Betancourt: "Pens¨¦ que el rescate era otro circo montado por las FARC"
Nuevos detalles de c¨®mo militares colombianos se infiltraron en las FARC, enga?aron a los guerrilleros y a los rehenes y en una operaci¨®n rel¨¢mpago les liberaron sin pegar ni un s¨®lo tiro.- Betancourt relata su rescate lleno de desasosiego
"Hay veces, cuando uno ha vivido momentos tan dif¨ªciles, que no cree que la felicidad sea para uno". Pero ahora Ingrid Betancourt, despu¨¦s de seis a?os secuestrada en manos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), es feliz, despu¨¦s del ¨¦xito de la Operaci¨®n Jaque, que ha puesto en libertad a la ex candidata presidencial y otros 14 rehenes.
El golpe, que puede ser considerado el mayor de Bogot¨¢ a las FARC junto con la muerte de Ra¨²l Reyes, se empez¨® a preparar hace un a?o, cuando la fuga del subintendente Jhon Frank Pinchao dio las primeras pistas al Ej¨¦rcito colombiano. Seg¨²n informa el diario colombiano El Tiempo, Bogot¨¢ supo desde entonces por donde se mov¨ªan los cautivos y c¨®mo eran las estrategias que usaban los miembros de las FARC para burlarse de los soldados colombianos.
Un grupo de inteligencia militar, coordinado por el general Mario Montoya Uribe, logr¨® penetrar el primer anillo de seguridad del frente primero de las FARC. A partir de ah¨ª, dos hombres se ganaron la confianza del jefe de seguridad de Cesar, el carcelero mayor de las FARC a quien directamente el Mono Jojoy encomend¨® cuidar a los cautivos.
Los infiltrados lograron que un guerrillero de alto rango, cuya identidad no ha sido revelada, convenciera a C¨¦sar de que hab¨ªa orden de enviar los cautivos con el nuevo jefe de las FARC, Alfonso Cano, y que se iban a usar helic¨®pteros de una ONG extranjera para trasladar a los secuestrados. Una operaci¨®n que contaba con el apoyo t¨¦cnico de Estados Unidos.
Relato de Betancourt
Al margen de este dispostivo, Bentacourt, como los otros 14 rehenes que iban con ella ayer, pensaron que lo que termin¨® siendo su ansiado rescate no era otra cosa m¨¢s que un operativo interno de los guerrilleros para trasladarlos de lugar, y volver hacer de ellos moneda de cambio con el Gobierno de Colombia. La ex candidata presidencial ha relatado c¨®mo fue el rescate en un acto institucional bajo la presencia del presidente colombiano, ?lvaro Uribe.
Betancourt reconoce que los cautivos estaban muy inquietos. Ninguno sab¨ªa que iba a pasar con ellos cuando a primera hora de la ma?ana se levantaron con la orden de dirigirse a un lugar desconocido en mitad de la selva para coger un helic¨®ptero. "Pensamos que ¨ªbamos a ser trasladados a otro pa¨ªs", dice la ex pol¨ªtica.
Una hora antes de la llegada de los helic¨®pteros, Betancourt habl¨® con el comandante Asprilla, que la propia Betancourt ha definido como un d¨¦spota, pero hizo pocas concesiones. "Era parco en darnos informaci¨®n. Lo que ¨¦l me transmiti¨® fue que nos iban a llevar a hablar con un alto mando, pero no sab¨ªamos nada. Es m¨¢s, trat¨® a darme de entender que nos iban a trasladar a otro pa¨ªs a mejorar nuestras condiciones de secuestro". Sin embargo, la operaci¨®n Jaque estaba en marcha.
Gran confusi¨®n
Mientras tanto, en la espesa selva colombiana, la confusi¨®n reinaba entre los secuestrados. Como es costumbre en las operaciones de los guerrilleros, los cautivos no sab¨ªan qu¨¦ pasar¨ªa con ellos. Despu¨¦s de una caminata y de cruzar el r¨ªo In¨ªrida, "est¨¢bamos de un lado del r¨ªo, y nos hicieron ir al otro lado en una canoa", relata Betancourt, vieron salir el helic¨®ptero que aterriz¨® cerca de ellos. Cada detalle era importante para hacerse una idea de lo que pod¨ªa pasar. "Al poco de llegar a los helic¨®pteros, tratamos de mirar quienes eran, c¨®mo eran. Mis compa?eros me preguntaban si pod¨ªa tratarse de una misi¨®n internacional pero parec¨ªa imposible".
Dos helic¨®pteros rusos M-I pintados de blanco y rojo se internaron en las selvas de Tomachip¨¢n (Guaviare), a 72 kil¨®metros de San Jos¨¦. Uno de ellos aterriz¨® en medio de una patrulla guerrillera. El desasosiego invadi¨® a cada uno de los 15 rehenes cuando vieron los aparatos entre los ¨¢rboles. Pensaban que pod¨ªa tratarse de un helic¨®ptero de la Cruz Roja, de una misi¨®n humanitaria internacional bajo supervisi¨®n suiza o francesa, pero se sumieron en lo peor. Como asegura Betancourt: "Los secuestrados nos hemos vuelto expertos en identificar qui¨¦n est¨¢ delante nuestro". Y lo que ten¨ªan ante sus ojos eran dos helic¨®pteros blancos, sin banderas ni insignias, sin un solo signo de esperanza.
El traspaso a los aparatos, que se iba a hacer seg¨²n los guerrilleros en siete minutos, se alargaba hasta m¨¢s de veinte minutos. Y cada minuto que pasaba era peor que el anterior. Cuando los rehenes vieron a los pilotos con las camisetas de Che Guevara, todos se convencieron que iban a seguir dentro de su cautiverio. Les hab¨ªan prometido trasladarles para mejorar las condiciones de su infierno, pero poco importaba. "Durante todos estos a?os de secuestro o¨ªr un helic¨®ptero es motivo de angustia. Pensamos que era otro circo montado por las FARC para mostrar al mundo c¨®mo nos ten¨ªan secuestrados".
Dignidad
Muchos secuestrados no quisieron ponerse las esposas. Betancourt asegura que rez¨® con todas sus ganas mientras le apretaban las esposas tan fuerte que pidi¨® que se las aflojaran. Pero ese dolor no era nada en comparaci¨®n con el que llevaba por dentro. Cuenta Betancourt que, despu¨¦s de unos a?os, la guerrilla decidi¨® darle un diccionario que hab¨ªa solicitado insistentemente. Desde entones nunca se separa de ¨¦l, aunque, como ella misma reconoce, "pesa una tonelada".
Un guerrillero le oblig¨® a dejar su bolsa con el diccionario fuera del helic¨®ptero. La ex candidata presidencial se neg¨®: "Estaba con mi equipito a cuestas. Y trataron de quit¨¢rmelo y dije que no. Ese diccionario, esa bolsa, era mi dignidad". Betancourt no solt¨® su diccionario pese a la angustia que arrastraba. "Cada prueba de supervivencia es un dolor, porque nos sentimos humillados. Utilizan el dolor de nuestras familias para impresionar al mundo entero. Para nosotros es muy dif¨ªcil. Y con esta operaci¨®n volv¨ª a sentir lo mismo".
Emoci¨®n
En plena ansiedad, Betancourt tuvo un sentimiento extra?o: "Pens¨¦: qu¨¦ raro estar emocionada si ya nada me emociona". Fue algo as¨ª como un presentimiento. Pocos minutos despu¨¦s de subir al aparato, salt¨® la chispa del rescate. Eran la 1 de la tarde y 15 minutos. Los militares infiltrados, agentes del Ej¨¦rcito colombiano camuflados en el seno de la propia c¨²pula guerrillera, se lanzaron a por los miembros genuinos de las FARC.
"No se c¨®mo lo hicieron pero en menos de cinco minutos los embistieron. Me cay¨® sangre en el pantal¨®n. Asprilla estaba en el suelo, pens¨¦ que se hab¨ªa desmayado pero no. Estaba con los ojos vendados, amarrado, y lo siguiente fue o¨ªr: 'Somos Ej¨¦rcito Nacional. Est¨¢n en libertad", relata con emoci¨®n la ex pol¨ªtica colombiana. Luego llegaron los saltos, los abrazos y los lloros. Nadie se lo pod¨ªa creer.
Sin embargo, el miedo no abandon¨® a Betancourt. Asegura que tem¨ªa por si el helic¨®ptero se ca¨ªa, y preguntaba todo el rato cu¨¢nto faltaba para llegar a San Jos¨¦ de Guaviare. Una vez que aterrizaron y estaban a salvo, pens¨® en su familia en mitad de una historia no exenta de paradojas, como afirma la ex pol¨ªtica: "Sab¨ªa que mi mam¨¢ ten¨ªa programado un viaje a Oriente. Y mi familia estaba fuera de Colombia. Y pens¨¦ que era incre¨ªble porque llegaba a Bogot¨¢ despu¨¦s de tanto y pod¨ªa no haber nadie de mi familia". Pero la familia estaba al completo, a excepci¨®n de sus hijos que se encuentran en Par¨ªs.
Mensaje de paz
Antes de terminar su discurso junto al presidente colombiano, ?lvaro Uribe, en un acto institucional, empez¨® a sonar la alarma de un reloj de pulsera que Ingrid lleva en su mu?eca: era el despertador que le recordaba todas las noches la hora de sintonizar la radio y escuchar los mensajes de su familia a trav¨¦s del programa Voces del Secuestro, del periodista Herbin Hoyos. Una alarma que parece recordar que todav¨ªa hay cientos de secuestrados que viven en condiciones infrahumanas bajo el yugo de las FARC.
Menos de 24 horas despu¨¦s de su rescate, Ingrid Betancourt no se olvid¨® de sus compa?eros. Y lo hizo lanzando un mensaje al Comandante Alfonso Cano: "Quisiera que se les perdone a los secuestrados que quedaron all¨¢. Son una extraordinaria partitura que no tienen culpa de nada. S¨®lo puedo creer en la paz".
Una paz, que seg¨²n ha dicho Betancourt a todos los colombianos, pasa por los hombres que la representan. "Cuando muri¨® Manuel Marulanda pensaba que mis nietos nunca sabr¨¢n qui¨¦n fue ese hombre. La historia nunca registra a los que hicieron mal, s¨®lo a los que hicieron la paz. Y este se?or no estar¨¢ grabado en los anales de la historia".
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