Cautivos de las FARC y del olvido
Las familias de los secuestrados 'canjeables' se lamentan de la soledad a la que han sido relegados por la opini¨®n p¨²blica tras la liberaci¨®n de Ingrid
Magdalena Rivas usa una peque?a libreta para llevar la cuenta de los d¨ªas que ha permanecido su hijo Elkin Hern¨¢ndez secuestrado en una de las c¨¢rceles de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en las selvas del sur del pa¨ªs: la suma lleg¨® a 3.415 el pasado mi¨¦rcoles. Elkin cumplir¨¢ el pr¨®ximo 14 de octubre 10 a?os en cautividad, la mayor parte de ellos con una cadena al cuello, como acostumbra esta guerrilla mantener a sus rehenes. Lo atraparon junto a dos compa?eros en un ret¨¦n montado en una carretera del departamento de Caquet¨¢; ten¨ªa 22 a?os y era teniente del Ej¨¦rcito. Hoy es uno de los 29 canjeables, rehenes con los que la guerrilla m¨¢s antigua del pa¨ªs pretende lograr la libertad de sus combatientes en prisi¨®n.
Para Magdalena, de 60 a?os, este tiempo ha sido una verdadera agon¨ªa. Y m¨¢s a¨²n desde el pasado 2 de julio, cuando, gracias la exitosa Operaci¨®n Jaque del Ej¨¦rcito colombiano, fueron rescatados la ex candidata presidencial y ciudadana colombo-francesa Ingrid Betancourt, tres contratistas estadounidenses y 11 miembros de las fuerzas p¨²blicas.
"Les quitaron a las FARC el trofeo mayor y los dem¨¢s cautivos quedaron en el olvido", se queja Magdalena, mientras su voz y sus gestos reflejan la inmensidad de su dolor. Ella, como el resto de los familiares de los canjeables, se siente m¨¢s sola que nunca: percibe que el inter¨¦s de la prensa, del pa¨ªs y del mundo por el tema decay¨® tras el espectacular operativo de rescate y de la multitudinaria manifestaci¨®n contra los secuestros celebrada el pasado 20 de julio.
El congresista Mauricio Lizcano, hijo de uno de los tres civiles canjeables, siente un vac¨ªo id¨¦ntico. Y lo resume as¨ª: "La comunidad internacional se hab¨ªa comprometido a seguir con nosotros y no ha vuelto a aparecer; la opini¨®n p¨²blica se olvid¨® de nosotros" . ?scar, su padre, ya ha cumplido ocho a?os de secuestro y se sabe que su salud es precaria.
El ¨²nico gesto solidario de los ¨²ltimos d¨ªas es el de 20 polic¨ªas discapacitados que hoy iniciar¨¢n una marcha de m¨¢s de 400 kil¨®metros en sus sillas de ruedas para exigir la libertad de todos los cautivos.
Sin embargo, para algunos analistas, no todo est¨¢ perdido. Ven detalles esperanzadores en el ¨²ltimo comunicado de las FARC, publicado despu¨¦s de la Operaci¨®n Jaque: los guerrilleros ya no hablan de la desmilitarizaci¨®n de dos municipios como condici¨®n para dialogar sobre un intercambio humanitario, a pesar de que antes ¨¦sta era una de sus condiciones inamovibles y un punto inaceptable para el Gobierno. Adem¨¢s, seg¨²n el comunicado, en la lista de canjeables incluyen ahora a tres polic¨ªas y un soldado que fueron dados como desaparecidos este a?o.
Sin duda, con los ¨²ltimos golpes a las FARC las cosas han cambiado a favor del presidente del pa¨ªs, ?lvaro Uribe, que busca ahora un contacto directo con la comandancia guerrillera. Pero "el contacto no se ha dado, no se ha avanzado nada", recuerda Lizcano con desconsuelo. Seg¨²n este joven congresista, la soluci¨®n debe ser una combinaci¨®n de presi¨®n militar ?como ha sucedido hasta el momento? con la f¨®rmula pol¨ªtica. Aunque, "si la guerrilla sigue poniendo bombas, nadie apoyar¨¢ una negociaci¨®n", dice.
Una bomba destruy¨® el Palacio de Justicia de Cali, tercera ciudad del pa¨ªs, al amanecer del pasado lunes; hubo cinco muertos y varios heridos. Para el Gobierno, no hay duda: fueron las FARC. Sin embargo, Jorge Iv¨¢n Ospina, alcalde de la ciudad, pide que no se descarten otras hip¨®tesis, como el narco-paramilitarismo y la corrupci¨®n.
Alberto Rojas Puyo, ex senador de la UP ?un movimiento que naci¨® de la negociaci¨®n con las FARC de 1984 y que fue pr¨¢cticamente exterminado? pidi¨® hace poco a esta guerrilla que libere ya y de manera unilateral a todos sus rehenes. Pero piensa tambi¨¦n que un intercambio humanitario podr¨ªa ser un puente para una negociaci¨®n de paz. "El intercambio es m¨¢s importante, pero m¨¢s dif¨ªcil", asegura.
Magdalena Rivas lo tiene claro: el ¨²nico camino para volver a ver a su hijo es la negociaci¨®n. Por eso, aplaudi¨® lo dicho hace apenas dos d¨ªas por Ingrid Betancourt, que pidi¨® abrir un espacio a esta opci¨®n.
Rivas es una de las que asiste religiosamente a la protesta que todos los martes, al medio d¨ªa, convocan los familiares de los canjeables en la c¨¦ntrica plaza de Bol¨ªvar de Bogot¨¢. La realizan desde hace tiempo y, aunque estas convocatorias nunca han estado especialmente concurridas, cada d¨ªa tienen un aspecto m¨¢s desolador: a veces no se re¨²nen m¨¢s de ocho o 10 personas y a todas se les nota que la angustia las est¨¢ matando.
"Si no se hace algo r¨¢pido, de pronto nuestros hijos no nos van a encontrar con vida", advierte Magdalena. A ella y a su esposo, como a muchos otros, la tristeza y la desesperanza los est¨¢ consumiendo. A ella, las piernas cada d¨ªa le responden menos, y a ¨¦l le est¨¢ fallando el coraz¨®n.
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