Un Reagan de izquierdas

Que Reagan iba a salir en la campa?a estaba escrito. Escrito e impreso en el libro de Obama, La audacia de esperar, donde ya cuenta lo que ha emergido de forma virulenta en el debate que mantuvieron los dos principales candidatos dem¨®cratas en Carolina del Sur. Reagan fue un presidente feliz y con final feliz. Kennedy iba a ser un presidente feliz y al final se convirti¨® en una gran tragedia y una leyenda. Pero Reagan consigui¨® una presidencia redonda, en cuanto a prestigio y proyecci¨®n de Estados Unidos en el mundo, se anot¨® un ¨¦xito hist¨®rico en su cuenta como fue la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn (¡°Eche este muro, se?or Gorbachev¡±) por m¨¢s que se le puedan discutir sus m¨¦ritos y sent¨® las bases de una hegemon¨ªa conservadora que ha durado hasta ahora mismo.

Una de las claves de su presidencia fue el ensanchamiento de su base electoral con los dem¨®cratas de Reagan, votantes en el pasado del Partido Dem¨®crata que se pasaron al Partido Republicano. Es l¨®gico que los a?os de Reagan sean rechazados por una dirigente dem¨®crata t¨ªpica como Hillary Clinton, pues representa todo lo contrario de lo que hizo su marido Bill, y le duele por tanto que sea alguien de sus propias filas como Obama quien lo reivindique. Pero tambi¨¦n es l¨®gico que Obama busque una referencia en la derecha que le permita robarle votos a los republicanos y fundamente en ella su propuesta de un nuevo comienzo que termine con la divisi¨®n de Estados Unidos en dos segmentos en abierta confrontaci¨®n.

Aunque si hilamos m¨¢s fino, y m¨¢s concretamente, si leemos con atenci¨®n lo que dice Obama en su libro, vemos que la admiraci¨®n hacia Reagan va mucho m¨¢s lejos. En primer lugar, es un ejemplo a seguir como comunicador e incluso como actor, por parte de alguien que act¨²a como una estrella del pop. Pero luego le interesa su actitud ¨¦tica e incluso su conservadurismo: ¡°Reagan habla al deseo americano de orden, a nuestra necesidad de creer que no somos simplemente sujetos de una fuerza ciega, de fuerzas impersonales, sino que podemos moldear nuestro destino individual y colectivo, en la medida en que redescubrimos las tradicionales virtudes del trabajo duro, el patriotismo, la responsabilidad individual, el optimismo y la fe¡±.

A m¨ª me parece notable la forma elogiosa con que Obama aborda la actitud de Reagan ante el comunismo, aunque se?ala que contrasta con ¡°su ceguera ante las otras fuentes de miseria en el mundo¡±. ¡°No entiendo, escribe Obama para subrayar la actitud de Reagan, por qu¨¦ los progresistas estaban menos preocupados, por ejemplo, por la opresi¨®n detr¨¢s del Tel¨®n de Acero que por la brutalidad en Chile¡±. El mismo argumento lo utiliza tambi¨¦n a la inversa, como cr¨ªtica a su propio pa¨ªs por su actitud ante las dictaduras de derechas. Todo esto es muy l¨®gico: alguien que viene del segmento de la izquierda, que se ha opuesto a la guerra de Irak, que lleva nombres ¨¢rabes y podr¨ªa ser sospechoso de izquierdista, debe necesariamente asumir uno de los mayores ¨¦xitos que se ha anotado Estados Unidos en su historia, como es la derrota sin guerra de un enemigo con el que ha estado enfrentado durante casi 50 a?os. Y para el gran p¨²blico, esta victoria hist¨®rica se identifica con Ronald Reagan.

?Quiere ser Obama el Reagan de la izquierda? ?O tiene raz¨®n Hillary Clinton cuando le critica por sus elogios al ya desaparecido presidente? A fin de cuentas, Obama podr¨ªa hacer con Reagan lo mismo que Blair hizo con Thatcher: asumir su herencia con un estilo propio. La reivindicaci¨®n de esta herencia es, de momento, una forma eficaz aunque arriesgada de tomar distancias con la presidencia de Bill Clinton, cuya presencia en la campa?a enoja y molesta al joven senador y candidato dem¨®crata. Reagan un¨ªa a los norteamericanos, pero de momento y en esta campa?a divide a los dem¨®cratas.