El regreso de don Juan Carlos
Tener presente el papel del rey em¨¦rito durante la transici¨®n deber¨ªa ayudar a organizar su vuelta a Espa?a
El 20 de noviembre de 1978, los reyes de Espa?a, don Juan Carlos y do?a Sof¨ªa, visitaron en M¨¦xico a do?a Dolores Rivas Cherif, la viuda del ¨²ltimo presidente de la Rep¨²blica espa?ola, don Manuel Aza?a, muerto en el exilio en 1940. Seg¨²n las cr¨®nicas de aquel momento, don Juan Carlos, cogido de la mano de do?a Dolores, explic¨® que hab¨ªa le¨ªdo todas las obras de Aza?a. ?Qu¨¦ fue aquello sino un intento de recuperar la memoria hist¨®rica y rendir homenaje a quienes la protagonizaron y sufrieron? Nadie en la derecha espa?ola protest¨® ni minimiz¨® entonces la importancia de la visita del nuevo jefe del Estado a la viuda de Aza?a, en su casa, acompa?ado por el entonces ministro de Asuntos Exteriores, el democratacristiano Marcelino Oreja.
El rechazo actual a los actos del programa ¡°Espa?a en libertad¡±, que intenta que las nuevas generaciones recobren parte de la memoria del pasado de Espa?a, se debe m¨¢s a la estrategia general del Partido Popular de impugnar toda la actividad del Gobierno de Pedro S¨¢nchez que a una incompatibilidad concreta por los actos programados, que no existe. Ser¨ªa dif¨ªcilmente concebible, por ejemplo, que los Reyes o Alberto N¨²?ez Feij¨®o se negaran a acudir a la tumba de Antonio Machado el pr¨®ximo 26 de julio, cuando se cumplir¨¢ el 150? aniversario de su nacimiento. Si acaso se programase ese homenaje del pa¨ªs entero a uno de sus poetas m¨¢s queridos y aclamados, ?acaso podr¨ªa Juan Manuel Moreno Bonilla, presidente de Andaluc¨ªa, negarse a unirse a ese homenaje al poeta sevillano que muri¨® en el exilio? ?Renunciar¨ªa ¨¦l o N¨²?ez Feij¨®o a acudir a Colliure (Francia), junto a los representantes de otros muchos partidos pol¨ªticos o de la vida cultural espa?ola? Dif¨ªcil de concebir.
Pero la memoria hist¨®rica significa tambi¨¦n recordar, junto a ese nuevo y debido homenaje, que otro reconocimiento que se intent¨® en 1966, a¨²n viva la dictadura, termin¨® con una carga policial. Aquel otro intento de homenaje a Antonio Machado se hizo en Baeza (Ja¨¦n), donde hab¨ªa sido profesor. Todo el mundo, incluso en la Diputaci¨®n jienense de la ¨¦poca, parec¨ªa estar de acuerdo, hasta el extremo de que lleg¨® a levantarse en el paseo de las Murallas la base sobre la que se pensaba instalar el busto de Machado esculpido por Pablo Serrano. Pero en el ¨²ltimo momento lleg¨® una prohibici¨®n gubernativa y los centenares de personas que se desplazaron ese d¨ªa a Baeza tuvieron que huir de una violenta carga policial. ?Por qu¨¦ deben desconocer los j¨®venes que muchos de quienes asistieron a aquel acto tuvieron que pagar multas gubernativas y que al menos en un caso, el del cr¨ªtico Moreno Galv¨¢n, agentes judiciales procedieron al embargo de bienes de su propia casa para asegurar el abono de la sanci¨®n?
La memoria hist¨®rica ayudar¨ªa tambi¨¦n a hacernos conscientes a todos de que la vida de las personas no est¨¢ resumida solo por sus ¨²ltimos actos, sino tambi¨¦n por su recorrido a todo lo largo de su existencia. La vida de Juan Carlos de Borb¨®n, por ejemplo, no est¨¢ resumida ¨²nicamente en sus a?os y actos como defraudador de Hacienda y ser¨ªa injusto que se ignorara todo aquello que tambi¨¦n represent¨®. Que se ignorara que en momentos todav¨ªa muy dif¨ªciles (tres a?os despu¨¦s se produjo el intento de golpe militar) quiso hacer p¨²blico su homenaje al ¨²ltimo jefe leg¨ªtimo del Estado o su reconocimiento al exilio espa?ol, que se produjo tambi¨¦n en aquella temprana visita a M¨¦xico. El rey em¨¦rito cumpli¨® en su d¨ªa con mucho rigor sus obligaciones pol¨ªticas y justo es reconoc¨¦rselo, ahora que algunos piensan que deber¨ªa terminar muriendo en el exilio. Don Juan Carlos ha cometido, sin duda, hechos muy reprobables, pero tambi¨¦n fue un hombre que entendi¨® muy pronto y muy certeramente que la ¨²nica posibilidad de mantener la Monarqu¨ªa como forma de Estado era implicarse e impulsar en lo que pudiera la transici¨®n democr¨¢tica, y eso fue exactamente lo que hizo. El ahora rey em¨¦rito tuvo un cuidado extraordinario en mantener la instituci¨®n fuera del debate pol¨ªtico y se exigi¨® a s¨ª mismo y a su entorno familiar un absoluto silencio sobre temas de debate pol¨ªtico, de forma que fuese imposible atribuirle preferencia por un partido u opci¨®n pol¨ªtica determinada. ?l mismo limit¨® inteligentemente desde el primer momento su papel, de manera que no se pudiera confundir su decidida voluntad de impulsar el proceso constitucional consensuado entre todas las fuerzas pol¨ªticas con sus simpat¨ªas por una u otra opci¨®n. Quiz¨¢s ahora no se valore la importancia de aquella decisi¨®n, pero la memoria hist¨®rica tambi¨¦n deber¨ªa servir para recordar aquellos momentos y ayudar a organizar su regreso a Espa?a. Nadie debe exiliarse en una democracia y don Juan Carlos, tampoco.
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