Bush avis¨® a Aznar de que estar¨ªa en Bagdad en marzo con o sin resoluci¨®n de la ONU
El presidente del Gobierno pidi¨® ayuda para superar la oposici¨®n de la opini¨®n p¨²blica espa?ola
Cuatro semanas antes de la invasi¨®n de Irak, que se produjo en la noche del 19 al 20 de marzo de 2003, George W. Bush manten¨ªa en p¨²blico su exigencia a Sadam Hussein en los siguientes t¨¦rminos: desarme o guerra. A puerta cerrada, Bush reconoc¨ªa que la guerra era inevitable. Durante una larga conversaci¨®n privada con el entonces presidente espa?ol, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, celebrada el s¨¢bado 22 de febrero de 2003 en el rancho de Crawford, Tejas, Bush dej¨® claro que hab¨ªa llegado el momento de deshacerse de Sadam. "Quedan dos semanas. En dos semanas estaremos militarmente listos. Estaremos en Bagdad a finales de marzo", le dijo a Aznar. [CONSULTA el acta de la reuni¨®n]
Dentro de este plan, Bush hab¨ªa terminado por aceptar, el 31 de enero de 2003 -tras una entrevista con el primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair-, introducir una ¨²ltima maniobra diplom¨¢tica: la propuesta de una segunda resoluci¨®n del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Su objetivo: abrir la puerta legal a la guerra unilateral que EE UU se aprestaba a desencadenar con m¨¢s de 200.000 soldados preparados en la regi¨®n para atacar.
Bush era consciente de las dificultades internas de Blair y no desconoc¨ªa las de Aznar. S¨®lo siete d¨ªas antes de esa reuni¨®n en el rancho de Crawford, tres millones de personas se manifestaban en varias ciudades de Espa?a contra la guerra inminente. "Necesitamos que nos ayud¨¦is con nuestra opini¨®n p¨²blica", pide Aznar. Bush le explica el alcance de la nueva resoluci¨®n que piensa presentar: "La resoluci¨®n estar¨¢ hecha a la medida de lo que pueda ayudarte. Me da un poco lo mismo el contenido". A lo que Aznar responde: "Nos ayudar¨ªa ese texto para ser capaces de copatrocinarlo y ser sus coautores y conseguir que mucha gente lo patrocine". Aznar, pues, se ofrece a dar cobertura pol¨ªtica europea a Bush, en uni¨®n con Blair. El sue?o de Aznar de cimentar una relaci¨®n con EE UU, siguiendo el ejemplo del Reino Unido, estaba a punto de hacerse realidad.
Aznar hab¨ªa viajado el 20 de febrero con su esposa, Ana Botella, a EE UU haciendo una escala en M¨¦xico para persuadir (infructuosamente) al presidente Vicente Fox de la necesidad de apoyar a Bush. El 21, la pareja, acompa?ada por los colaboradores del presidente, lleg¨® a Tejas. Aznar y su esposa se alojaron en la casa de invitados del rancho.
En la reuni¨®n del d¨ªa siguiente, s¨¢bado, participaron el presidente Bush, su entonces asesora de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, y el responsable de asuntos europeos del Consejo de Seguridad Nacional, Daniel Fried. Por su parte, acompa?an a Aznar su asesor de pol¨ªtica internacional, Alberto Carnero, y el embajador de Espa?a en Washington, Javier Rup¨¦rez. Bush y Aznar mantuvieron, como parte del encuentro, una conversaci¨®n telef¨®nica a cuatro bandas con el primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair, y el presidente del Gobierno italiano, Silvio Berlusconi.
El embajador Rup¨¦rez tradujo del ingl¨¦s para Aznar y tambi¨¦n del italiano para Condoleezza Rice; otras dos int¨¦rpretes hicieron su trabajo para Bush y sus colaboradores. Fue Rup¨¦rez quien se encarg¨® de elaborar el acta-resumen de la conversaci¨®n en un memor¨¢ndum que ha permanecido secreto hasta hoy.
La conversaci¨®n impresiona por su tono directo, amigable y hasta amenazador, cuando, por ejemplo, se refiere a la necesidad de que pa¨ªses como M¨¦xico, Chile, Angola, Camer¨²n y Rusia, miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, voten la nueva resoluci¨®n como una muestra de amistad hacia EE UU o se atengan a las consecuencias.
Se advierte la nula expectativa en el trabajo de los inspectores, cuyo jefe, Hans Blix, hab¨ªa desmontado hac¨ªa s¨®lo una semana, el 14 de febrero, los argumentos expuestos por el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, ante el Consejo de Seguridad el 5 de febrero de 2003, con "datos s¨®lidos" apoyados calurosamente por la ministra de Exteriores espa?ola, Ana Palacio. Unos datos que el propio Powell calific¨®, m¨¢s tarde, como un conjunto de falsedades.
El informe de Blix
Seg¨²n Blix, Irak estaba dando pasos hacia una cooperaci¨®n activa para resolver los temas de desarme pendientes. Su tono hab¨ªa sido menos cr¨ªtico que el de su informe del 27 de enero de 2003. "Desde que llegamos a Irak hace tres meses hemos realizado m¨¢s de 400 inspecciones sin previo aviso en unos 300 lugares. Hasta ahora, los inspectores no han encontrado ninguna de las armas prohibidas... Si Irak se decide a cooperar todav¨ªa m¨¢s estrechamente el periodo de desarme a trav¨¦s de las inspecciones puede todav¨ªa ser breve", se?alaba el jefe de inspectores.
El director general del Organismo Internacional de la Energ¨ªa At¨®mica (OIEA), Mohamed El Baradei, inform¨® el 14 de febrero de que todav¨ªa quedaban por aclarar algunas cuestiones t¨¦cnicas; pero, a?adi¨®, "no quedan ya problemas de desarme por resolver". Seg¨²n dijo, no se hab¨ªa hallado prueba alguna de que en Irak se estuvieran llevando a cabo actividades nucleares o relativas a la energ¨ªa nuclear, otro claro ment¨ªs de lo que afirm¨® Powell sobre el programa nuclear iraqu¨ª.
Tanto los primeros frutos de la labor de inspecci¨®n como la finalizaci¨®n de los preparativos de EE UU llevaron a Bush a fijar el comienzo de la operaci¨®n militar hacia la fecha del 10 de marzo de 2003, a la cual se a?adieron nueve d¨ªas para obtener la segunda resoluci¨®n. El proceso de persuasi¨®n moral al cual se abocaron Aznar y Palacio a golpe de tel¨¦fono y en reuniones bilaterales no logr¨® reunir m¨¢s que cuatro votos: los tres promotores y Bulgaria. Eran necesarios 9 votos.
El fracaso de esta cobertura legal de la guerra inminente llev¨® a Bush a acordar con Blair y Aznar la celebraci¨®n, el 16 de marzo de 2003, de una cumbre en las Islas Azores, lugar sugerido por Aznar como alternativa a las islas Bermudas por una raz¨®n que ¨¦l mismo explic¨® a Bush: "El solo nombre de esas islas va asociado a una prenda de vestir que no es precisamente la m¨¢s adecuada para la gravedad del momento en que nos encontramos". All¨ª, ese 16 de marzo, Bush, Blair y Aznar decidieron sustituir al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y usurparon sus funciones para declarar por su cuenta y riesgo la guerra contra Irak. En la ma?ana del 17 de marzo, el embajador del Reino Unido ante la ONU anunciaba en Nueva York la retirada de la segunda resoluci¨®n. Una derrota en la votaci¨®n hubiera complicado m¨¢s la carrera hacia la guerra.
EL PA?S ofrece a sus lectores en exclusiva el acta-resumen de la conversaci¨®n.
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