La muerte no se conmemora, la libertad, s¨ª
La lucha contra el franquismo merece reconocimiento y no enfrentamientos partidistas. Mantenerse al margen es un error
No existe un D¨ªa de la Liberaci¨®n en Espa?a como en muchos pa¨ªses europeos en los que se celebra el fin de la ocupaci¨®n y de la dictadura nazi. No se pueden producir escenas como la que ocurri¨® hace tiempo en ?msterdam, cuando un grupo de exsoldados canadienses que visitaba, en un viaje tur¨ªstico y nost¨¢lgico, la ciudad que ayud¨® a liberar, se vio sorprendido por la acogida de miles de j¨®venes que se echaron a la calle espont¨¢neamente ¡ªconvocados a trav¨¦s de m¨®viles¡ª para abrazarlos y vitorearlos. Miles de j¨®venes que les daban las gracias para asombro y profunda emoci¨®n de aquel centenar escaso de hombres mayores convertidos en pac¨ªficos empleados, hombres de negocios, obreros o profesionales.
En Espa?a el franquismo dur¨® muchos a?os y el dictador muri¨® en la cama, pero eso no quiere decir que no hubiera cientos, miles de hombres y mujeres espa?oles que a lo largo de todos esos a?os intentaron liberar al pa¨ªs de aquella dictadura y que pagaron su determinaci¨®n y valent¨ªa a veces con su vida, a veces con la c¨¢rcel, el exilio o el destierro. La inmensa mayor¨ªa proced¨ªa del movimiento sindical y de partidos pol¨ªticos de izquierda clandestinos, pero tambi¨¦n hubo hombres y mujeres que se reclamaban como parte de una derecha democr¨¢tica y europe¨ªsta que aportaron su lucha a esa causa com¨²n, personajes como Dionisio Ridruejo, Joaqu¨ªn Ruiz-Gim¨¦nez, Jaime Miralles, Joaqu¨ªn Satr¨²stegui u ?scar Alzaga. Todos esos hombres y mujeres espa?oles que lucharon para nuestro propio y nunca alcanzado D¨ªa de la Liberaci¨®n se merecen que exista un momento al a?o en que se los recuerde y se les muestre agradecimiento.
La iniciativa del Gobierno de poner en marcha este a?o una serie de eventos bajo el lema Espa?a en Libertad tiene sentido si lo que pretende es ese objetivo. No lo tendr¨¢ si se pretende vincularlo con el d¨ªa preciso de la muerte de Francisco Franco, de imposible y desagradable evocaci¨®n, o busca profundizar en el radical enfrentamiento entre la izquierda y el Partido Popular que se produce en Espa?a desde hace ya a?os. La cifra redonda de 50 a?os tiene siempre resonancias conmemorativas, pero en realidad Espa?a en Libertad deber¨ªa ligarse m¨¢s a las primeras elecciones libres celebradas en junio de 1977, que marcan el aut¨¦ntico proceso de Transici¨®n, mucho m¨¢s que la desaparici¨®n f¨ªsica del dictador.
No conmemorar ni evocar la muerte de Franco no significa echar al olvido su figura. Ni P¨¦tain, ni Mussolini, ni mucho menos Hitler, pueden ser olvidados. Son figuras hist¨®ricas que marcaron periodos siniestros en la vida de sus pa¨ªses y que provocaron inmenso dolor e ignominia. Los j¨®venes que se echaron a la calle en ?msterdam para recibir a los soldados canadienses sab¨ªan exactamente por qu¨¦ los abrazaban. Los j¨®venes espa?oles deber¨ªan saber a qui¨¦nes abrazar y por qu¨¦ mostrar desprecio hacia la figura de un militar perjuro que se apropi¨® de todos los poderes y persigui¨® sin piedad a quienes le contradijeron, hacia el responsable de una guerra civil que caus¨® tanta muerte y desolaci¨®n.
La derecha democr¨¢tica espa?ola perdi¨® una gran ocasi¨®n para ayudar a establecer un espacio com¨²n de memoria entre todos los espa?oles cuando no aprovech¨® sus a?os en el Gobierno para marcar sus diferencias con el franquismo y reivindicar a sus propios h¨¦roes. Cuando no tom¨® la iniciativa de trasladar los restos de Franco fuera del Valle de los Ca¨ªdos a una tumba familiar. Pudo hacerlo en los a?os 1990 y 2000, cuando la extrema derecha a¨²n no era capaz de sustraerle voto. Ahora que Vox intenta recobrar el legado de Franco, conviene recordar que quienes de verdad lo conocieron, los espa?oles vivos en 1977, le dieron decididamente la espalda. En las primeras elecciones libres, el franquismo, los herederos de aquel legado, obtuvieron solo 1,5 millones de votos, 200.000 menos que el Partido Comunista, mientras que la derecha que se reclamaba dem¨®crata y ajena a su herencia lograba 6,3 millones de votos.
El Partido Popular perdi¨® despu¨¦s la ocasi¨®n de colaborar y enraizarse en la memoria democr¨¢tica espa?ola. Quiz¨¢s ahora podr¨ªa retroceder y, sin miedo a Vox, reclamar tambi¨¦n para s¨ª la Espa?a en Libertad que quiere rememorar el Gobierno de Pedro S¨¢nchez. Creer que solo la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n merece el homenaje de los espa?oles es un error. La Constituci¨®n de 1978 logr¨® unos niveles de consenso imprescindibles para consolidar el proceso democr¨¢tico en marcha y abri¨® un fruct¨ªfero periodo de estabilidad. Pero esa Constituci¨®n, y esa estabilidad, no hubieran sido posibles sin la recuperaci¨®n previa de las libertades y la decisi¨®n que tomaron todos los espa?oles en aquel momento de repudiar claramente el franquismo y la figura del dictador. Mantenerse al margen en esa conmemoraci¨®n es un error. N¨²?ez Feij¨®o se equivoca cuando asegura que recordar la muerte de Franco le da ¡°mucha pereza¡±. Conmemorar la muerte del dictador es absurdo, pero olvidar lo que signific¨®, ¡°por pereza¡±, es da?ino.
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