Continuidad y ruptura
"Corresponde a la direcci¨®n hist¨®rica de la Revoluci¨®n preparar a las nuevas generaciones para asumir la enorme responsabilidad de continuar adelante con el proceso revolucionario". Ra¨²l Castro, Santiago de Cuba, 1 de enero de 2009.
En el 50? aniversario del triunfo revolucionario en Cuba, no queda claro si lo conmemorado es la continuidad de un proceso pol¨ªtico o la permanencia en el poder de un grupo de personas. Los extensos art¨ªculos publicados en estos d¨ªas van desde la felicitaci¨®n por el cumplea?os de una criatura viva hasta la agria cr¨ªtica al prolongado gobierno de unos pocos.
Los hombres en la c¨²pula de mando siguen siendo los mismos desde 1959, con excepci¨®n de los fallecidos y los exiliados. Ellos han cambiado muy poco, aunque la propia revoluci¨®n se ha transmutado y negado siempre que su sobrevivencia haya estado en peligro. As¨ª tuvimos tiempos de euforia y apoyo popular, melenas y crucifijos reci¨¦n bajados de las monta?as que terminaron por subordinarse al ate¨ªsmo y apretar el gatillo, despu¨¦s de juicios sumarios.
Yoani S¨¢nchez es escritora cubana, premio Ortega y Gasset y autora del blog 'Generaci¨®n Y'
Llegaron los a?os "prosovi¨¦ticos", y el encartonado primer congreso del Partido Comunista en 1975 nos uni¨® con un largo grillete a las c¨²pulas del Kremlin. En los ochenta se lanzaba el "proceso de rectificaci¨®n de errores" seguido del "periodo especial", hasta llegar a nuestros d¨ªas, en que la br¨²jula pol¨ªtica parece haberse dislocado y el marxismo leninismo ya no se escucha ni en boca de los dirigentes.
En todo este tiempo, la llamada "direcci¨®n hist¨®rica de la Revoluci¨®n" ha impedido la aparici¨®n de al menos dos generaciones de pol¨ªticos. En los primeros a?os de la d¨¦cada del sesenta, Ernesto Guevara dec¨ªa: "La juventud es la arcilla fundamental de nuestra obra". No obstante, en el horno del poder nunca lleg¨® a cocerse la cer¨¢mica de lo nuevo.
Los veteranos nunca han querido entregar el bast¨®n y los j¨®venes que han corrido tras ellos ?con la ilusi¨®n de formar parte del relevo? han sido forzados a abandonar la carrera, cuando no han ca¨ªdo a causa de alguna zancadilla. El motivo de esta reticencia tiene un fuerte componente de desconfianza, ante el temor de que los advenedizos pretendan una ruptura ideol¨®gica. Pero lo m¨¢s determinante ha sido que a la "direcci¨®n hist¨®rica" de la revoluci¨®n, la ¨²nica continuidad que le interesa, realmente, es la de seguir ejerciendo el poder. La prueba de eso se descubre cuando se enumeran todas las rupturas pol¨ªticas que han tenido que hacer estos hombres para seguir al mando del pa¨ªs. Han puesto su deseo de conservar el tim¨®n por encima de ideolog¨ªas, alianzas estrat¨¦gicas, obligaciones para con su pueblo e incluso, a causa de esa adicci¨®n al mando, han roto cientos de sus primeras promesas.
La juventud no se caracteriza por tener mucha paciencia, pero sabe que tiene tiempo. Por muy longevo y saludable que sea un timonel, tarde o temprano tendr¨¢ que soltar el gobierno de la nave que conduce. Lo primero que rectificar¨¢n aquellos que logren entrar a la cerrada cabina ser¨¢ el rumbo, y es muy probable que tambi¨¦n arranquen las p¨¢ginas de la bit¨¢cora. Esa secuencia de pliegos falseados que cuentan las heroicas peripecias de la antigua tripulaci¨®n, esa que ?en medio siglo? nos hizo creer que el barco le pertenec¨ªa. Ver para creer.
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