Grietas en 'la f¨¢brica del mundo'
Millones de emigrantes chinos se ven obligados a regresar a sus pueblos, debido a la ca¨ªda de actividad y el cierre de empresas por la crisis
La enorme plaza que da entrada a la estaci¨®n de tren de Guangzhou, capital de la provincia sure?a de Guangdong, es un hormiguero a las siete de la tarde. Cientos de emigrantes descansan en el suelo, junto a los fardos en los que se aprietan sus pertenencias. Rostros hastiados, miradas perdidas. Los restos de comida, bolsas de pl¨¢stico y hojas de peri¨®dicos hablan de largas horas de espera. Bajo el eslogan "Contin¨²a el proceso de apertura y reforma", una pantalla gigante rompe la noche con im¨¢genes de playas paradis¨ªacas y aguas turquesas. Una visi¨®n muy distinta de la realidad de estos antiguos campesinos, que se han visto obligados a regresar a sus pueblos ante la falta de actividad o el cierre de las f¨¢bricas en las que trabajaban en el delta del r¨ªo Perla -el principal centro manufacturero del pa¨ªs- a causa de la crisis.
Los sueldos caen enpicado por el recorte de la producci¨®n en las f¨¢bricas
El pa¨ªs export¨® un 2,8% menos en diciembre, el mayor descenso 10 a?os
Chen Jian (nombre ficticio), de 23 a?os, lleg¨® a la estaci¨®n hace 13 horas. "La f¨¢brica de maletas en la que trabajaba ten¨ªa hace unos meses entre 5.000 y 6.000 empleados. Eran 10 horas al d¨ªa, siete d¨ªas a la semana. Ahora no da para m¨¢s de cinco horas, tres o cuatro d¨ªas a la semana, y el salario ha bajado de unos 2.000 yuanes [210 euros] a 1.300. No nos han despedido, simplemente han reducido el n¨²mero de horas, y ya no compensa", afirma este nativo de la provincia de Sichuan.
La situaci¨®n se reproduce entre muchos de los viajeros que esperan la salida de sus trenes bajo la mirada de los polic¨ªas que recorren la plaza. Forzados por la falta de tajo, han decidido irse a sus casas a pasar las fiestas de A?o Nuevo chino semanas antes de lo que lo habr¨ªan hecho normalmente. "Llevo cuatro o cinco a?os en Guangdong. A veces, trabaj¨¢bamos 21 horas diarias. Pero desde septiembre, la cosa se ha hundido", dice un chico de 20 a?os de la provincia de Yunnan, acuclillado junto a su hermana. "Despu¨¦s de las fiestas, decidir¨¦ si vengo otra vez".
El proceso de reforma y apertura lanzado por Deng Xiaoping hace 30 a?os ha convertido China en la f¨¢brica del mundo. Pero el desplome de la demanda extranjera, especialmente de Estados Unidos, le ha asestado un duro golpe. Las exportaciones cayeron un 2,8% en diciembre, la mayor ca¨ªda en diez a?os. Ya retrocedieron un 2,2% en noviembre, la primera vez que experimentaban un descenso en m¨¢s de siete a?os. Miles de empresas han echado el cierre. La crisis se ha sumado al efecto que las mayores exigencias de calidad, leyes laborales y medioambientales m¨¢s estrictas, y la apreciaci¨®n del yuan ya estaban teniendo.
El presidente chino, Hu Jintao, ha asegurado que China se enfrenta este a?o a una situaci¨®n "muy sombr¨ªa" en el empleo, y que afrontar la crisis va a ser una "una prueba de la capacidad del Partido Comunista para gobernar". El Banco Mundial prev¨¦ que la econom¨ªa china crezca un 7,5% en 2009, el valor m¨¢s bajo de los ¨²ltimos 19 a?os. El Gobierno calcula un 8%. El Fondo Monetario Internacional y el Royal Bank of Scotland pronostican un 5%, la peor cifra desde la revuelta de Tiananmen.
La ralentizaci¨®n econ¨®mica podr¨ªa forzar el cierre de un 20% de las f¨¢bricas de Guangdong, provincia responsable del 12% del PIB chino, seg¨²n algunas organizaciones laborales provinciales. Algunos economistas estiman que 20 millones de emigrantes de los 160 millones con que cuenta el pa¨ªs podr¨ªan verse obligados a regresar a sus pueblos este a?o.
El Gobierno ha fijado como "prioridad absoluta nacional" mantener el crecimiento para crear empleo, y ha reaccionado con medidas tajantes ante el riesgo de que se dispare la inestabilidad social. A principios de noviembre, aprob¨® un plan financiero por valor de cuatro billones de yuanes (420.000 millones de euros) hasta 2010 para reactivar la econom¨ªa, impulsar el consumo interno y reducir la dependencia de las exportaciones, que representan el 40% del PIB nacional; y ha pedido a los empresarios que no lleven a cabo despidos masivos.
El impacto de la crisis se nota incluso en la propia capital de Guangdong. En los comercios de la calle Shang Jiu, una de las m¨¢s animadas de Guangzhou (antigua Cant¨®n), flotan los carteles anunciado saldos. "La crisis empeora. La f¨¢brica ha cerrado. Juego completo de s¨¢banas por 50 yuanes [5,2 euros]", dice uno. "Cazadoras de piel. Antes, 1.280 yuanes. Ahora, 99. Para pagar los cr¨¦ditos de la factor¨ªa", se?ala otro.
?Realidad o herramienta publicitaria? Sea lo que sea, el hecho es que los clientes no compran, seg¨²n explican los vendedores, y las existencias se acumulan en los estantes.
Dongguan, espejo de la crisis
Para palpar c¨®mo est¨¢ afectando el par¨®n mundial a China, lo mejor es viajar a Dongguan, 60 kil¨®metros al este de Guangzhou, m¨¢s que una ciudad, un taller infinito. Todas las carreteras que conducen a Dongguan -cuya municipalidad ha pasado de 1,1 millones de habitantes en 1978, a 8,7 millones en 2007- est¨¢n flanqueadas de f¨¢bricas. Algunas son grandes complejos industriales con varias decenas de miles de operarios, otras, talleres familiares. Aqu¨ª se producen desde componentes electr¨®nicos a juguetes, zapatos, relojes, ropa o adornos navide?os. Todos esos art¨ªculos que, gracias a su bajo precio, han inundado el planeta y han permitido a China convertirse en la cuarta econom¨ªa del mundo.
El cielo gris, los inmuebles ocres, la continua sucesi¨®n de ¨¢reas industriales, y los monos de trabajo colgados en los balcones de los edificios de dormitorios anexos a las f¨¢bricas imprimen un aire triste a la regi¨®n.
Pero muchos de esos uniformes de trabajo ya no se balancean al aire. Muchos talleres han dejado de producir y los bloques de dormitorios de siete u ocho plantas se elevan sin inquilinos, como gigantes dormidos. S¨®lo en octubre, cerraron 700 empresas en Dongguan. El Gobierno de Guangdong pretende elevar el nivel tecnol¨®gico de las empresas en la provincia, de ah¨ª que haya impulsado tambi¨¦n el desplazamiento de algunas compa?¨ªas hacia el interior del pa¨ªs. "Vaciar la jaula para dejar sitio a los nuevos p¨¢jaros", ha dicho Wan Qingliang, vice gobernador provincial.
En una de las calles de la ciudad, duerme un taller que ni siquiera ha sido estrenado, sorprendido a contrapi¨¦ por la crisis. Sobre las paredes de las factor¨ªas huecas, se repiten la frase 'Se alquila' y n¨²meros de tel¨¦fono escritos en carteles de intenso color rojo.
"El empresario que la ten¨ªa arrendada desde hac¨ªa m¨¢s de tres a?os la desmont¨® hace dos semanas, debido a la crisis. Esperemos que, tras el A?o Nuevo chino [que comienza el 26 de enero], la gente regrese para continuar los negocios", dice Wang, una mujer que contesta a uno de estos n¨²meros.
Las f¨¢bricas que no han cerrado han disminuido la actividad, y sus trabajadores se ven obligados a permanecer en los dormitorios o a deambular ociosos por la ciudad, en la que, aparte de tiendas, restaurantes y karaokes, hay poco m¨¢s. "S¨®lo trabajamos cinco horas diarias de lunes a viernes. Y, en los dormitorios, que son de ocho o 10 personas, ahora estamos cuatro o cinco", explica Wang Shuang, una chica menuda de 19 a?os, mientras pasea por un mercadillo acompa?ada de su hermana gemela, Wang Fang.
A pesar de que ganan menos, las dos chicas han decidido aguantar en la empresa de componentes electr¨®nicos, ya que en su pueblo de la provincia de Guizhou, una de las m¨¢s pobres de China, hay poco que hacer. "Tras las fiestas, volveremos. Esto es m¨¢s desarrollado", dicen, enfundadas en unos vaqueros ajustados.
"Para estos emigrantes, es muy dif¨ªcil retomar el trabajo y el estilo de vida que ten¨ªan antes de dejar sus pueblos", asegura Yuen Pau Woo, presidente de la Fundaci¨®n Asia Pac¨ªfico de Canad¨¢. "Sin embargo, el paquete de est¨ªmulo fiscal [aprobado por Pek¨ªn] puede crear empleos en otras ¨¢reas, especialmente zonas rurales y ciudades secundarias".
La amenaza del paro
El fantasma del paro es una de las mayores preocupaciones del Gobierno, ya que la precariedad del sistema de seguridad social y el coste de la Educaci¨®n y de la Sanidad convierten la falta de trabajo en una bomba de relojer¨ªa en este pa¨ªs de 1.300 millones de almas. Desde que comenz¨® la crisis, se han multiplicado las protestas, debido a las irregularidades cometidas en el pago de los salarios y las indemnizaciones por algunos empresarios, y a la inquietud por el futuro. Para el Partido Comunista Chino, que ha buscado, en buena parte, legitimarse en el poder con el r¨¢pido progreso del pa¨ªs, est¨¢ en juego, tambi¨¦n, su propia supervivencia.
Una de las empresas en las que se han registrado protestas es Jiang Rong, que se dedicaba a la fabricaci¨®n de bolsos y maletas. Su propietario, taiwan¨¦s, desapareci¨® el 15 de diciembre sin previo aviso -una pr¨¢ctica com¨²n en Guangdong-, adeudando dos meses y medio de salario a los 300 trabajadores, y tres meses de alquiler de la f¨¢brica y las facturas de agua y electricidad.
Los empleados se echaron a la calle para pedir a las autoridades locales sus sueldos, pero ¨¦stas contestaron que s¨®lo les pagar¨ªan el 60% de lo adeudado, como reza un cartel pegado a la puerta de la factor¨ªa y explica, tambi¨¦n, Dai Houxue, de 30 a?os, original de Guizhou, que trabajaba desde hac¨ªa tres a?os en Jiang Rong.
Tras reclamar en vano los salarios completos al departamento de Trabajo, los empleados se dirigieron en manifestaci¨®n a las oficinas del Gobierno local. Pero fueron recibidos a golpes por la polic¨ªa. El 24 de diciembre, la f¨¢brica dej¨® de dar comidas, y, tras 10 d¨ªas de protestas, los trabajadores se resignaron, cogieron lo ofrecido y se marcharon.
Salvo unos cuantos. "A tres no nos dieron ni siquiera el 60% que nos correspond¨ªa", afirma Dai, quien, probablemente, fue castigado de esta forma por haber sido uno de los cabecillas de las reivindicaciones. "Me deben a¨²n m¨¢s de 500 yuanes, y no me ir¨¦ hasta que me los paguen. La televisi¨®n dice que el Gobierno central ayudar¨¢ a las f¨¢bricas por la crisis. Pero, ?d¨®nde va el dinero? Seguro que se lo quedan los funcionarios locales. Todo esto es muy oscuro", asegura. Al otro lado de la verja, varios obreros enviados por los dirigentes locales sacan pertenencias de los talleres y las cargan en un cami¨®n.
Desorientados ante la quiebra de su negocio o la p¨¦rdida de empleo, empresarios y trabajadores acuden a veces en busca de consejo a Zhou Qingfang, un adivino, experto en geomancia y curandero, que ofrece sus servicios en una calle de Dongguan. "Me preguntan qu¨¦ socio buscar, qu¨¦ hacer tras quedarse sin empleo, y yo, en funci¨®n de su nombre, la fecha de nacimiento, o su elemento chino, les sugiero la direcci¨®n que deben seguir", dice este hombre de 70 a?os, quinta generaci¨®n familiar de videntes. "Hace unos meses, ven¨ªan 10 o 20 personas al d¨ªa. Ahora, son m¨¢s de 30", dice Zhou, que cobra 20 yuanes por consulta y trata igualmente problemas de infertilidad, impotencia o dolores de muelas.
Un centenar de kil¨®metros al sureste, en el puerto de Shenzhen, fronterizo con Hong Kong, y una de las principales v¨ªas de salida de mercanc¨ªas de la f¨¢brica del mundo, se percibe tambi¨¦n claramente la crisis. El tr¨¢fico de mercanc¨ªas ha disminuido sensiblemente. "Desde principios de septiembre, salen muchos menos contenedores. La actividad ha ca¨ªdo m¨¢s de un 30%", asegura Zhang Qingshen, empleado en una de las empresas que opera en la terminal internacional de contenedores de Shekou. A un centenar de metros, una gr¨²a carga un mercante de color verde con lentos movimientos. "Antes pasaban delante de ese muelle muchos buques cada d¨ªa. Ahora, no veo m¨¢s de dos o tres en 24 horas", dice.
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