ¡°No podemos dejar que la raz¨®n econ¨®mica y el individualismo dominen el uso de la tecnolog¨ªa¡±
El pensador, nacido y formado como ingeniero en Hong Kong, advierte de que la inteligencia artificial es ahora mismo ¡°una herramienta¡± para atraer grandes inversiones
Yuk Hui, uno de los fil¨®sofos de la tecnolog¨ªa m¨¢s influyentes en los debates sobre inteligencia artificial, tambi¨¦n usa ChatGPT. ¡°Immanuel Kant escribe en alem¨¢n frases muy largas, sin apenas puntuaci¨®n, y puede ser muy confuso, as¨ª que le pido que ponga puntos y comas, para separar ideas, y lo hace mucho mejor que yo¡±, explica en una peque?a sala del Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona, donde daba una conferencia. El jueves estuvo tambi¨¦n en la Tabakalera de San Sebasti¨¢n, ciudad donde esperaba ¡°comer muy bien¡±. Nacido en Hong Kong, no dice nunca la edad que tiene. Por su estilo sobrio ¡ªcuello alto, chaqueta negra, gafas m¨ªnimas¡ª y su mirada de sabio, que a la vez se enciende movido por la curiosidad, ser¨ªa imposible adivinarla.
Estudi¨® Ingenier¨ªa Inform¨¢tica, pero las preguntas que se hac¨ªa le empujaron a la Filosof¨ªa. Se doctor¨® en el Goldsmiths College de Londres bajo la supervisi¨®n del fil¨®sofo franc¨¦s Bernard Stiegler, y ahora ense?a en la Universidad Erasmus de Rotterdam. Ha publicado varios libros, traducidos a una docena de lenguas. En espa?ol, Sobre la existencia de los objetos digitales (Materia Oscura), Fragmentar el futuro y Recursividad y contingencia (ambos en Caja Negra, donde pronto publicar¨¢ tambi¨¦n La cuesti¨®n de la t¨¦cnica en China). Su mirada sobre la inteligencia artificial est¨¢ lejos de la visi¨®n hegem¨®nica, que espera que esta tecnolog¨ªa progrese tanto que o bien nos libere del trabajo, o bien conlleve el apocalipsis. Influenciado por Gilbert Simondon, Martin Heidegger, Henri Bergson y la ciencia cibern¨¦tica impulsada en los a?os cuarenta por Norbert Wiener, trata de entender c¨®mo funciona nuestra relaci¨®n con la tecnolog¨ªa y defiende una visi¨®n que tenga en cuenta la diversidad de formas de conocimiento de cada cultura.
PREGUNTA. ?C¨®mo pas¨® de la inform¨¢tica a la filosof¨ªa?
RESPUESTA. Estudi¨¦ en Hong Kong, y estaba fascinado por la inteligencia artificial. Me di cuenta de que las preguntas son filos¨®ficas: ?qu¨¦ es percepci¨®n? ?Qu¨¦ es una acci¨®n? ?Qu¨¦ es lo moral? Si un robot entra en esta sala nos ve, pero ?c¨®mo puede saber qu¨¦ es lo importante de lo que ve? Esto me llev¨® a la cr¨ªtica fenomenol¨®gica de la inteligencia artificial que empez¨® en los a?os sesenta. Un fil¨®sofo estadounidense, Hubert Dreyfus, dijo que la IA que se estaba desarrollando en el MIT era cartesiana, y que esto era un error, ya estaba superado en la historia de la filosof¨ªa. Propuso una inteligencia artificial heideggeriana.
P. ?Y qu¨¦ significa?
R. Es una inteligencia artificial que est¨¢ encarnada: encarna el mundo y est¨¢ insertada en el mundo. Dreyfus dec¨ªa que los que desarrollaban la IA no estaban entendiendo bien lo que es la inteligencia ni la experiencia b¨¢sica de la vida. Como estudiante de Ingenier¨ªa, entend¨ª que aprendes un dogma, una manera de programar, pero no sabes qu¨¦ pasa realmente. Ahora creo que las cosas han cambiado.
P. Tambi¨¦n se han acelerado. En sus ensayos, hace siete a?os citaba una frase de Putin: ¡°Quien lidere la inteligencia artificial controlar¨¢ el mundo¡±. ?D¨®nde estamos ahora?
R. Antes que Putin fue Xi Jinping quien lo dijo. Y la semana pasada fue Emmanuel Macron quien dijo que Europa va lenta en este aspecto. As¨ª que estamos en una competici¨®n por la IA. ?Pero ad¨®nde lleva esta carrera? Ahora mismo, hacia lo que los transhumanistas llaman la singularidad tecnol¨®gica, una sola superinteligencia con la que imaginamos que ya no necesitaremos gobiernos. Esta narrativa es casi como la del apocalipsis: nos movemos hacia un sitio que no conocemos. Yo propongo movernos hacia una diversidad tecnol¨®gica, una diversidad de pensamiento, una biodiversidad. Es la alternativa al apocalipsis.
P. Las tecnol¨®gicas tambi¨¦n explotan esta narrativa apocal¨ªptica.
R. La IA ahora mismo no es solo tecnolog¨ªa, es una manera de financiarse, una herramienta para atraer inversiones. Este miedo al que apelan es lo que tienen que decir para justificar lo que hacen y atraer inversiones.
¡°Los humanos somos seres tecnol¨®gicos. Inventamos tecnolog¨ªa, pero esta a su vez nos inventa a nosotros¡±
P. Con la tensi¨®n que hay en el mundo, por ejemplo en Taiw¨¢n, ?esta competencia puede llevarnos a una guerra?
R. Esto lo analizo precisamente en mi pr¨®ximo libro, Machine and Sovereignty (M¨¢quina y soberan¨ªa). ?Cu¨¢l es la relaci¨®n entre tecnolog¨ªa y guerra? Por supuesto, la tecnolog¨ªa se usa en la guerra, pero no es tan simple. Analizo un discurso de 1914 del fil¨®sofo Henri Bergson, justo despu¨¦s de estallar la guerra. Dice que cada una de las m¨¢quinas creadas en Europa en los 100 a?os anteriores fueron como un ¨®rgano para los humanos: el cuerpo artificial se expandi¨®, pero no supimos c¨®mo tratar con ello. Para ¨¦l, esta es la causa de la guerra. La hybris griega no pudo ser pacificada. Lo vemos ahora en el movimiento reaccionario en Rusia, con Alexander Dugin y su narrativa de que Rusia ha sido reprimida por Occidente tambi¨¦n en t¨¦rminos de tecnolog¨ªa y ciencia.
P. Escribe sobre la paradoja de la inteligencia: produce herramientas que pueden amenazarla. ?Es constitutivo de la evoluci¨®n humana?
R. Los humanos somos seres tecnol¨®gicos. Inventamos tecnolog¨ªa, pero esta a su vez nos inventa: desarrolla nuestros gestos, reconfigura nuestro sistema central nervioso¡ Y la evoluci¨®n tecnol¨®gica va mucho m¨¢s r¨¢pido que la biol¨®gica. Antes de la revoluci¨®n industrial, el artesano ten¨ªa una serie de herramientas, que pod¨ªa organizar. Con la Ilustraci¨®n llegaron f¨¢bricas m¨¢s grandes, pero la gente a¨²n trabajaba manualmente. Con la revoluci¨®n industrial, Marx describi¨® las m¨¢quinas aut¨®nomas: los trabajadores ponen material al inicio y recogen el resultado al final. Sus cuerpos no son usados como antes, pierden su conocimiento. La m¨¢quina es pura externalizaci¨®n de la inteligencia, pero el humano no sabe c¨®mo tratarla: es una de las fuentes de la alienaci¨®n. Ahora confrontamos un tipo de m¨¢quina que es casi biol¨®gica, y digo casi. Viene del desarrollo de la cibern¨¦tica, propuesta en los a?os cuarenta: las m¨¢quinas se ajustan a s¨ª mismas, son reflexivas.
P. ?C¨®mo pensar la tecnolog¨ªa desde otros lugares?
R. Es lo que llamo tecnodiversidad. No me refiero a la defensa de lo local y lo tradicional que hace la derecha. No tiene que ver con la identidad, sino con que cada localidad tiene una forma y una historia de conocimiento. Con la modernizaci¨®n, estas formas se volvieron fr¨¢giles: el conocimiento ind¨ªgena no se puede usar para fabricar una m¨¢quina. No se trata de preservar los conocimientos locales en un museo, se trata de entender de qu¨¦ manera son relevantes para lo que hacemos hoy, c¨®mo ayudan a resituar la tecnolog¨ªa. No podemos dejar que la raz¨®n econ¨®mica y el individualismo dominen nuestro uso de la tecnolog¨ªa, estudiemos otros caminos para desarrollar alternativas que sirvan a la comunidad.
P. ?El arte puede tener un papel en esta cuesti¨®n?
R. En el siglo pasado el arte estuvo ya presionado por el determinismo tecnol¨®gico. En La obra de arte en la ¨¦poca de su reproductibilidad t¨¦cnica, Walter Benjamin dijo que no hay que preguntarse si cine y fotograf¨ªa son arte, sino c¨®mo la naturaleza del arte se transforma con la tecnolog¨ªa. Esto sigue hoy: arte, negocios, todo se transforma con la inteligencia artificial. Mi propuesta es que pensemos, mediante la diversidad tecnol¨®gica y las variedades art¨ªsticas, c¨®mo nuestra experiencia en la Tierra puede ayudarnos a transformar la tecnolog¨ªa.
Ap¨²ntate aqu¨ª a la newsletter semanal de Ideas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.