El precio psicol¨®gico de la violencia en Colombia
Decenas de desplazados acuden a Medicos sin Fronteras para paliar la angustia y el miedo que arrastra el conflicto armado
Desde que los paramilitares entraron al caser¨ªo, mataron a 11 personas y obligaron al resto de la poblaci¨®n a permanecer, durante dos horas, tendida boca abajo en el suelo, Mar¨ªa empez¨® a sufrir una enfermedad del coraz¨®n por la angustia que sent¨ªa. No pod¨ªa ver a nadie tendido porque sent¨ªa que lo iban a "rociar a bala". No lograba olvidar la imagen de un ni?o de siete a?os, pegado a la cintura de su padre, suplicando a los matones que no lo dejaran hu¨¦rfano.
Un d¨ªa, una vecina le dijo: "Abuela, usted tiene un problema de nervios; necesita un psic¨®logo". Y le aconsej¨® ir al centro de salud mental de M¨¦dicos sin Fronteras (MSF). Desde entonces, cada 15 d¨ªas, acude a la cita casi siempre en compa?¨ªa de Juan, su compa?ero desde hace 32 a?os. "Han hecho un cambio fuerte en su problema; con las charlas uno va tomando un cambio de vida", reconoce este hombre de 75 a?os, golpeado desde ni?o por la violencia.
Mar¨ªa y Ju¨¢n son dos de los m¨¢s de 12.000 desplazados que viven en Florencia, capital del Estado de Caquet¨¢, al sur del pa¨ªs, una regi¨®n azotada por la violencia desde hace d¨¦cadas. En los ¨²ltimos diez a?os, esta pareja de ancianos ha tenido que huir de tres caser¨ªos distintos.
En un reciente informe, la Iglesia se?ala que cada d¨ªa hay 500 nuevos campesinos desplazados en el pa¨ªs y que el 65% pierden sus bienes. Dejan atr¨¢s tierras, animales y muchas veces tambi¨¦n sus muertos. El ingreso promedio mensual de una familia desplazada es de 140.000 pesos, unos 52 euros.
Florencia es una de las mayores receptoras de desarraigados. MSF, en un estudio realizado all¨ª en agosto de 2004, concluy¨® que el estado de salud mental de esta poblaci¨®n era "verdaderamente preocupante", con un alto riesgo de prevalencia de ansiedad, depresi¨®n, ideaci¨®n suicida y estr¨¦s postraum¨¢tico. Pese al grave problema, el sistema de salud p¨²blico de esta ciudad de 130.000 habitantes s¨®lo cuenta con un psiquiatra y un servicio de diez camas en el hospital.
Desde marzo de 2005 —cuando empez¨® el programa—, hasta mediados de febrero de 2006 han atendido a 886 personas, un 25% de ellas por depresi¨®n y un 16% por duelo familiar. Es el caso de In¨¦s. La guerrilla asesin¨® a sus dos hijos y tuvo que salir corriendo con su hija de 8 a?os toda desorientada.
"Yo andaba como en el aire, como loca, no paraba de llorar, pero ahora siento tranquiliad. Pienso que fui buena madre; los acompa?¨¦ hasta que se fueron. Esas palabras me las dio la doctora y se me han grabado. Estoy volviendo a revivir", confiesa esta mujer de 51 a?os.
Tratamientos estigmatizados
La tarea no ha sido f¨¢cil, reconoce Carmen Mart¨ªnez, la psic¨®loga catalana que dirige el equipo formado por dos psic¨®logas, un psiquiatra y tres t¨¦cnicos de promoci¨®n comunitaria. Entre otras cosas, porque este tipo de tratamientos se estigmatizan. A Beatriz, otra de las pacientes, las amigas le preguntaron: ?Estas loca?, cuando la vieron entrar a la carpa que, dos veces por semana, instala la ONG en los barrios m¨¢s vulnerables de la ciudad para dar informaci¨®n y atender pacientes.
Hoy, con ayuda de la psic¨®loga, Gloria trata de sobrellevar su pesada carga; el desplazamiento, la desaparici¨®n de una hija y una dif¨ªcil relaci¨®n con el marido. "Mi vida se ha recompuesto mucho? Aprend¨ª a botar fuera toda la angustia que me estaba matando en vida".
Otros han accedido al programa gracias a la informaci¨®n que reciben en la entrada de la unidad de atencion y orientacion a los desplazados (UAO). All¨ª, a diario, se agolpan ansiosos unos 170 desarraigados buscando las ayudas que les ofrece el Gobierno para programas de salud, educaci¨®n y vivienda.
"Y eso de atenci¨®n psicol¨®gica, ?qu¨¦ es?", preguntan los curiosos. Los pacientes tienen ya la respuesta: "A uno le preguntan cosas que uno no quiere decir, pero hay que decirlas para no guardarlas ah¨ª porque hacen da?o". As¨ª lo explica una pareja que viene en busca de ayuda porque su nieta estaba arisca y pesada de lengua (hablaba poco). Creen que a la ni?a, de apenas cuatro a?os, le qued¨® grabado "algo de la muerte de la mam¨¢ asesinada frente a ella, al igual que su hermanita de cinco a?os".
Los abuelos descubrieron que tambi¨¦n necesitan ayuda para acabar con esa tristeza, esa "sensaci¨®n que a veces les ataca y les hace salir un llanto del pecho", sobre todo, cuando oyen hablar de las v¨ªctimas de la violencia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.