El Pent¨¢gono 'entrena' a periodistas para que se enfrenten mejor a la guerra
Unos 60 reporteros de EE UU han pasado ya por las llamadas 'escuelas de guerra'
El Pent¨¢gono que, tradicionalmente ha desconfiado de los periodistas, decidi¨® que es mejor instruirlos para que sean m¨¢s ¨²tiles en los campos de batalla y decenas de reporteros ya han pasado por las llamadas escuelas de guerra.
El programa, iniciado de forma experimental hace unos dos meses, ha llevado a unos 60 periodistas, fot¨®grafos y camar¨®grafos a bases militares en diferentes partes de EE UU, y los ha expuesto a experiencias como el disparo de armas y simulacros de combate. Cuando comience la campa?a en Irak, que parece inevitable, los periodistas estar¨¢n capacitados para ir con unidades de avanzada en las cuales el Pent¨¢gono ha prometido incluirlos.
El programa tambi¨¦n es un vuelco total en la actitud del Pent¨¢gono hacia los periodistas, que ha sido tradicionalmente de suspicacia, cuando no de abierta hostilidad. La animosidad de muchos militares que hoy son mandos superiores est¨¢ arraigada en el papel sin precedentes que tuvo la prensa, y en especial la televisi¨®n, durante la guerra de Vietnam, con im¨¢genes crudas que contribuyeron al disgusto y repudio de la opini¨®n p¨²blica en Estados Unidos.
La lecci¨®n de la Guerra del Golfo
Durante los a?os 80 y 90, el Pent¨¢gono rode¨® del mayor secreto posible sus operaciones, y colabor¨® poco o nada con los periodistas. Esa actitud tuvo su culminaci¨®n en la Guerra del Golfo, en 1991, cuando el Pent¨¢gono mantuvo a la mayor parte de los periodistas en un "corral seguro" en Dahran, en Arabia Saud¨ª, aliment¨¢ndolos con dosis peque?as de noticias controladas y v¨ªdeos en los cuales las "bombas inteligentes" destru¨ªan sin ruido sus objetivos repetidos. La lecci¨®n sobre los riesgos de la imagen directa de la guerra volvi¨® a repetirse, duramente para el Pent¨¢gono, cuando varios soldados estadounidenses fueron rodeados, muertos y despedazados por milicianos en Mogadiscio, en 1993, y la opini¨®n p¨²blica reaccion¨® con horror.
La pol¨ªtica de riendas cortas e informaci¨®n escueta para los periodistas tiene l¨®gica desde el punto de vista militar en la era de las comunicaciones instant¨¢neas y globales: en cumplimiento de su labor profesional la prensa puede dar al enemigo informaci¨®n que ponga en peligro las operaciones en marcha. Pero la campa?a lanzada desde octubre de 2001 en Afganist¨¢n mostr¨® al Pent¨¢gono que ha perdido dos controles cruciales, que funcionaron bien en 1991: no puede impedir que los periodistas m¨¢s emprendedores lleguen al campo de batalla por sus propios medios, y no puede frenar el flujo de noticias cuando los periodistas cargan computadoras port¨¢tiles y enlaces con sat¨¦lite.
As¨ª que, para la campa?a inminente en Irak, el Pent¨¢gono decidi¨® que es mejor que los periodistas conozcan algunas reglas b¨¢sicas y ¨²tiles para situaciones de combate y los ha puesto, literalmente, a correr. Las escuelas de guerra para periodistas incluyen marchas con mochilas pesadas, primeros auxilios, reconocimiento de insignias de rango, desplazamiento junto con los soldados, ruido de artiller¨ªa, saltos de paracaidistas y descenso de helic¨®pteros.
Las jornadas, seg¨²n han contado los participantes, son emocionantes e incluyen noches en tienda de campa?a, raciones militares y el emplazamiento de c¨¢maras para captar los combates. Tambi¨¦n han sido agotadoras para los periodistas que no est¨¦n en buena forma para correr detr¨¢s de las patrullas o zambullirse en zanjas cuando empiezan los disparos. Durante los simulacros se provee a los periodistas de cascos de combate, chalecos anti-balas y uniformes, aunque algunos reporteros han rehusado vestirse como soldados porque sienten que eso borra una l¨ªnea crucial para su profesi¨®n: ellos son civiles y su deber es informar.
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