Enr¨ªquez-Ominami, el nuevo rostro de la pol¨ªtica chilena
El precandidato socialista irrumpe en la carrera electoral.- "D¨ªscolo", cineasta y fil¨®sofo, puede captar el voto joven
A siete meses de la elecci¨®n del sucesor de Michelle Bachelet en la presidencia de Chile, la irrupci¨®n de un nuevo aspirante, el diputado socialista Marco Enr¨ªquez-Ominami, que a pesar de competir sin el apoyo de su partido ha logrado hasta un 14% en los sondeos, complica la candidatura oficialista del ex presidente Eduardo Frei y convierte en m¨¢s colorida una competencia ab¨²lica, en la que el abanderado de la derecha, el millonario Sebasti¨¢n Pi?era, sigue por delante.
En s¨®lo dos meses, Enr¨ªquez-Ominami ha captado la atenci¨®n de los medios e introducido inc¨®gnitas no despejadas en los c¨¢lculos electorales. Despu¨¦s de que su partido le negara un espacio para competir con el democristiano Frei en las primarias de la Concertaci¨®n ?la coalici¨®n de centroizquierda que gobierna desde que acab¨® la dictadura de Augusto Pinochet, en 1990?, el diputado resolvi¨® competir como independiente y se lanz¨® al ruedo con pocas pero efectivas armas: su juventud, un talante retador y nuevos temas.
Nacido tres meses antes del golpe militar que derroc¨® al presidente Salvador Allende en 1973 y pr¨®ximo a cumplir 36 a?os, Enr¨ªquez-Ominami es el m¨¢s joven de los postulantes a La Moneda. Hijo de Miguel Enr¨ªquez, l¨ªder de un grupo guerrillero que muri¨® en la dictadura, y criado por su madre, Manuela Gumucio, y su padre adoptivo, el economista y hoy senador socialista Carlos Ominami, se qued¨® con ambos apellidos paternos y vivi¨® su infancia en el exilio.
Considerado en la Concertaci¨®n como un "d¨ªscolo", de profesi¨®n fil¨®sofo y cineasta, Enr¨ªquez-Ominami se declara "liberal" y dispuesto a romper con la divisi¨®n que todav¨ªa marca a los chilenos entre los partidarios del s¨ª y el no en el plebiscito de 1988, con el que Pinochet intent¨® perpetuarse en el poder. Es partidario del aborto, del matrimonio homosexual, de privatizar parcialmente las empresas estatales, de cambiar el r¨¦gimen presidencial por uno semipresidencial, con primer ministro y Parlamento unicameral, y defiende el medioambiente. "Me gusta la izquierda de los juicios complejos", dice, y se siente "portador de varias contradicciones".
Su discurso es contestatario y m¨¢s radical que el de otros candidatos, porque tiene menos compromisos y no hay partidos detr¨¢s de ¨¦l. Es cr¨ªtico de la coalici¨®n gobernante por su desgaste y signos de corrupci¨®n ?en 2002 dirigi¨® el documental Los h¨¦roes est¨¢n cansados, donde desnuda esta fatiga?, y tambi¨¦n de la derecha, porque no ha renovado su agenda. S¨®lo con el apoyo de algunos parlamentarios que han roto con la Concertaci¨®n, ha desarrollado su campa?a en Internet y en actos con j¨®venes.
Buscando apoyos
Tras su r¨¢pido despegue en los sondeos, los socialistas moderaron sus ataques a Enr¨ªquez-Ominami, mientras en la Democracia Cristiana exigen que sea expulsado de su partido. Los partidos oficialistas no han resuelto la situaci¨®n, a la espera de si el diputado logra pasar la alta barrera de acceso a la carrera presidencial para los independientes: debe reunir 36.000 firmas ante notario de personas inscritas en el registro electoral y que no militen en partidos.
Enr¨ªquez-Ominami le resta votos a Frei y frena el avance que el ex presidente ten¨ªa en las encuestas despu¨¦s de ganar las primarias, seg¨²n los analistas. Pero tambi¨¦n ara?a algunos de Pi?era, quien se ha estancado en los sondeos, aunque sigue en el primer lugar. Su principal efecto en la derecha es que ha arrebatado a su candidato la bandera del cambio.
La candidatura de Enr¨ªquez-Ominami se enfrenta a otro problema: atrae en especial a la generaci¨®n que no vivi¨® la dictadura, pero ocho de cada diez j¨®venes no est¨¢n inscritos en el registro electoral, un requisito obligatorio para votar. Con un sistema electoral en el que la inscripci¨®n es voluntaria pero el voto obligatorio, y por la despolitizaci¨®n de la sociedad civil desde el regreso a la democracia, Chile tiene un padr¨®n electoral envejecido.
Como la presencia del diputado hace casi segura una segunda vuelta en la elecci¨®n presidencial, el dilema es ad¨®nde se trasladar¨ªan sus votantes en una eventual segunda vuelta. Por eso, algunos consideran a Enr¨ªquez-Ominami como un candidato tapado de la Concertaci¨®n, mientras otros lo cuestionan como alguien que hace el juego a la derecha, porque se lleva votos de Frei. Pero todos coinciden en que su intento de llegar a La Moneda refleja el malestar con un sistema pol¨ªtico concebido en dictadura y que persiste hasta hoy.
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