De Durban a Ginebra con escala en Burgos
Organizaciones sociales elaboran la declaraci¨®n sobre el racismo en Espa?a que presentar¨¢n en abril en Suiza
En las calles de Durban (Sur¨¢frica), entre agosto y septiembre de 2001 a¨²n humeaban rescoldos del gran incendio que arras¨® la conciencia universal llamado apartheid. Y aunque ya Kofi Annan llevaba las riendas de la ONU y Nelson Mandela acababa de abandonar las del pa¨ªs africano, Naciones Unidas decidi¨® convocar la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminaci¨®n Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia. Era el tercer encuentro de estas caracter¨ªsticas, pero, a diferencia de los anteriores, el mundo ya entend¨ªa que el racismo y la exclusi¨®n es el germen podrido de los fundamentalismos y de sus consecuencias. De ah¨ª la importancia de Durban 2001. Pero de ah¨ª tambi¨¦n que la puesta en pr¨¢ctica de su Plan de Acci¨®n se haya convertido en tarea tan ut¨®pica como imperiosa.
"Al igual que en Durban entramos negros y salimos afrodescendientes, antes de Burgos ¨¦ramos una sociedad civil dispersa y con banderas propias, y despu¨¦s de Burgos somos una sociedad civil unificada en un sue?o: cumplir la proclama de que tomos somos libres e iguales"
Para evitar la marea del olvido, ya transcurridos ocho a?os, se avecina la Conferencia de Examen de Durban, que tendr¨¢ lugar en abril en Ginebra (Suiza). Los pa¨ªses que firmaron en Sur¨¢frica los compromisos de lucha contra el racismo deber¨¢n ahora rendir cuentas tanto de sus acciones como de sus omisiones, a pesar de no estar obligados por legislaci¨®n o tribunal vinculantes.
En Espa?a, la iniciativa para presentar una plataforma nacional y unificada en Ginebra ha partido de la sociedad civil. Concretamente, de la Federaci¨®n de Afrodescendientes de Iberoam¨¦rica en Espa?a (Fedafro), que la semana pasada convoc¨® en Burgos un Simposio de Evaluaci¨®n de los acuerdos de 2001. Al evento acudieron m¨¢s de 120 participantes, representantes de unos 250 colectivos de discriminados: mujeres, discapacitados, homosexuales, inmigrantes, grupos ¨¦tnicos... Reunidos durante tres d¨ªas en la ciudad espa?ola donde, en el siglo XVI, Francisco de Vitoria reconoci¨® que los ind¨ªgenas eran seres humanos, los asistentes dieron a luz un documento que titularon Declaraci¨®n de Burgos.
Con ¨¦l bajo el brazo, Espa?a y sus delegados viajar¨¢n a Ginebra "como actores, en verdadera representaci¨®n de la sociedad civil, ya no como Fedafro sino como representantes de esta nueva plataforma de acci¨®n. Porque si la sociedad civil no se legitimaba con una plataforma operativa, iba a quedar vac¨ªa su silla en Ginebra y s¨®lo los planteamientos de los Gobiernos estar¨ªan representados all¨ª", explica a EL PA?S Jenny de la Torre, presidenta de Fedafro y tambi¨¦n del simposio de Burgos. Lo acordado la semana pasada ya cuenta con el respaldo de Ginebra, que admite formalmente la representaci¨®n. "Y adem¨¢s trasladamos la informaci¨®n a todos los ministerios [espa?oles], porque el Estado tiene que emitir un informe sobre lo que se ha hecho", a?ade.
Al estilo Obama
En la lucha contra la intolerancia todo cuenta, incluso (a veces, sobre todo) los s¨ªmbolos. Por ejemplo, la elecci¨®n de la ciudad en la que se ha elaborado la declaraci¨®n. Lo cuenta Guillermo Ponce, vicepresidente de Fedafro: "Decidimos hacer un proyecto estilo Obama: tocar muchas puertas y esperar que alguna se abriera. Pero tuvimos suerte, porque la primera fue la del alcalde de Burgos, Juan Carlos Aparicio, precisamente el ministro [de Trabajo y Asuntos Sociales] que firm¨® Durban por Espa?a en 2001. Cuando supo de nuestro proyecto, dijo: 'Aqu¨ª se hace, no vayan a buscar a nadie m¨¢s".
El encuentro ha reunido a personalidades del mundo, pero pocas espa?olas, seg¨²n la queja de Fedafro: "Queremos acompa?ar a los Gobiernos para que cumplan Durban, pero los Gobiernos nos lo tienen que poner m¨¢s f¨¢cil", rega?a Ponce, que recuerda que a Burgos viaj¨® un ministro, el brasile?o para la Promoci¨®n de la Igualdad Racial, Edson Santos, pero ninguno espa?ol.
En 7 manifiestos, 16 demandas y apenas 3 folios, quienes rubrican la Declaraci¨®n de Burgos destacan los avances espa?oles en el combate a la intolerancia, pero exigen m¨¢s. Siempre se puede hacer m¨¢s. Siempre se debe hacer m¨¢s, aseguran. Y piden, entre otros cap¨ªtulos, lo siguiente:
? Protocolo ante la UE. La combinaci¨®n de estrategias en la Uni¨®n Europea, seg¨²n reza la declaraci¨®n, permitir¨¢ "luchar contra el racismo y todas las formas de discriminaci¨®n e intolerancia respetando las peculiaridades propias del Estado espa?ol". Porque "una cosa es que los pa¨ªses europeos se autoeval¨²en y acudan a Ginebra con una sola voz, y otra que no tengan el contrapeso de la sociedad civil", explica el vicepresidente de Fedrafro. Esta carencia, en el caso espa?ol, hubiera sido especialmente sangrante, porque Espa?a "es un pa¨ªs referente en las relaciones con Am¨¦rica Latina y el Magreb, y adem¨¢s cuenta con casi un 10% de poblaci¨®n inmigrante", matiza la presidenta.
? Legislaci¨®n y pol¨ªticas antidiscriminatorias. Lo que implica, obviamente, "presupuestos adecuados". "A la sociedad civil le cuesta mucho hacerse o¨ªr porque las ayudas son muy limitadas...", dice Ponce, y esgrime como prueba el hecho de que el evento de Burgos haya contado con m¨¢s ayudas de la empresa privada que de la Administraci¨®n.
? Observancia de la proclama contra la esclavitud. Dos asuntos fueron pol¨¦micos en Durban: el conflicto entre Israel y Palestina ("se sent¨® a Israel en el banquillo de los acusados, lo que provoc¨® la retirada de Israel y de EE UU", recuerda Jenny de la Torre) y las reparaciones por la esclavitud africana. Los pa¨ªses "temieron que se convirtieran en reparaciones econ¨®micas, no s¨®lo morales". Pero no, se apresura Ponce, "no, no. Nos negamos a ser agresivos y utilizar la historia para fomentar un sentimiento de culpabilidad. Creemos en las reparaciones, pero no como reclamaci¨®n de dinero, sino como acciones concretas para la ayuda y cooperaci¨®n al desarrollo a comunidades negras".
? Pol¨ªticas a favor de africanos y afrodescendientes. Seg¨²n la Comisi¨®n Econ¨®mica para Am¨¦rica Latina y el Caribe (Cepal), la poblaci¨®n afrodescendiente en la regi¨®n llega al 30% ("somos m¨¢s del 50%, en realidad", corrige Ponce). En total, unos 150 millones de afrodescendientes, que, seg¨²n explica Jenny de la Torre, "son quienes tienen un familiar negro en las ¨²ltimas generaciones de su ¨¢rbol geneal¨®gico. En realidad, todos los afrodescendientes son mulatos. Y en Espa?a cada vez hay m¨¢s. Por eso, hemos formado comunidades negras y nuestra federaci¨®n incluye el prefijo 'ibero". ?Por qu¨¦ la especificidad del afrodescendiente? "Porque es quien posiblemente padece la peor situaci¨®n en Am¨¦rica Latina", responde Guillermo Ponce. "Peor incluso que los ind¨ªgenas, que s¨ª tienen pol¨ªticas propias".
Y despu¨¦s est¨¢n las ilusiones. "Ha habido un antes y un despu¨¦s de Burgos", se entusiasma De la Torre. "Al igual que en Durban entramos negros y salimos afrodescendientes, antes de Burgos ¨¦ramos una sociedad civil dispersa y con banderas propias, y despu¨¦s de Burgos somos una sociedad civil unificada en un sue?o: cumplir la proclama de que tomos somos libres e iguales".
Por supuesto, con hueco para el escepticismo y el sempiterno interrogante: ?servir¨¢ de algo? La respuesta de los dirigentes de Fedafro es sensata: "Lo que no sirve es no hacer nada. Esperamos que, despu¨¦s de Ginebra, lo decidido en Burgos permita al Gobierno espa?ol lograr un Estado verdaderamente incluyente".
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