El pr¨ªncipe Alberto asume la Regencia de M¨®naco ante el mal estado de salud de su padre, Raniero
El monarca est¨¢ hospitalizado desde hace d¨ªas en estado muy grave por una afecci¨®n pulmonar
El pr¨ªncipe heredero Alberto, de 47 a?os, ha asumido hoy la Regencia de M¨®naco debido a la gravedad del estado de salud de su padre, el monarca Raniero, de 81, que se encuentra en la unidad de reanimaci¨®n de una cl¨ªnica de su pa¨ªs desde hace m¨¢s de una semana. El Consejo de la Corona ha "constatado el impedimento de su Alteza Seren¨ªsima" para "ejercer sus altas funciones", y por lo tanto considera que Alberto, que heredar¨¢ el trono a la muerte de su padre, debe asumir la Regencia, seg¨²n una escueta nota hecha p¨²blica hoy.
El ¨²ltimo parte m¨¦dico, difundido ayer, se?alaba que no se hab¨ªa producido "ninguna modificaci¨®n notable" en el estado de salud del monarca; as¨ª lo hab¨ªan se?alado fuentes del Consejo horas antes, pero ante las especulaciones sobre un posible agravamiento de la dolencia de Raniero los m¨¦dicos emitieron el nuevo informe y anunciaron otro para ma?ana.
"Bajo la influencia del tratamiento y de las di¨¢lisis renales, est¨¢n estabilizados los par¨¢metros biol¨®gicos" de Raniero, seg¨²n indicaba el parte de sus tres m¨¦dicos. El monarca fue hospitalizado hace unos d¨ªas por problemas respiratorios. Fuentes pr¨®ximas al monarca indicaron ayer que la ausencia de noticias no ten¨ªa "ning¨²n tipo de significado particular", sino que se deb¨ªa a que "la situaci¨®n" era "id¨¦ntica a la v¨ªspera" y el "pron¨®stico reservado". "No hay agon¨ªa ni coma", puntualizaban esas fuentes a la agencia de noticias France Presse.
Prosperidad econ¨®mica y prensa rosa
A su muerte, Rainiero dejar¨¢ un pa¨ªs encauzado en la prosperidad, pero una familia real marcada por los esc¨¢ndalos, que no ha podido atajar con toda la autoridad que se le atribuye. Hab¨ªa heredado de su abuelo Luis II en 1949 un M¨®naco arruinado, cuyo modelo de casino y retiro de arist¨®cratas estaba agotado en la Europa de la posguerra, y lo convirti¨® en plaza financiera internacional -gracias a un r¨¦gimen de para¨ªso fiscal- y centro tur¨ªstico a cuyo atractivo contribuy¨® el glamour aportado por su esposa, Grace Kelly. El resultado es un pa¨ªs que vive un desarrollo urban¨ªstico galopante y que va ara?ando nuevos solares al mar, 49.000 millones de euros en dep¨®sitos bancarios en 2003 y m¨¢s de 39.500 empleos en un pa¨ªs de 32.000 habitantes, de los cuales s¨®lo 6.000 son monegascos.
En el terreno familiar, las cosas no le han salido tan redondas, y no s¨®lo por el destino tr¨¢gico de la princesa Grace ¡ªmuerta en un accidente de circulaci¨®n en septiembre de 1982¡ª, sino tambi¨¦n por la aireada cr¨®nica sentimental de algunos miembros. Devaneos que han sido la comidilla de los lectores de la prensa rosa de la que ¨¦l mismo se hab¨ªa servido para promocionar sus proyectos de pol¨ªtico-empresario. Rainiero culpaba del giro tormentoso en las relaciones de su familia con la prensa a la transformaci¨®n del mundo editorial desde que ¨¦l se cas¨® con Kelly en 1956.
Entonces, contaba el soberano, "la b¨²squeda de la exclusiva era m¨¢s suave. A la prensa le gustaba hablar sobre todo de la felicidad. De ah¨ª una cierta tolerancia de los interesados. Ahora los tiempos son m¨¢s duros. Hacen falta esc¨¢ndalos a cualquier precio. (...) Nuestras reacciones de descontento son normales". La saga familiar, en cualquier caso, ha ofrecido en bandeja a la prensa suculentos esc¨¢ndalos en el ¨²ltimo cuarto de siglo de la mano sobre todo de las hijas de Rainiero, y en particular de la peque?a de la familia, Estefan¨ªa. La hija mayor, Carolina, tambi¨¦n ha causado disgustos a su padre.
Alberto, pese a ser el heredero, ha estado mucho m¨¢s a resguardo de las portadas embarazosas, a lo que ha contribuido su aparente timidez, que algunos atribuyen a una actitud m¨¢s severa y exigente por parte de su padre. Una actitud que no ha conseguido uno de sus principales objetivos: casarlo. Cuando se le preguntaba si un soltero podr¨ªa ser el pr¨ªncipe soberano en M¨®naco, Rainiero respond¨ªa que su hijo "deber¨¢ encontrar una esposa. Llegar¨¢ el momento en que tendr¨¢ que pensar". A lo que Alberto puntualizaba que "no hay ninguna obligaci¨®n escrita o moral en nuestra constituci¨®n para que yo est¨¦ casado".
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