El vendedor de vestidos de fiesta
Las protestas que desde el anuncio del resultado electoral tienen Teher¨¢n patas arriba han empezado a transformarse en un movimiento c¨ªvico de rechazo. Esta madrugada ha habido muchos menos destrozos del mobiliario urbano, aunque a¨²n se han quemado algunos contenedores de basura. Pero lo que m¨¢s me llam¨® la atenci¨®n fue esa caravana pac¨ªfica de coches con la que bloquearon la avenida de Val-i Asr, entre la plaza de Vanak y el cruce de Parkway.
Hab¨ªa parejas, familias, grupos de chicas, grupos de chicos, igual que durante la campa?a, pero sin la alegr¨ªa y el entusiasmo que manifestaban hace apenas unos d¨ªas. Ya no hay m¨²sica rap, ni banderolas verdes al viento, ni j¨®venes que sacan el cuerpo fuera de las ventanillas. Pero vuelven a estar ah¨ª, dando testimonio de que, como corean en sus esl¨®ganes, "tambi¨¦n somos iran¨ªes". Tampoco est¨¢n abiertos los dos puestos de helados que durante las dos semanas pasadas hicieron su agosto. S¨®lo al llegar a Parkway encuentro a un vendedor ambulante de... vestidos de fiesta.
Anoche el car¨¢cter pac¨ªfico de la protesta, atrajo tambi¨¦n a muchos paseantes que desde la acera mostraban su apoyo. Hab¨ªa muchos que al cruzarse te mostraban el lazo verde camuflado en la manga o chicas atrevidas que hac¨ªan el gesto de la victoria con los dedos. S¨ª, las chicas son las m¨¢s valientes. No lo digo porque yo sea mujer, sino porque esta madrugada he sido testigo de una escena digna de compartirse.
A la altura del parque Mellat, varios polic¨ªas salen corriendo hacia uno de los coches y se l¨ªan a porrazos con el veh¨ªculo y su conductor. Abren la puerta e intentan sacarle fuera. Antes de que lo logren, una mujer se interpone entre ellos. No estoy segura de si era su acompa?ante que ha abandonado el asiento del copiloto y corrido en su ayuda, o una espont¨¢nea. Todo pasa muy deprisa. Varios peatones y algunos pasajeros empiezan a increpar a los polic¨ªas, pero es la mujer la que se ha puesto en medio, recibe los golpes y logra que los agentes dejen al joven, con la luna trasera rota y el brazo magullado.
No puedo saber qu¨¦ provoc¨® la actuaci¨®n policial. ?Increp¨® el chico a los agentes? ?Les hizo un gesto obsceno? No lo vi. Desde la acera, el suyo era un coche m¨¢s, de los miles que tocaban el clax¨®n y con su marcha lenta bloqueaban la avenida, y no era la ¨²nica. Cuando llegaban arriba, a Parkway, un imponente despliegue de antidisturbios imped¨ªa que dieran la vuelta y ten¨ªa cortados los dos carriles de descenso hacia Vanak. Las luces de ne¨®n sobre el puente dan un aire de pel¨ªcula futurista a esos agentes disfrazados de ninjas.
M¨¢s preocupante, muchos no llevan uniforme. Son basiyis o hezbolahis, grupos de irregulares que han prometido dar su vida en defensa de la Rep¨²blica Isl¨¢mica, como los que aparecen en la fotograf¨ªa que este diario ha publicado hoy en la p¨¢gina 2. Los iran¨ªes les temen m¨¢s que a los polic¨ªas. ?Van a seguir las revueltas? ?Van a lograr algo? Si el vendedor de vestidos de fiesta de Parkway significa algo, alguien est¨¢ preparando una gran celebraci¨®n.
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