Bagdad, en manos de los saqueadores
La capital de Irak asiste a lo que pueden ser las ¨²ltimas horas del r¨¦gimen
?ste era el momento que todos los bagdad¨ªes tem¨ªan. El momento en que la ciudad no est¨¢ en manos ni de los estadounidenses ni de los milicianos, sino de los saqueadores. A s¨®lo cinco minutos en coche de los dos hoteles donde se encuentran los periodistas ya se pueden ver comercios asaltados. Los ladrones caminan tranquilamente con sus sacos al hombro, a veces en pareja, a veces solos. A otros se les ve en medio de la calle con dos ruedas de coche todoterreno, rod¨¢ndolas con ambas manos. Otros optan por desvalijar tiendas de muebles.
Sorprende la tranquilidad, el desparpajo con que muchos se toman la tarea de desvalijar comercios mientras los estadounidenses continuan avanzando hacia el centro de la ciudad. En algunas esquinas o en algunas aceras se ven civiles armados y m¨¢s all¨¢ tiroteos y coches que cambian de sentido con un frenazo. En otros barrios m¨¢s alejados del centro, muchos optaban por romper en p¨²blico retratos de Sadam Husein, mientras otros se afanaban en desvalijar tiendas de cigarros.
"Yo he ido a cambiar d¨®lares por dinares y me he visto a un lado a los americanos y a otro a los milicianos y todos dispar¨¢ndose fuego y tuve que meterme en el coche y escapar como pude", se?ala un taxista.
La noche ha transcurrido muy tranquila. Apenas alg¨²n ca?onazo aislado y alguna r¨¢faga de ametralladora. Pero la ma?ana dio las primeras se?ales de derrumbamiento del r¨¦gimen cuando los funcionarios del ministerio de Informaci¨®n no comparec¨ªan en el hotel Palestine ante los periodistas. Mientras los reporteros de las televisi¨®n Al Jazira sacaban a su compa?ero fallecido de un coche mortuorio y le rend¨ªan un ¨²ltimo homenaje en los jardines del hotel, medio kil¨®metro m¨¢s all¨¢ cada vez se hac¨ªa m¨¢s dif¨ªcil circular.
Hab¨ªa barreras de neum¨¢ticos en algunas calles. En alguna esquina, un miliciano aislado aguantaba en su puesto con un bazoka. En otra calle, tres o cuatro civiles armados se guarec¨ªan tras unos portales para protegerse de los tiros. Y mientras tanto, como si se tratara de un sue?o, cinco cr¨ªos limpiabotas charlaban sentados en medio de una calle desierta. El due?o de un peque?o comercio tambi¨¦n charlaba con unos amigos a la puerta de su tienda, como si se tratara de un d¨ªa normal.
Alrededor de los hoteles Palestine y Sheraton no se ven milicianos. Tampoco se ve personal armado que pueda proteger a nadie ante un posible asalto.
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