Algo m¨¢s grande que t¨²
La humanidad futura, que habitar¨¢ en las colonias exteriores, ansiar¨¢ los productos que los drones intergal¨¢cticos de Amazon, o lo que sea que Jeff Bezos tenga en la guantera para ellos
Se equivoca quien piense que Jeff Bezos meti¨® la pata cuando, tras su pase¨ªto por la atm¨®sfera del pasado 20 de julio, dio las gracias a los trabajadores de Amazon por haber ¡°pagado por el viaje¡±. La ira de comentaristas y de pol¨ªticos como Bernie Sanders, Alexandria Ocasio-Cortez o Elizabeth Warren, indignados porque los trabajadores precarios y explotados de Amazon estuvieran financiando los caprichos de un megal¨®mano y este adem¨¢s se regodeara, estaba bien calculada.
Esas declaraciones no fueron sino una parte m¨¢s de la performance medi¨¢tica que ha acompa?ado al evento: la primera entrega fue el v¨ªdeo del viaje de la nave, la New Shephard, construida por Blue Origin, compa?¨ªa que tambi¨¦n es propiedad del magnate. La pieza est¨¢ plagada de momentos memorables, como los planos del personal asistente en Tierra, en cuyos monos, semejantes a los de la NASA, destaca el logo de Blue Origin, una plumita blanca sobre fondo azul, que recuerda sospechosamente a la sonrisa de Amazon. Pero el plano que da idea de hasta qu¨¦ punto estamos ante una actuaci¨®n llega cuando la nave toma tierra: vemos por un instante al magnate por una ventanilla con su calva reluciente, pero cuando sale, Bezos luce orgulloso su sombrero de vaquero.
La puesta en escena no par¨® ah¨ª, al poco se difundi¨® la grabaci¨®n de la expedici¨®n vista desde dentro. No hay m¨¢s que fijarse en el sonido para darse cuenta de que el fragmento est¨¢ m¨¢s editado que Gravity. El protagonista, por cierto, es un mu?eco apodado ¡°Maniqu¨ª Skywalker¡±, saquen sus conclusiones.
Pero a pesar de la supuesta y ultra retransmitida haza?a, los pasajeros del New Shephard no consiguieron la insignia de astronauta otorgada por la Administraci¨®n Federal de Aviaci¨®n de EE UU (FAA) por no cumplir los endurecidos requisitos. No import¨®, al contrario, esto dio pie a la que sin duda es la guinda de la performance, el v¨ªdeo en el que el astronauta Jeff Ashby, ahora en n¨®mina de Bezos, le otorga a ¨¦l, que sigue con su sombrero, y al resto de tripulantes, la insignia de astronauta marca Blue Origin.
Este despliegue medi¨¢tico digno de Hollywood ha servido para varios fines al mismo tiempo, no esper¨¢bamos menos del se?or que ha conseguido ocultar tras una sonrisa dibujada en cart¨®n un delirio de precarizaci¨®n del trabajo y la vida. Por un lado ha desatado la cr¨ªtica, lo cual ha multiplicado exponencialmente la difusi¨®n del evento, y por otro, ha funcionado al mismo tiempo de cortina de humo para el p¨²blico y de mensaje para la NASA y el resto de competidores (Musk, Branson), a quienes demuestra que Blue Origin, pagada exclusivamente con dinero propio, est¨¢ tan dotada como la que m¨¢s para la nueva carrera espacial que, a todas luces, va a estar liderada por capital privado.
La competici¨®n ya ha empezado, la SpaceX de Musk ha anunciado que har¨¢ una expedici¨®n privada a la luna en 2023 y ha conseguido un multimillonario contrato con la NASA para dise?ar el nuevo m¨®dulo de alunizaje de la agencia. Blue Origin y Dynetics, una contratista tradicional de la NASA, tambi¨¦n hab¨ªan pujado por el contrato, que en principio iba a ser para dos empresas, as¨ª que Blue Origin ha llevado la adjudicaci¨®n a los tribunales reclamando el puesto de segundo desarrollador.
No se enga?en, los trabajadores de Amazon y nosotros todos, consumidores directos o indirectos de los productos de la empresa y pagadores de impuestos que la multinacional se ahorra, no estamos subvencionando los viajes atmosf¨¦ricos de un exc¨¦ntrico millonario, sino qui¨¦n va a mandar en el espacio y, lo que es m¨¢s grave, y ah¨ª es donde la performance de Bezos alcanza su m¨¢xima expresi¨®n y barre a sus competidores: estamos financiando el horizonte simb¨®lico que determinar¨¢ las vidas de nuestros descendientes, sus sue?os y sus expectativas. Porque Bezos, que va muy por delante de nosotros, tiene una visi¨®n ¡°a largo plazo y multigeneracional¡±, tal y como recientemente explic¨® a The New York Times Lori Garver, quien fuera administradora adjunta de la NASA durante el Gobierno de Barack Obama.
La humanidad futura, que habitar¨¢ en las colonias exteriores, ansiar¨¢ los productos que los drones intergal¨¢cticos de Amazon har¨¢n llegar hasta sus c¨¢psulas viviendas, o lo que sea que el se?or Bezos tenga en la guantera para ellos. Porque, para ese entonces, Bezos, al que le habremos pagado tambi¨¦n el trasvase de su conciencia a un soporte digital, que contar¨¢ eso s¨ª con varios cuerpos cibern¨¦ticos distintos que tendr¨¢n en com¨²n llevar un gorro de vaquero, habr¨¢ ideado nuevas formas de amazonizar nuestras conciencias.
Pero no hay de qu¨¦ preocuparse, nuestros tataranietos ser¨¢n muy felices porque sentir¨¢n que est¨¢n contribuyendo a algo m¨¢s grande que ellos como, tal vez, hacer llegar PlayStation70 (la PS5 es el producto m¨¢s demandado actualmente en Amazon) m¨¢s all¨¢ de la V¨ªa L¨¢ctea, y se sabr¨¢n miembros de una gran aventura interestelar capitaneada por un c¨ªborg, libres todos por fin de las ataduras del Estado.
Pilar Fraile es escritora. Su ¨²ltima novela es D¨ªas de euforia (Alianza).
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