Pulso a la impunidad en Guatemala
Una comisi¨®n de la ONU, dirigida por el espa?ol Carlos Castresana, inicia los primeros contactos para depurar las instituciones del Estado corro¨ªdas por el crimen organizado
El jurista espa?ol Carlos Castresana Fern¨¢ndez, designado por la Organizaci¨®n de Naciones Unidas (ONU) para dirigir la Comisi¨®n Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig), se encuentra en este pa¨ªs centroamericano para hacer los contactos necesarios que le permitan iniciar, en enero de 2008, la labor de este ente internacional que pretende, de acuerdo con su mandato espec¨ªfico, "desmantelar los aparatos clandestinos en el pa¨ªs y evitar la impunidad que ha permeado las instituciones a todo nivel".
En un encuentro con la prensa nacional, Castresana indic¨® que buscar¨¢ un primer contacto con los dos candidatos que disputar¨¢n la presidencia de Guatemala en la segunda vuelta electoral del 4 de noviembre. "Es muy importante la colaboraci¨®n del presidente y del l¨ªder de la oposici¨®n", coment¨®, "porque la instalaci¨®n de la Cicig contempla reformas legales que permitan una mayor eficacia de las instituciones en su lucha contra la impunidad". Subray¨® que, si no se alcanzan estos consensos, la Comisi¨®n, simplemente, "no funcionar¨¢".
En una primera reacci¨®n, Juan Carlos Marroqu¨ªn, portavoz del equipo de campa?a del candidato socialdem¨®crata ?lvaro Colom, anunci¨® que la Cicig puede contar con el apoyo de su partido, mayoritario en el Congreso, con 50 de los 158 esca?os en la legislatura que se iniciar¨¢ el 14 de enero. Por su parte, el candidato del derechista Partido Patriota, el general retirado Otto P¨¦rez Molina, dijo ayer al matutino Prensa Libre que ratificar¨¢ a Castresana el apoyo de su grupo, "para que se combata la impunidad y el crimen organizado". El grupo de P¨¦rez Molina alcanz¨® 29 esca?os en la primera vuelta electoral. La segunda fuerza en el Congreso (legislativo y unicameral) es la de la todav¨ªa gobernante Gran Alianza Nacional (Gana), con 37 esca?os, bajo cuyo Gobierno se promovi¨® la creaci¨®n de esta comisi¨®n, por lo que deber¨ªa apoyarla sin problemas.
Para el analista independiente Gustavo Porras, uno de los signatarios de los acuerdos que en diciembre de 1996 pusieron fin a una guerra civil que durante 36 a?os ensangrent¨® el suelo guatemalteco, la aprobaci¨®n de la Cicig constituye, en primer t¨¦rmino, "una confesi¨®n de impotencia del Estado frente a la impunidad de los poderes f¨¢cticos", entendidos ¨¦stos como los grupos que han logrado convertir la falta de castigo a sus cr¨ªmenes en una constante en Guatemala.
En este contexto, el ¨¦xito de la comisi¨®n estar¨¢ en funci¨®n de la voluntad pol¨ªtica de su gran impulsor, el Gobierno estadounidense, "cuyos servicios de inteligencia son los que mejor conocen la situaci¨®n imperante en Guatemala y c¨®mo fue la g¨¦nesis de estos grupos". A?ade que el fondo del problema radica en el "debilitamiento profundo" del poder del Estado guatemalteco. "Enfatizo lo del poder porque en materia de administraci¨®n gubernamental el panorama es diferente. La econom¨ªa marcha razonablemente bien, hay una movilidad social positiva y disfrutamos de una libertad de expresi¨®n irrestricta", aunque, advierte, "el tema de la impunidad es como un agujero negro que se puede tragar todo lo dem¨¢s".
Para Porras, la debilidad extrema del Estado de Guatemala arranca con los escasos recursos que percibe. "A casi 11 a?os de la firma de los Acuerdos de Paz, no se ha cumplido con la meta del 12% de carga tributaria. Hace falta la profesionalizaci¨®n del funcionario p¨²blico, no hay oficio pol¨ªtico?"
"Est¨¢ abierta la v¨ªa del Estado fallido, si no se toman medidas de fondo para corregir la institucionalizaci¨®n de la impunidad en momentos en que, seg¨²n todos los indicios, la corrupci¨®n est¨¢ infiltrada a todo nivel", a?ade Porras, quien cree que la salida a esta situaci¨®n debe comenzar con un acuerdo de las ¨¦lites pol¨ªtica, econ¨®mica y militar para impulsar cambios profundos que permitan una reforma del Estado. "En nuestra situaci¨®n, estos cambios no pueden venir desde abajo, porque no hay organizaci¨®n, no hay programas ni hay conducci¨®n suficiente. Se necesitan acuerdos de ¨¦lites para satisfacer demandas mayoritarias", concluye.
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