La voz que desafi¨® al r¨¦gimen checheno
Natalia Estem¨ªrova recibi¨® una andanada de groseros insultos y de parte del funcionario del r¨¦gimen de Ramz¨¢n Kad¨ªrov que guiaba a un grupo de corresponsales extranjeros de visita en Grozni en diciembre pasado. Su ¨²nico pecado era haberme ido a buscar frente a un teatro donde los organizadores chechenos de la visita nos hab¨ªan preparado una sesi¨®n de coros y danzas.
Cuando el responsable checheno se enter¨® de la cita particular, dio rienda suelta a su ira contra la representante de la organizaci¨®n de defensa de derechos humanos Memorial. "Esa mujer que s¨®lo cuenta mentiras y cosas negativas sobre nosotros. Es una basura. De ah¨ª han salido todas esas historias sobre esas putas", exclam¨® refiri¨¦ndose a las siete mujeres que fueron asesinadas a tiros a finales de noviembre en Grozni.
La ma?ana era fr¨ªa y soleada. Enfundada en su abrigo, Natalia aguant¨® paciente y terca la retah¨ªla. No perdi¨® ni por un momento la compostura. Sus ademanes eran suaves; su aspecto, fr¨¢gil; sus ojos penetrantes y en alerta.
De camino a la sede de Memorial, Estem¨ªrova explic¨® cu¨¢nto sufrimiento ocultaban las fachadas restauradas y lujosas de Grozni. Le preocupaban los secuestros, las intimidaciones a las familias de los adolescentes que se hab¨ªan echado al monte por falta de perspectivas, las operaciones policiales "que no buscan la captura sino el exterminio del perseguido". "Kadirov ha conseguido establecer una dictadura. Esto es como en el a?o 1937 en la URSS. Este r¨¦gimen aplasta la dignidad humana y esto no acabar¨¢ bien. La parte m¨¢s activa de la poblaci¨®n no quiere vivir as¨ª y emigra al extranjero. Europa est¨¢ llena de chechenos. Nadie se atreve a contradecir a Kad¨ªrov".
En la cocina de Memorial, junto a una taza de te, Natalia hablaba de las mujeres asesinadas y consideraba que los cr¨ªmenes eran "muy extra?os", con un "car¨¢cter demostrativo" y no "tradicional". "Seg¨²n las costumbres, si una chica deshonraba a su familia y ¨¦sta decid¨ªa matarla, eso ocurr¨ªa de forma muy cerrada para que los extra?os no se enteraran de la deshonra. Y aqu¨ª las echaron en la cuneta de forma demostrativa". Natalia efectivamente hab¨ªa suministrado informaci¨®n sobre aquellas muertes que apuntaban hacia los ¨®rganos policiales. Fue publicada sin su firma en N¨®vaya Gazeta, el peri¨®dico donde trabaj¨® Anna Politkovskaya. Estem¨ªrova sab¨ªa lo que arriesgaba y lo asum¨ªa como quien asume un destino inevitable que le supera. Aceptaba lo imprevisto, estaba dispuesta en cualquier momento a acudir all¨ª donde la necesitaban y de interceder por los que ped¨ªan auxilio y lo hac¨ªa de forma sencilla, cotidiana, arm¨®nica. Nada que ver con el sentido de misi¨®n grandiosa y la conciencia de la propia importancia que otros exhiben.
Hablamos de la poligamia, una costumbre en auge, tanto que, seg¨²n dijo, algunas mujeres de funcionarios se hab¨ªan dirigido al primer ministro Vlad¨ªmir Putin para que prohibiera el segundo matrimonio. "Kad¨ªrov por lo menos tiene dos mujeres. Una de ellas vive aqu¨ª cerca. Qued¨® clasificada en segundo lugar en un concurso de belleza", afirmaba. Natalia, hija de padre checheno y madre rusa, se mostraba tolerante con la poligamia, "una forma de legalizar el estatus de la amante y de dar seguridad a los hijos". "Despu¨¦s de la guerra", dec¨ªa, "es algo comprensible, porque hay menos hombres que mujeres, pero lo que est¨¢ mal es que las obliguen", afirmaba.
Su aspecto fr¨¢gil era enga?oso. Cuando Kad¨ªrov intent¨® que se cubriera la cabeza, Estem¨ªrova se plant¨®."Dije que el pa?uelo me lo pondr¨ªa cuando me diera la gana y que nadie me obligar¨ªa a llevarlo. Lo dije en televisi¨®n y lo dije en una conversaci¨®n confidencial con Kad¨ªrov y otros funcionarios, en la que no nos pusimos de acuerdo en nada. Despu¨¦s me expulsaron del consejo asesor del presidente", contaba.
Varias llamadas de m¨®vil interrumpieron la conversaci¨®n. El funcionario de Prensa se pon¨ªa nervioso. A la salida de Memorial, dos agentes del Servicio Federal de Seguridad local nos pararon y nos amenazaron con un expediente por habernos apartado del grupo, lo que seg¨²n ellos era una violaci¨®n del r¨¦gimen contraterrorista por entonces vigente. Natalia sali¨® a hablar con los agentes, y ¨¦stos acabaron por llevarnos en coche a la mezquita, donde Kad¨ªrov a la intemperie a varios grados bajo cero contest¨® a preguntas de los corresponsales.
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