"No queremos ser canjeables"
'Rebeli¨®n' de un grupo de guerrilleros presos a quienes el Gobierno colombiano promete beneficios
"Vamos a desenmascarar a las FARC ", dice convencido Olivio Salda?a, un hombre que se adhiri¨® a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) cuando era adolescente y hoy cumple condena en la c¨¢rcel La Picota de Bogot¨¢ por secuestros, extorsiones y homicidios.
Salda?a es uno de los 650 guerrilleros —de los 1.700 que est¨¢n en prisi¨®n— que se declaran en rebeld¨ªa: seg¨²n Salda?a, piensan "salir al paso" del intercambio humanitario que plantea el canje de secuestrados pol¨ªticos en manos del grupo guerrillero por insurgentes. Se han organizado en un movimiento, al que han llamado Manos por la Paz.
Para oficializarlo, han puesto su firma y su huella en un formulario mediante el cual renuncian a la militancia pol¨ªtica y armada de las FARC y autorizan a Luduine Zumpolle —una ciudadana holandesa ex directora de la ONG Pax Christi— a tramitar ante el Gobierno su desmovilizaci¨®n. No quieren ser sujetos de canje, porque no quieren regresar a las filas guerrilleras.
"A las FARC no les importan sus hombres", dijo a este peri¨®dico Salda?a, durante una charla en un patio del pabell¨®n de alta seguridad de la prisi¨®n capitalina. "A los comandantes [de la guerrilla] s¨®lo les importa el show medi¨¢tico, vender el discurso del intercambio internacionalmente para ganarse el estatus de beligerancia pol¨ªtica", explica.
Uso del narcotr¨¢fico
Cuando Salda?a fue capturado, en 2004, pensaba desertar; hab¨ªa llegado al punto que las FARC califican de "desmoralizaci¨®n insuperable"; entre otras cosas, se opon¨ªa al uso del narcotr¨¢fico, porque "es un m¨¦todo de financiaci¨®n alejado de los principios revolucionarios".
Ahora, Manos por la Paz se alimenta del desencanto que sienten los combatientes desde el momento en que entran en la c¨¢rcel. La guerrilla los deja solos, sin abogados y sin soporte econ¨®mico. "?No es verdad?", intenta corroborar Salda?a interrogando al funcionario penitenciario que vigila la conversaci¨®n, mientras cuenta que los guerrilleros a veces tienen que vender el pan del desayuno para poder hacer una llamada telef¨®nica a la familia o comprar papel higi¨¦nico. Un abogado defensor de presos pol¨ªticos confirma estos extremos.
Con todo, su actitud ya se ha hecho merecedora de un regalo del Gobierno: quedar¨¢n cobijados por la Ley de Justicia y Paz —creada para desmovilizaciones masivas, como la de los paramilitares—, con penas m¨¢ximas de ocho a?os incluso para quienes hayan cometido delitos de lesa humanidad. A cambio, como exige la ley, los insurgentes arrepentidos deben estar dispuestos a contar la verdad sobre las organizaciones, empresas y pol¨ªticos que han respaldado la lucha de esta vieja guerrilla.
Seg¨²n la justicia ordinaria, Salda?a podr¨ªa pasar el resto de su vida en prisi¨®n por sus delitos.
Nuevo cap¨ªtulo pol¨¦mico
Sus declaraciones prometen escribir un nuevo cap¨ªtulo en el esc¨¢ndalo de las FARC, que se une al de la creciente verg¨¹enza de la parapol¨ªtica, los v¨ªnculos entre pol¨ªticos y paramilitares.
Todos los integrantes de Manos por la Paz y sus familias han sido declarados traidores y "objetivos militares" por las FARC. A Salda?a lo acusan, adem¨¢s, de haber robado dinero, ya que durante a?os fue jefe de finanzas de un comando regional.
?Siente miedo? "Estoy dispuesto a lo que sea?", responde antes de regresar al patio que comparte con otros 39 guerrilleros, todos de Manos por la Paz.
Para el ex ministro de Defensa Rafael Pardo es "un abuso" y una ilegalidad que los ampare la Ley de Justicia y Paz. ?Qu¨¦ han hecho ellos por la paz?, se pregunta. Y califica de "irresponsabilidad pol¨ªtica sacar de la c¨¢rcel a personas acusadas de terrorismo", porque su captura y condena, dice, le ha costado demasiado al Estado.
Luduine Zumpolle lo ve de forma distinta: "Sin gastar una bala, (la actitud de los presos rebeldes) ha servido para minar a las FARC por dentro". Para ella, el movimiento seguir¨¢ creciendo: ya hay unos 10 mandos importantes, aunque el resto son guerrilleros rasos. "Es humano y justo que a esa gente, que se ha limitado a cumplir ¨®rdenes, se le aplique la ley", argumenta Zumpolle.
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